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Críticas ordenadas por utilidad
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6,1
151
7
20 de septiembre de 2020
20 de septiembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zero motivation es una película dirigida por Talya Lavie. Está fuertemente inspirada en las experiencias de la directora en el servicio militar israelí, que es obligatorio para todos los ciudadanos de 18 años.
El guión de la película se centra en un grupo de chicas que trabajan en un puesto administrativo de una base militar lejos de la ciudad. La trama está dividida en episodios que abordan distintos aspectos de la vida de las protagonistas, tales como la convivencia y el amor, contrastados con la realidad de vivir en un cuartel y las responsabilidades propias de sus cargos en el ejército.
El aspecto más interesante de la película es el enfoque con el que se aborda la temática del servicio militar obligatorio. Mientras que la mayoría de las películas de temática similar se centran en los horrores de la guerra, Zero motivation hace énfasis en los horrores de la letal monotonía del trabajo que deben desempeñar las protagonistas en tiempos de paz.
Todas las actrices tienen muy buena química, dotando de verosimilitud a sus relaciones. Es en gran parte gracias a ellas que el humor de la película funciona tan bien.
El único aspecto negativo a destacar es la inconsistencia entre los episodios que componen la trama, algunos más entretenidos que otros. Ésta diferencia se nota sobre todo de la primera a la segunda mitad de la película, que se vuelve un poco menos entretenida.
En conclusión, Zero motivation es una comedia muy amena que trata un tema pocas veces abordado en el cine. Muy recomendable pese a ligeras inconsistencias en la trama, que no desmerecen el producto final.
El guión de la película se centra en un grupo de chicas que trabajan en un puesto administrativo de una base militar lejos de la ciudad. La trama está dividida en episodios que abordan distintos aspectos de la vida de las protagonistas, tales como la convivencia y el amor, contrastados con la realidad de vivir en un cuartel y las responsabilidades propias de sus cargos en el ejército.
El aspecto más interesante de la película es el enfoque con el que se aborda la temática del servicio militar obligatorio. Mientras que la mayoría de las películas de temática similar se centran en los horrores de la guerra, Zero motivation hace énfasis en los horrores de la letal monotonía del trabajo que deben desempeñar las protagonistas en tiempos de paz.
Todas las actrices tienen muy buena química, dotando de verosimilitud a sus relaciones. Es en gran parte gracias a ellas que el humor de la película funciona tan bien.
El único aspecto negativo a destacar es la inconsistencia entre los episodios que componen la trama, algunos más entretenidos que otros. Ésta diferencia se nota sobre todo de la primera a la segunda mitad de la película, que se vuelve un poco menos entretenida.
En conclusión, Zero motivation es una comedia muy amena que trata un tema pocas veces abordado en el cine. Muy recomendable pese a ligeras inconsistencias en la trama, que no desmerecen el producto final.

6,8
50
7
24 de enero de 2023
24 de enero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Culpable es una película dirigida y protagonizada por el realizador argentino Hugo del Carril. Acción, intriga y preguntas filosóficas se conjugan en este compacto paquete explosivo de apenas 90 minutos de duración.
La trama de esta producción sigue los pasos de Leo Espósito, un ex militante anarquista que se ha enriquecido atracando bancos. Acorralado por la policía, al borde de la muerte, Espósito ve cómo el tiempo se detiene y una figura fantasmal se materializa ante sí. Esta se presenta como su conciencia y lo culpa por el destino destructivo en el que su vida ha desembocado. Pero Leo es un hombre tenaz y no se muestra dispuesto a aceptar sus faltas. Entonces, la aparición fantasmal llevará al protagonista en un viaje a través de su vida pasada y sus vidas posibles; junto a Espósito nos tocará evaluar su responsabilidad en el trágico devenir de su violenta vida.
