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7,0
1.225
8
13 de mayo de 2010
13 de mayo de 2010
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial entretenimiento ofrecido desde esta cinta en la que el espectador pasa a convertirse en uno de los elementos más importantes al sentirse parte integrante de la trama, pues esta película, dirigida por Bertrand Tavernier con guión de Michel Alexandre, parece tener el claro objetivo de querer involucrarnos en la rutina laboral de los agentes que componen una brigada policial de París.
No es una cinta policíaca al uso, de esas que hacen de la figura del agente un héroe casi sobrehumano, sino un retrato de la parte más realista y menos comentada en el cine de este sector. Aquí, los enemigos de la policía no son narcotraficantes cargados de cientos de kilos de heroína, ni peligrosas bandas de ladrones que saquean la ciudad o criminales que hacen de las calles un lugar de pánico; aquí, el principal enemigo es el propio gobierno francés, que mantiene a las autoridades policiales en un estado de máxima austeridad, desarrollando su labor en cochambrosas comisarías que ven la necesidad de ampliarse convirtiendo casetas de obra del exterior en improvisados despachos que albergarán brigadas como la de estupefacientes. Las falta de vehículos será otro de los grandes obstáculos de los agentes, que también demandarán hojas de papel para los informes, entre otras muchas cosas. Todos estos hechos hacen comprender la realidad policial desde un punto de vista auténtico, cercano, familiar, con toda una serie de personajes que no buscan lágrimas ni compasión en nadie, y que trabajan en un ambiente distendido, alegre y amigable, no exento de lógicos toques dramáticos que harán su obligada aparición en algunos de los momentos más tensos del conjunto del argumento.
Para poder contar todo esto, Bertrand Tavernier se sirve de la historia ficticia de un investigador de policía llamado Lucien “Lulu” Marguet (Didier Bezace), que tras campar sin mucho éxito por otras comisarías de las que es trasladado bien por indisciplina o tozudez de su jefe, bien por petición propia, termina instalándose en el lugar que le servirá para estabilizarse, la brigada de estupefacientes de una brigada policial parisina que tiene como sede una pequeña caseta de obra instalada en los exteriores de una comisaría que presenta un estado de abandono y caotismo que se aleja de lo que al cine nos tiene acostumbrados en beneficio del realismo más objetivo, pues aunque la cinta date del año 1992, la situación de la policía francesa sigue presentando varios problemas similares a los que se cuentan en Ley 627, teniendo réplica en otros cuerpos policiales europeos desfavorecidos por el Estado como por ejemplo, en España, la Guardia Civil o la Policía Nacional (no hay más que darse una vuelta por sus instalaciones para poder comprobar este dato).
< < < Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio > > >
No es una cinta policíaca al uso, de esas que hacen de la figura del agente un héroe casi sobrehumano, sino un retrato de la parte más realista y menos comentada en el cine de este sector. Aquí, los enemigos de la policía no son narcotraficantes cargados de cientos de kilos de heroína, ni peligrosas bandas de ladrones que saquean la ciudad o criminales que hacen de las calles un lugar de pánico; aquí, el principal enemigo es el propio gobierno francés, que mantiene a las autoridades policiales en un estado de máxima austeridad, desarrollando su labor en cochambrosas comisarías que ven la necesidad de ampliarse convirtiendo casetas de obra del exterior en improvisados despachos que albergarán brigadas como la de estupefacientes. Las falta de vehículos será otro de los grandes obstáculos de los agentes, que también demandarán hojas de papel para los informes, entre otras muchas cosas. Todos estos hechos hacen comprender la realidad policial desde un punto de vista auténtico, cercano, familiar, con toda una serie de personajes que no buscan lágrimas ni compasión en nadie, y que trabajan en un ambiente distendido, alegre y amigable, no exento de lógicos toques dramáticos que harán su obligada aparición en algunos de los momentos más tensos del conjunto del argumento.
