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Críticas 543
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
2
11 de febrero de 2022
27 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los criterios que sigo para suspender a una película, se rigen, por orden de importancia, en los siguientes valores:

- Con un 1: Película adoctrinadora y tóxica
- Con un 2: Película adoctrinadora
- Con un 3: Película tóxica
- Con un 4: Película vacía

Por supuesto es una lista genérica, luego hay que considerar los niveles de cada aspecto, las intenciones observables, la oportunidad dañina, etc. Y mi parte subjetiva, cómo no, para determinar la importancia de cada uno.

Película adoctrinadora es película que te quiere colar los mensajes políticos y sociales procedentes de las instituciones estatales, los programas gubernamentales ideológicos, hoy más globalistas que nunca, claro está.

Película tóxica es aquella que te llena la mente de bazofia, que te emponzoña la mente por activa o por pasiva.

Película vacía es la que no cuenta nada, es encefalograma plano, es pretenciosa y por tanto falsa e inane de contenidos.

Pues bien, tengo que pasar al spoiler para hablar de "Drive my car": Un 1,7, me gustaron algunas imágenes de Japón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cerca del final, andaba pensando: "Va a ser difícil hacer una crítica de esta cinta".

Pero las escenas finales me confirmaron una serie de observaciones que me había ido negando a mi mismo, porque no me parecía que fuera posible el análisis que me venía apremiando.

La escena final, el epílogo, es clave: La taxista, con el barbijo embozado hasta las pestañas, llenando el carrito del super, se queda con el vehículo de su empleador (que se lo regala seguramente), feliz, la leve sonrisa le delata (la que no tiene en toda la cinta)con el perro también, toda la historia ha terminado bien, "la nueva normalidad" para todos, la nueva normalidad ya es un hecho, es el futuro ya aquí, no hay más que pensar.

Pero ese final, tan burdo, es el que me sirvió para desentrañar toda la trampa de las 3 horas, seguramente llegas al final de los 180 minutos y tu mente está suficientemente aturdida para que te tragues ese funesto epílogo, sin que puedas reaccionar, con los brazos bajados, con el intelecto entontecido...

Sí, antes, podemos ver un ejercicio fílmico muy interesante: Cadencia hipnótica (efecto road movie), fotografía preciosista, interpretaciones "contenidas", filosofías "das profundis", emociones sutiles e "intelligens", complejidad y originalidad de una historia "sorprendente... y por supuesto, "transcendencia" de texto teatral sobre la vida. Todo lo que necesitas para salir pensando: "¡Qué grande es el cine!".

En efecto, no tengo ni puñetera idea de cine. "¿Pero hombre, no ves nada bueno?" Si claro, lo acabo de exponer. Es algo así como una píldora que te embriaga, te anestesia, te somete al rigor del buenismo más excelso. La veo sobre todo prescriptible para los más eruditos, los gafapastas de postín, los agradecidos de la modernidad.

Qué sí, que se puede vivir "Drive my car" como producto agradable, humano, sensible... y lo que se quiera, pero todo ello sin hacer un análisis que trate de comprender todo el conjunto.