En el centro de esta película se encuentra una pregunta filosófica muy antigua y discutida: ¿que determina las acciones de una persona? ¿La crianza nos condiciona o somos verdaderamente libres de forjar nuestro propio camino? Mientras que una amplia mayoría del público tendría reservas a la hora de formular afirmaciones categóricas sobre un tema tan complejo, esta producción no se muestra tímida en la emisión de juicios morales. El guión se pronuncia inequívocamente en favor de la hipótesis de la responsabilidad individual, afirmando (literalmente, a través de la voz del narrador) que, más allá de las circunstancias que cada persona atraviese o haya atravesado, siempre hay una elección entre hacer el bien o hacer el mal. Consecuencia necesaria de esta línea de pensamiento es la idea de que existen personas que son objetivamente buenas y otras que son objetivamente malas, siendo el protagonista un ejemplo claro del segundo tipo. Esta postura filosófica completamente falta de sutileza conforma la espina dorsal del guión, que aún así presenta aspectos positivos en otros apartados.
En cuanto al minuto a minuto, esta es una película con muy buen ritmo. Los últimos días Leo Espósito comprenden romances, atracos y persecuciones a altas velocidades. El cine argentino nunca se ha destacado por producciones de esta clase; y sin embargo, en mitad de esta moralizante producción encontramos múltiples escenas de acción. Más allá de la inclusión de este tipo de secuencias la trama en sí avanza a una saludable velocidad, sin estancarse en puntos muertos que hagan decaer el interés.
El apartado técnico de esta producción es más que correcto, aunque la negligencia en la labor de preservación del cine argentino signifique que la calidad visual de la película que sobrevivió hasta nuestros días ha sufrido mucho. El reparto también cumple, brindando interpretaciones que aprueban sin sobresalir; el carácter fragmentario y fabulesco de esta historia significa que ninguno de los personajes presenta una personalidad particularmente profunda y, por ende, tampoco da pie a grandes interpretaciones.
En conclusión, Culpable es una interesante pieza de la historia del cine argentino. Pese a su carácter un tanto reaccionario, esta es una película muy entretenida que mantendrá el interés de cualquiera. Llegado el final de la reseña, me permitiré dejar al lector con la sugerencia que tome la moraleja de esta película como una invitación a pensar en su pregunta central, más que como la respuesta final a la misma.
La trama de esta producción sigue los pasos de Leo Espósito, un ex militante anarquista que se ha enriquecido atracando bancos. Acorralado por la policía, al borde de la muerte, Espósito ve cómo el tiempo se detiene y una figura fantasmal se materializa ante sí. Esta se presenta como su conciencia y lo culpa por el destino destructivo en el que su vida ha desembocado. Pero Leo es un hombre tenaz y no se muestra dispuesto a aceptar sus faltas. Entonces, la aparición fantasmal llevará al protagonista en un viaje a través de su vida pasada y sus vidas posibles; junto a Espósito nos tocará evaluar su responsabilidad en el trágico devenir de su violenta vida.
En el centro de esta película se encuentra una pregunta filosófica muy antigua y discutida: ¿que determina las acciones de una persona? ¿La crianza nos condiciona o somos verdaderamente libres de forjar nuestro propio camino? Mientras que una amplia mayoría del público tendría reservas a la hora de formular afirmaciones categóricas sobre un tema tan complejo, esta producción no se muestra tímida en la emisión de juicios morales. El guión se pronuncia inequívocamente en favor de la hipótesis de la responsabilidad individual, afirmando (literalmente, a través de la voz del narrador) que, más allá de las circunstancias que cada persona atraviese o haya atravesado, siempre hay una elección entre hacer el bien o hacer el mal. Consecuencia necesaria de esta línea de pensamiento es la idea de que existen personas que son objetivamente buenas y otras que son objetivamente malas, siendo el protagonista un ejemplo claro del segundo tipo. Esta postura filosófica completamente falta de sutileza conforma la espina dorsal del guión, que aún así presenta aspectos positivos en otros apartados.
En cuanto al minuto a minuto, esta es una película con muy buen ritmo. Los últimos días Leo Espósito comprenden romances, atracos y persecuciones a altas velocidades. El cine argentino nunca se ha destacado por producciones de esta clase; y sin embargo, en mitad de esta moralizante producción encontramos múltiples escenas de acción. Más allá de la inclusión de este tipo de secuencias la trama en sí avanza a una saludable velocidad, sin estancarse en puntos muertos que hagan decaer el interés.