Para poder contar todo esto, Bertrand Tavernier se sirve de la historia ficticia de un investigador de policía llamado Lucien “Lulu” Marguet (Didier Bezace), que tras campar sin mucho éxito por otras comisarías de las que es trasladado bien por indisciplina o tozudez de su jefe, bien por petición propia, termina instalándose en el lugar que le servirá para estabilizarse, la brigada de estupefacientes de una brigada policial parisina que tiene como sede una pequeña caseta de obra instalada en los exteriores de una comisaría que presenta un estado de abandono y caotismo que se aleja de lo que al cine nos tiene acostumbrados en beneficio del realismo más objetivo, pues aunque la cinta date del año 1992, la situación de la policía francesa sigue presentando varios problemas similares a los que se cuentan en Ley 627, teniendo réplica en otros cuerpos policiales europeos desfavorecidos por el Estado como por ejemplo, en España, la Guardia Civil o la Policía Nacional (no hay más que darse una vuelta por sus instalaciones para poder comprobar este dato).
< < < Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio > > >
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película, además de en lo laboral, también abarca los puntos más personales de Lulu Marguet, un casanovas que paradójicamente está enamorado de una prostituta enganchada a la heroína. Nos habla de él situándonos desde una perspectiva que sigue todos sus trabajos, desde los más complejos (vigilancias, seguimientos, intervenciones) a los más soporíferos pero indispensables dentro de la buena marcha de una comisaría (recepción de denuncias y todo lo relacionado con la burocracia, llevar al taller la furgoneta que se usa para las vigilancias, etc). Sus compañeros formarán un grupo bastante heterogéneo, estando comandados por un jefe bastante bromista, una guapa y sensual compañera, un policía desaliñado y sobrado de peso, el novato de turno (que a diferencia de la poca ética de sus compañeros, siempre pretende seguir el camino correcto para llevar a cabo cada acción) y el más serio y aplicado de todos, que a su vez será el que mejor relación mantenga con Lulu Marguet. Todas las interpretaciones rayan a un nivel óptimo.
En definitiva, esta película es un diario de la vida policial en una comisaría francesa cualquiera que no tiene miedo en mostrar la parte más rutinaria del trabajo policial en detrimento de la acción, repasando casi todos los puntos del trabajo más práctico de los agentes y por ello situando al espectador, lo mismo detrás de unos cristales tintados de una furgoneta para un vigilancia, que ante una mesa de madera corroída para atender todo tipo de denuncias sin demasiado fundamento, u ocultándose entre los viandantes de los andenes del metro para pillar in fraganti a pequeños camellos de barrio que pasan la droga a su clientela mediante las formas más perspicaces. Todo, sin olvidar los momentos de broma (esos cubos de agua que caen desde el primer piso) y diversión de los agentes durante el transcurso de su deber. Una de las mejores cintas para comprender la cara más humana del trabajo de la policía.
En definitiva, esta película es un diario de la vida policial en una comisaría francesa cualquiera que no tiene miedo en mostrar la parte más rutinaria del trabajo policial en detrimento de la acción, repasando casi todos los puntos del trabajo más práctico de los agentes y por ello situando al espectador, lo mismo detrás de unos cristales tintados de una furgoneta para un vigilancia, que ante una mesa de madera corroída para atender todo tipo de denuncias sin demasiado fundamento, u ocultándose entre los viandantes de los andenes del metro para pillar in fraganti a pequeños camellos de barrio que pasan la droga a su clientela mediante las formas más perspicaces. Todo, sin olvidar los momentos de broma (esos cubos de agua que caen desde el primer piso) y diversión de los agentes durante el transcurso de su deber. Una de las mejores cintas para comprender la cara más humana del trabajo de la policía.

6,6
7.951
8
30 de enero de 2010
30 de enero de 2010
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama gira en torno a Malena (Monica Bellucci), mujer de una belleza y un atractivo impresionante capaz de dejar prendados a todos los hombres del pueblo de Castelcuto (Sicilia) y de despertar las envidias e iras que alcanzan el nivel de odio, en los corrillos que las mujeres del pueblo crean en cada rincón. Las miradas de éstas se clavan en Malena como dardos envenenados mientras se dirige a cualquier parte con su saber andar prodigioso, rodeada de un aura casi virginal que consigue incluso conquistar a un pobre chaval de casi 13 años que no sabe lo que le espera.
La obsesión por el atractivo de Malena se adueña del pequeño Renato Amoroso (Giuseppe Sulfaro), para mí el verdadero protagonista de la cinta, que con sus hormonas elevadas trae de cabeza a sus padres y apenas puede conciliar el sueño, inmserso en sus fantasías. Renato se convierte en el ángel de la guarda, en la sombra de Malena, siguiéndola allá donde va, subido en su flamante bicicleta luciendo unos para el ridículos pantalones cortos de los que desea desprenderse. A pesar de que el mundo está en guerra y la Italia de Mussolini se ha metido de lleno en la misma, el tema más importante a tratar en el pueblo no es Hitler ni el Duce, si no Malena, en boca de todos.