Voy a sus contenidos:
- Las actuaciones son planas, intencionadamente. Al principio pensaba: "Dios mío, dónde está mi querido cine clásico japonés". Luego me di cuenta: Te están vendiendo un ser humano deshumanizado, pobre en virtudes, blando, "bueno". Sólo en el teatro puedes ver algo de emociones.
- Ningún personaje tiene sangre en las venas. Eso sí, el sexo tiene que ser central. Aunque sea un sexo que no se entiende.
- Te viene con epitafios tipo "saldremos del sufrimiento y reviviremos" o algo por el estilo. Eso es todo lo que te vas a llevar en el zurrón de una cinta pretendidamente profunda.
- Esas 3 horas... no justifican tener al espectador amordazado en la sala. Ni aunque todos los personajes sean cojonudamente maravillosos. Un trabajo perfectamente diseñado para la venta de sus objetivos: Normalizar los personajes sin rumbo en la vida, sin criterio alguno, sin entendederas, perdidos entre idiomas adulterados y espacios sin historia. Entregados a la deriva más nihilista.
- Comprobé pronto que "Drive my car" iba a por los Oscars: Si quieres optar a alguno, tu obra tiene que contar con colectivos de inclusión en sus personajes, argumento o lo que sea. Aunque dramáticamente quede muy bien el personaje de la muda, ya no puedo considerar su presencia como inocente.
- Si nos fijamos bien, toda la película sólo te aporta tristeza. Puede que una hermosa tristeza. Pero concluyo que es una tristeza desesperanzadora. Que sólo al final recupera algo de tono: Ella, sola, en su coche, con sus compras.
- En el mundo que se nos viene ya se normaliza lo otrora inconcebible: El derrame cerebral de una persona joven, el matar a otro porque te hagan una foto,... aunque no tiene que ver, también me llamó la atención que a los japoneses les interesara "Tío Vanía"; bueno, eso lo dejo ahí.

En resumen, obra pretenciosa, de lirismo engañoso, de precisión japonesa, de mensaje subliminal de primera calidad, como nunca pues está recubierto con el más lujoso envoltorio.
26 de octubre de 2022
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
- El discurso oficial va a misa, ¡no oses poner tus zarpas en él! ¡arrodíllate!

Cinematográficamente hablando, la película es más bien tirando a mediocre. Pero es que su denuncia es tan fuerte...

- ¡Cómo se atreven estos feligreses! ¡Deberían prohibirles filmar!

Hombre, la película es respetuosa, casi (sin casi) tiene el formato de telefilme de Antena 3 de los domingos, que nadie se rasgue las vestiduras.

-¡Con estos temas nos se juega! ¡Que nos ha costado mucho llegar hasta aquí!

Al ser un testimonio de primera mano, con las referencias precisas del protagonista en la vida real, me ha llegado un aire a verdad, a testimonio silenciado desde arriba, a revuelta rabiosa contra la injusticia.

- ¡Mienten! ¡Mienten y omiten! ¡El producto es penoso!

No me pareció una película particularmente manipuladora. Es cierto que hay cierta inclinación por el sector religioso católico, pero los hechos objeto de autos se muestran impolutos, en toda su esencia. Es el testimonio de una mujer que colaboraba con "ellos", un testimonio muy detallado, muy coherente, muy sólido. Al sector de mujeres más feminista le repateará que sea una mujer la que lo destape todo.
Porque eso es lo que he encontrado, un testimonio valiente que destapa una realidad. Una realidad que no se quiere ver. Una realidad que el entramado institucional y mediático sumergió en el lodo. Las fichas encajan, pero los que tienen anteojeras no lo verán, como tampoco verán lo de la actual pandemia (ahora languideciente).

- ¡No la vean, es propaganda pura! ¡Y de mala calidad!

No tan mala, no tan mala. Lo digo porque un testimonio valiente siempre es valioso. Leo las críticas de los entendidos y compruebo que la película llevaba razón, el aparato mediático ejerce su poder sin compasión. Su trabajo es tratar de impedir que no veas esta cinta. Yo, en cambio, sí la recomiendo, más que nada como un ejercicio de conocimiento de la verdad, o al menos de otra posible verdad, dense la oportunidad al menos. Eso sí, les ayudará dejar a un lado cualquier ideología o creencia, si es que quieren trabajar el discernimiento.

Un 7,3.
5 de junio de 2022
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que en nuestra maravillosa vida anodina, alienada, superficial, malgastamos de manera miserable cada segundo de su transcurrir, llenándola de momentos vacíos, pobres en lo humano.

No acierta el distribuidor al modificar el título original de la cinta. Y es que nos tienen que vender siempre el producto dándole al envoltorio una imagen que no corresponde.