El apartado técnico de esta producción es más que correcto, aunque la negligencia en la labor de preservación del cine argentino signifique que la calidad visual de la película que sobrevivió hasta nuestros días ha sufrido mucho. El reparto también cumple, brindando interpretaciones que aprueban sin sobresalir; el carácter fragmentario y fabulesco de esta historia significa que ninguno de los personajes presenta una personalidad particularmente profunda y, por ende, tampoco da pie a grandes interpretaciones.
En conclusión, Culpable es una interesante pieza de la historia del cine argentino. Pese a su carácter un tanto reaccionario, esta es una película muy entretenida que mantendrá el interés de cualquiera. Llegado el final de la reseña, me permitiré dejar al lector con la sugerencia que tome la moraleja de esta película como una invitación a pensar en su pregunta central, más que como la respuesta final a la misma.

7,0
8.968
7
17 de mayo de 2022
17 de mayo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justicieros es una película de Anders Thomas Jensen. Esta producción se asemeja a un gran colage de ideas, géneros y tonos, algunos más acertados que otros.
La trama sigue los pasos de una serie de personajes que se ven conectados a causa de un trágico accidente en un tren urbano. Uno de los sobrevivientes de la catástrofe, un científico experto en estadísticas, recluta a sus colegas para investigar lo que, a su juicio, no es una triste casualidad sino un atentado programado. Como parte de su plan el científico contacta a Markus, marido de una de las víctimas(que, casualmente, resulta ser un militar veterano recién llegado de Afganistán). Es entonces que la búsqueda de la verdad deviene en una sangrienta puja por "la justicia" que no dejará a nadie indemne.
Si la sinopsis que acabo de hacer es acotada en exceso, esto se debe a la complejidad de la trama de esta producción. En esta se funden múltiples personajes e historias; la trama avanza rápidamente, saltando entre el drama, la comedia y la acción. Desgraciadamente, no todas las piezas de este rompecabezas están al mismo nivel de calidad.
Las secciones de esta película que tratan sobre el proceso de superar traumas son las mejores. La combinación de drama y comedia funciona, reforzada por unos personajes creíbles (aunque un tanto excéntricos) y sus relaciones. Pero periódicamente el guion pasa de la comedia dramática a la pura acción. En primera instancia el cambio tonal puede tomar al espectador por sorpresa, pero a medida que transcurre la trama la falta de inspiración de estas escenas se vuelve evidente. De la misma manera que una emisora de radio puede pisar la frecuencia de otra, resultando en la transmisión de una canción de Jimmy Hendrix con estribillos de Carlos Gardel, estos tiroteos insípidos parecen estar invadiendo la historia inicial.
En conclusión, Justicieros consta de muy buenas secciones de comedia dramática contaminadas por pinceladas de acción monótona que hay que ver para creer. Las bases para una película notable están presentes: buenos personajes interpretados por actores de primer nivel; una historia imaginativa, con un eje temático que actúa a la vez como elemento novedoso y metáfora sobre el mensaje de la producción. Incluso el pasado militar de Markus juega un papel importante en el tratamiento de los temas centrales de la trama, aunque en también sirva como lamentable excusa para filmar tiroteos en los que despacha enemigos cual terminator.
Si crítico tan duramente a Justicieros no es porque la haya odiado, sino porque me rompe el corazón ver como la adopción de elementos innecesarios (aunque muy de moda hoy en día) puede afectar negativamente a su calidad final. Aún así, pese a estas frustraciones, no puedo dejar de recomendar la película. Eso sí: futuros espectadores, sepan a que atenerse.
La trama sigue los pasos de una serie de personajes que se ven conectados a causa de un trágico accidente en un tren urbano. Uno de los sobrevivientes de la catástrofe, un científico experto en estadísticas, recluta a sus colegas para investigar lo que, a su juicio, no es una triste casualidad sino un atentado programado. Como parte de su plan el científico contacta a Markus, marido de una de las víctimas(que, casualmente, resulta ser un militar veterano recién llegado de Afganistán). Es entonces que la búsqueda de la verdad deviene en una sangrienta puja por "la justicia" que no dejará a nadie indemne.
Si la sinopsis que acabo de hacer es acotada en exceso, esto se debe a la complejidad de la trama de esta producción. En esta se funden múltiples personajes e historias; la trama avanza rápidamente, saltando entre el drama, la comedia y la acción. Desgraciadamente, no todas las piezas de este rompecabezas están al mismo nivel de calidad.
Las secciones de esta película que tratan sobre el proceso de superar traumas son las mejores. La combinación de drama y comedia funciona, reforzada por unos personajes creíbles (aunque un tanto excéntricos) y sus relaciones. Pero periódicamente el guion pasa de la comedia dramática a la pura acción. En primera instancia el cambio tonal puede tomar al espectador por sorpresa, pero a medida que transcurre la trama la falta de inspiración de estas escenas se vuelve evidente. De la misma manera que una emisora de radio puede pisar la frecuencia de otra, resultando en la transmisión de una canción de Jimmy Hendrix con estribillos de Carlos Gardel, estos tiroteos insípidos parecen estar invadiendo la historia inicial.
En conclusión, Justicieros consta de muy buenas secciones de comedia dramática contaminadas por pinceladas de acción monótona que hay que ver para creer. Las bases para una película notable están presentes: buenos personajes interpretados por actores de primer nivel; una historia imaginativa, con un eje temático que actúa a la vez como elemento novedoso y metáfora sobre el mensaje de la producción. Incluso el pasado militar de Markus juega un papel importante en el tratamiento de los temas centrales de la trama, aunque en también sirva como lamentable excusa para filmar tiroteos en los que despacha enemigos cual terminator.
Si crítico tan duramente a Justicieros no es porque la haya odiado, sino porque me rompe el corazón ver como la adopción de elementos innecesarios (aunque muy de moda hoy en día) puede afectar negativamente a su calidad final. Aún así, pese a estas frustraciones, no puedo dejar de recomendar la película. Eso sí: futuros espectadores, sepan a que atenerse.

5,9
322
8
15 de abril de 2022
15 de abril de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 5 de Talleres es una película escrita y dirigida por Adrián Biniez. Esta comedia costumbrista aborda un tema tan omnipresente en la cultura argentina como pocas veces visto en pantalla: el día a día de un jugador de fútbol.
La trama se centra en "Patón" Bonasioli, el jugador estrella del club de fútbol Talleres de Remedios de Escalada. Los años pasan y Patón va notando que su mejor momento deportivo ya pasó; es por eso que decide, de la misma manera impulsiva con que decidió todo en su vida, retirarse del fútbol profesional para el siguiente año. Entonces seguiremos al protagonista, tanto dentro como fuera de la cancha, hasta comprender sus anhelos e inseguridades.
En primera instancia, esta película es una muestra del enorme talento de Biniez como director y guionista. Este es capaz de insertar actuaciones naturales y creíbles en un guión que avanza a ritmo implacable. Detalles increíblemente creativos, como representar el pasaje del tiempo a través de las fechas sucesivas del campeonato, dotan a la producción de personalidad al tiempo que cumplen su cometido con creces.
Conjuntamente, también hay que destacar el impresionante desempeño de todo el reparto de esta producción; todos, desde el primero hasta el último, hacen un gran trabajo y no se me ocurre ninguna actuación que desentone. En el centro de este estelar reparto se encuentran Julieta Zylberberg (brillante, como de costumbre) y un monumental Esteban Lamothe, que parece haber nacido para interpretar a este despistado futbolista.
En segunda instancia, esta producción plasma en la pantalla el mundo del fútbol argentino de una manera que hay que ver para creer. Las penosas arengas hollywoodenses del director técnico fallido, la obscena cultura de los vestuarios, la película transmite perfectamente todos estos detalles e idiosincrasias. La interpretación de Lamothe potencia este cocktail explosivo, porque ¿quién no conoció a un Patón alguna vez? ¿quién no reconoce esa paradójica combinación de arrogancia omnipotente con inseguridad aplastante? Es este personaje, el campeón invencible que niega categóricamente su propia capacidad de terminar el secundario, el que define a la perfección lo que representa la película.
En conclusión, El 5 de Talleres es una película muy especial. Los que conozcan la cultura futbolística argentina reconocerán una impresionante representación de ese mundo. Alternativamente, los que no estén familiarizados con el objeto retratado pueden verse desorientados, como un televidente viendo el noticiero de un país extranjero. Comprendo que gran parte del valor que rescato de esta producción proviene de mis experiencias personales, sin embargo también creo que hay suficiente humor y humanidad para mantener a la mayoría de los públicos entretenidos.