Hay algo del cine americano que ya siempre me chirría: Intentan resolver las escenas exagerando el dramatismo, dándole una espectacularidad a los momentos no vaya a ser que se nos duerma el personal. Por ahí tendrían que aprender un poco del cine no americano.

Podría ser "Father Stu" un encargo de la Iglesia. Pero hay algo que se sobrepone a esa posibilidad, y es el mensaje profundo que evidentemente enmarca toda la historia que se nos cuenta. Ese mensaje tiene que ver con la actitud a generar en la lucha contra el sufrimiento. Ya lo dijeron los grandes místicos y maestros: El sufrimiento es lo que nos hace fuertes, lo que nos acerca más a Dios. No tiene nada que ver con las actitudes masoquistas autoflageladoras.

El Padre Stu consiguió canalizar toda su rabia y su necesidad de lucha en una dirección que favoreció su crecimiento interior y el de los demás. Labor hercúlea que pocos están dispuestos a llevar a cabo.

Me resultó interesante que las formas del Padre Stu no fueran hortodoxas, se salía de los cánones propios de los creyentes-tipo. Porque como dice el protagonista, lo importante es el interior, las formas cuentas pero hasta un punto. A veces, para hacernos entender, es preferible la contundencia, aunque haya exabrupto.

Las actuaciones son meritorias. Pero por encima de todo está el trasfondo. La película en sí no pasaría del 6, pero al tener una proyección más allá de lo terrenal, se puede respirar la trascendencia. Suavemente.

Para los más ateos quizás la película no signifique nada. Un error sin duda, puesto que las conclusiones que podemos entresacar van más allá de las creencias y los dogmas de fe, de las religiones enquistadas. "Padre Stu" te deja una reflexión que no vas a encontrar en mucho cine, al menos tan claramente.

Quizás los "momentos-pico" con que nos va a deleitar la película son aquellos en que aparecen los ramalazos mordaces del protagonista, expresiones de un humor inteligente y mordaz.

Un comedido 7. Amén.
2 de agosto de 2021
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que me levanté con el pie cambiado. O que el cambiante clima de agosto me nubló la vista y los sentidos. O que el sueño no satisfecho me reclamaba más su atención. Lo cierto es que "Adiós, muchachos" me ha parecido un filme menor, menor que ese 7,8 esplendoroso que luce la página, y que se me antoja desmedido.
Louis Malle ha redactado unas memorias de su infancia, de su experiencia de aquel año en aquel lugar. Seguro que para él ha sido todo muy emotivo, ha tratado de reproducir un momento de su vida que le marcó. Se ha esmerado en plasmar en el celuloide, al modo de un aparato grabador, todas aquella imágenes que la realidad le dejó impreso en el cerebro.
Pero un servidor sólo opina desde su percepción más sencilla, y tengo que reconocer que, aunque muy bien hecha, la película poco me ha aportado. La mayor parte de la cinta me ha resultado más bien anodina, el metraje avanzaba sin apenas crearme el mínimo interés, pues recorría básicamente lugares comunes. Puedo comprender los buenos deseos del director para tratar de transmitir ese recuerdo de infancia, pero si me lo hubiese contado en una conversación, seguro habría disfrutado más.
Las actuaciones no ayudan demasiado. Los personajes adultos no pintan nada, acabas sin saber nada de ellos. Los chavales protagonistas no brillan especialmente en pantalla. Más bien diría que chirrían en sus actuaciones al modo del cine español mayoritario, esto es, voces demasiado neutras e incluso impostadas que carecen de vida, rostros estáticos y silentes una y otra vez, que resultan vacuos y que parecen un recurso barato para ocultar las carencias.
Hay escenas en las que me pareció que el director se perdía en el éxtasis de sus recuerdos (el cine de Chaplin, lectura de textos...). Lastre asegurado.
A pesar de todo lo anterior, le doy un aprobado porque, como documento biográfico, cierto valor le encuentro. Sin contar con todo el aspecto realización, que me ha resultado de muy buen nivel.
Cine emotivo para el Director, pero no para el espectador. Película amable para los Oscars, pero floja para el vidente de a pie. Argumento acomodaticio para intelectuales y buenistas del régimen actual, pero insuficiente para una mente inquieta de aportes frescos. Un 5,6.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El tema central (judíos y nazis), efectivamente, no ayuda a la sorpresa, de hecho desde la media hora de película ya sabes hacia donde va todo.
19 de marzo de 2025
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carta abierta a Paolo Sorrentino