Recomiendo esta producción a todos los que hayan rescatado alguna experiencia del recuerdo leyendo estas líneas o los que estén dispuestos a zambullirse de cabeza y sin salvavidas en la cultura argentina, a estos últimos les deseo una muy feliz experiencia.
La trama se centra en "Patón" Bonasioli, el jugador estrella del club de fútbol Talleres de Remedios de Escalada. Los años pasan y Patón va notando que su mejor momento deportivo ya pasó; es por eso que decide, de la misma manera impulsiva con que decidió todo en su vida, retirarse del fútbol profesional para el siguiente año. Entonces seguiremos al protagonista, tanto dentro como fuera de la cancha, hasta comprender sus anhelos e inseguridades.
En primera instancia, esta película es una muestra del enorme talento de Biniez como director y guionista. Este es capaz de insertar actuaciones naturales y creíbles en un guión que avanza a ritmo implacable. Detalles increíblemente creativos, como representar el pasaje del tiempo a través de las fechas sucesivas del campeonato, dotan a la producción de personalidad al tiempo que cumplen su cometido con creces.
Conjuntamente, también hay que destacar el impresionante desempeño de todo el reparto de esta producción; todos, desde el primero hasta el último, hacen un gran trabajo y no se me ocurre ninguna actuación que desentone. En el centro de este estelar reparto se encuentran Julieta Zylberberg (brillante, como de costumbre) y un monumental Esteban Lamothe, que parece haber nacido para interpretar a este despistado futbolista.
En segunda instancia, esta producción plasma en la pantalla el mundo del fútbol argentino de una manera que hay que ver para creer. Las penosas arengas hollywoodenses del director técnico fallido, la obscena cultura de los vestuarios, la película transmite perfectamente todos estos detalles e idiosincrasias. La interpretación de Lamothe potencia este cocktail explosivo, porque ¿quién no conoció a un Patón alguna vez? ¿quién no reconoce esa paradójica combinación de arrogancia omnipotente con inseguridad aplastante? Es este personaje, el campeón invencible que niega categóricamente su propia capacidad de terminar el secundario, el que define a la perfección lo que representa la película.
En conclusión, El 5 de Talleres es una película muy especial. Los que conozcan la cultura futbolística argentina reconocerán una impresionante representación de ese mundo. Alternativamente, los que no estén familiarizados con el objeto retratado pueden verse desorientados, como un televidente viendo el noticiero de un país extranjero. Comprendo que gran parte del valor que rescato de esta producción proviene de mis experiencias personales, sin embargo también creo que hay suficiente humor y humanidad para mantener a la mayoría de los públicos entretenidos.
Recomiendo esta producción a todos los que hayan rescatado alguna experiencia del recuerdo leyendo estas líneas o los que estén dispuestos a zambullirse de cabeza y sin salvavidas en la cultura argentina, a estos últimos les deseo una muy feliz experiencia.

5,9
70
7
7 de marzo de 2022
7 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incómodos es una película de Esteban Menis. Esta producción aborda el camino hacia la madurez a través del particular prisma de la comedia absurda.
Esta película es heredera de un estilo que tuvo mucha adherencia en el cine y la televisión argentinas independientes de finales de los 90' y principios de los 2000. El espíritu de Sebastián Bórensztein (Cha cha cha, 1992) y Martín Rejtman (Silvia Prieto, 1999) permea cada milímetro de metraje. Personajes con manerismos teatralmente exagerados y escenas absurdas que no afectan manifiestamente al desenlace de la trama son moneda común en esta producción.
La trama narra el viaje de tres amigos a Miramar, un balneario de provincia de Buenos Aires. Alfred desea competir en un certamen de baile municipal; Abril va a visitar a su familia después de siete años sin ningún contacto; Nicolás decide cumplir el deseo final de su abuelo y esparcir sus cenizas en dicha ciudad. A lo largo del viaje los personajes se conocerán mejor y llevarán a cabo la introspección necesaria para poder crecer y avanzar. En este sentido el guion captura la ambigüedad que conlleva el acto de crecer, la dualidad de la condición humana: en constante evolución y, al mismo tiempo, incapaz de cambiar. ¿De que se trata madurar? ¿De mudar hábitos y actitudes acordes con la condición de adulto? ¿De aprender a ser feliz en nuestra propia piel? Confío en que el lector sabrá aportar su propia respuesta.
A nivel técnico esta película me dio una muy grata sorpresa. Todas las tomas de esta película están compuestas exquisitamente, todos los planos están encuadrados con mucha atención puesta en la simetría y el color. Gracias a este tratamiento de la imagen la locación de filmación redobla su fuerza; esta Miramar invernal, ciudad vacía y melancólica, llena de bares cerrados y hoteles desiertos, es trasladada a la pantalla con todo el peso de los veranos pasados. Adicionalmente, el vestuario, muchas veces pasado por alto en producciones de este tipo, está cuidadosamente diseñado y aporta mucha personalidad a la película.
El reparto cumple con creces los requerimientos de esta producción. Todos los actores brindan interpretaciones teatralmente peculiares y aportan todo el silencio embarazoso, las miradas esquivas e incomodidad general que requieren las escenas. En particular destacan dos de los protagonistas, Santiago Altaraz y Carolina Tejeda, que hacen un muy buen trabajo pese a contar con casi nula experiencia en el rubro.
En conclusión, Incómodos es una película de sensaciones. Para los que prefieran producciones con narrativas definidas o no toleren el humor absurdo no se me ocurre una sola virtud que esa película pueda ofrecer. Los que, por otro lado, busquen algo diferente y estén dispuestos a interpretar un poco podrán hallar valor en esta modesta producción.
Esta película es heredera de un estilo que tuvo mucha adherencia en el cine y la televisión argentinas independientes de finales de los 90' y principios de los 2000. El espíritu de Sebastián Bórensztein (Cha cha cha, 1992) y Martín Rejtman (Silvia Prieto, 1999) permea cada milímetro de metraje. Personajes con manerismos teatralmente exagerados y escenas absurdas que no afectan manifiestamente al desenlace de la trama son moneda común en esta producción.
La trama narra el viaje de tres amigos a Miramar, un balneario de provincia de Buenos Aires. Alfred desea competir en un certamen de baile municipal; Abril va a visitar a su familia después de siete años sin ningún contacto; Nicolás decide cumplir el deseo final de su abuelo y esparcir sus cenizas en dicha ciudad. A lo largo del viaje los personajes se conocerán mejor y llevarán a cabo la introspección necesaria para poder crecer y avanzar. En este sentido el guion captura la ambigüedad que conlleva el acto de crecer, la dualidad de la condición humana: en constante evolución y, al mismo tiempo, incapaz de cambiar. ¿De que se trata madurar? ¿De mudar hábitos y actitudes acordes con la condición de adulto? ¿De aprender a ser feliz en nuestra propia piel? Confío en que el lector sabrá aportar su propia respuesta.
A nivel técnico esta película me dio una muy grata sorpresa. Todas las tomas de esta película están compuestas exquisitamente, todos los planos están encuadrados con mucha atención puesta en la simetría y el color. Gracias a este tratamiento de la imagen la locación de filmación redobla su fuerza; esta Miramar invernal, ciudad vacía y melancólica, llena de bares cerrados y hoteles desiertos, es trasladada a la pantalla con todo el peso de los veranos pasados. Adicionalmente, el vestuario, muchas veces pasado por alto en producciones de este tipo, está cuidadosamente diseñado y aporta mucha personalidad a la película.
El reparto cumple con creces los requerimientos de esta producción. Todos los actores brindan interpretaciones teatralmente peculiares y aportan todo el silencio embarazoso, las miradas esquivas e incomodidad general que requieren las escenas. En particular destacan dos de los protagonistas, Santiago Altaraz y Carolina Tejeda, que hacen un muy buen trabajo pese a contar con casi nula experiencia en el rubro.
En conclusión, Incómodos es una película de sensaciones. Para los que prefieran producciones con narrativas definidas o no toleren el humor absurdo no se me ocurre una sola virtud que esa película pueda ofrecer. Los que, por otro lado, busquen algo diferente y estén dispuestos a interpretar un poco podrán hallar valor en esta modesta producción.
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