Querido Paolo:

La verdad es que yo no sé de cine. No tengo ni idea. Tampoco tengo muchas ganas de saber, al menos en cuanto a lo académico. Y ya ves, me arriesgo a ver tu cine, y me arriesgo a tratar de descifrarlo, o más bien, de darle una lectura coherente. La coherencia la encuentro a partir de lo que yo personalmente siento que tiene valor en el cine, lo que tu hayas hecho vendrá después.

Si el cine es el arte de tejer un montaje, creo que eres un auténtico artista. Si el cine es el arte de combinar otros artes, creo que eres un orfebre de su engastación. Tengo yo un problema, me interesa más la clase de antropología que la clase de filmación.

Paolo, reconozco que me he sentado ante tus últimas obras, y he caído hipnotizado. Es difícil encontrar tanta belleza por fotograma al cuadrado. Ese cine tuyo, tan evocador, tan sugerente, que te mece con cromatismos extremos, con músicas ensoñadoras, con la escultural Parthenope, con misterios insondables…

Se presienten tus mensajes, Paolo. Hablas sin querer matar con la definición. Buscas embadurnar desde lo filosófico, con los temas eternos como la muerte, el amor, la belleza, el espíritu, el sexo… Juegas a flirtear con ellos, poniéndoles la alfombra… dejándolos caer. Tienes tanto que contar, que al acabar la cinta no sé si realmente has contado algo…

Te reconozco, Paolo, que hay algo que me hace dudar, que no me ha acabado de convencer. La verdad es que me cuesta creer que la gente tan opulenta de riqueza pueda acercarse demasiado a lo que podríamos llamar alguna clase de “verdad”. Empleas a personajes de alto copetín para desarrollar tus vaporosas hipótesis, y esa combinación se me hace bola en la garganta. Pero, por otro lado, entiendo que, si hablaras claramente, si presentaras tus intuiciones a la luz de los taquígrafos, no te dejarían hacer cine. Sí, he visto quiénes te financian, sospecho cuál es la ecuación en la que te mueves.

Creo que, por encima de todo lo que ofreces en esta cinta, como en otras, Paolo, lo que más valoro es la sugerencia. Tus sugerencias son extraordinariamente enriquecedoras. Como cuando combinas la religión y el sexo, allá por donde el milagro de San Genaro. O como cuando muestras al hijo monstruoso del hombre, en lo que se ha convertido. O como cuando nos hablas de la trascendencia de la maternidad y del momento de la fresca y resplandeciente juventud. O como cuando nos enseñas la degradación que hay en el mundo de la actuación.

Si me siento dos horas frente a una pantalla, pido alimento, exijo alimento. Tu “Parthenope” lo tiene, aunque no sé si tanto como aparenta tener. Es esa la puerta que no acabo de atravesar. Tras más de dos horas de visionado, pasmado y absorto por la multitud de bellos estímulos visuales y sonoros recibidos, ¿cómo es que tu película, Paolo, no me deja mayor poso?

“¿En qué estás pensando?” repites una y otra vez. Pienso que tu estilo, tus formas, tus conversaciones, nos recuerdan que no todo está perdido en la cinematografía, aún se pueden encontrar trabajos que valgan la pena. Veo poco cine moderno, el tuyo tiene todavía un sitio en él.

Las buenas obras filmadas, resisten bien más de dos visualizaciones. Esa será la prueba definitiva. Pero, por ahora, desde la inmediatez, sólo puedo alabar lo magnético de tu propuesta. Ojalá que continúe.

Cordialmente
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