Una cinta que a pesar de ser un drama no pretende serlo, acercándose más a una pequeña fábula en forma de comedia, con la impresionante fotografía de Lajos Koltai (director de Sin destino, 2005) y la música de Ennio Morricone. Ambas categorías estuvieron nominadas a los Oscar. Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, La leyenda del pianista del océano) consigue crear una película bonita que sin igualar en fuerza a cualquier de sus otras obras, deja un buen sabor de boca y supone un espectáculo agradable e interesante, digno de agradecer.
La obsesión por el atractivo de Malena se adueña del pequeño Renato Amoroso (Giuseppe Sulfaro), para mí el verdadero protagonista de la cinta, que con sus hormonas elevadas trae de cabeza a sus padres y apenas puede conciliar el sueño, inmserso en sus fantasías. Renato se convierte en el ángel de la guarda, en la sombra de Malena, siguiéndola allá donde va, subido en su flamante bicicleta luciendo unos para el ridículos pantalones cortos de los que desea desprenderse. A pesar de que el mundo está en guerra y la Italia de Mussolini se ha metido de lleno en la misma, el tema más importante a tratar en el pueblo no es Hitler ni el Duce, si no Malena, en boca de todos.
Una cinta que a pesar de ser un drama no pretende serlo, acercándose más a una pequeña fábula en forma de comedia, con la impresionante fotografía de Lajos Koltai (director de Sin destino, 2005) y la música de Ennio Morricone. Ambas categorías estuvieron nominadas a los Oscar. Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, La leyenda del pianista del océano) consigue crear una película bonita que sin igualar en fuerza a cualquier de sus otras obras, deja un buen sabor de boca y supone un espectáculo agradable e interesante, digno de agradecer.

4,6
16.897
6
25 de enero de 2010
25 de enero de 2010
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Linchada desde las críticas de muchos críticos y aficionados al cine, me dispuse a ver esta película convencido de que no era posible que una película sobre un hecho tan trágico como los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York, fuese tan rematadamente mala como desde cientos de líneas se intentaba transmitir, apoyadas por las votaciones en las páginas en las que los usuarios tienen la opción para hacerlo.
En esas críticas, tan respetables como la mía, se hablaba de apología al ex-presidente norteamericano George W. Bush y de que esta cinta servía para legitimar la guerra a la que el mencionado mandatario llevó a los EEUU tras los atentados. También desde algunas críticas se aprovechaba la oportunidad para criticar con saña a la población americana, algo totalmente incomprensible teniendo en cuenta de qué trata la película y lo que desea transmitir, al menos entre los suyos. Toda nación que sufre un atentado tan trágico como el del que se habla en la película, merece como poco glorificar a las víctimas del mismo y ensalzar la figura de aquellas personas que dieron todo, hasta su vida, por ayudar a salvar la de otros.
Si ésta fuese una película corriente, no dejaría de ser una convencional historia de policías, bomberos y héroes americanos con esposas desesperadas en sus hogares sin tener noticias de los mismos. Pero es una cinta que relata desde las más buenas intenciones los momentos más trágicos que aquel fatídico día se dieron cita. Ese maldito 11 de Septiembre en el que las Torres se vinieron abajo a causa del impacto de dos aviones cargados de pasajeros que fueron secuestrados por terroristas islamistas, siendo derribadas las dos y quedando enterradas entre sus escombros las vidas de miles de personas.
(Sigue en SPOILER sin desvelar detalles del argumento)
En esas críticas, tan respetables como la mía, se hablaba de apología al ex-presidente norteamericano George W. Bush y de que esta cinta servía para legitimar la guerra a la que el mencionado mandatario llevó a los EEUU tras los atentados. También desde algunas críticas se aprovechaba la oportunidad para criticar con saña a la población americana, algo totalmente incomprensible teniendo en cuenta de qué trata la película y lo que desea transmitir, al menos entre los suyos. Toda nación que sufre un atentado tan trágico como el del que se habla en la película, merece como poco glorificar a las víctimas del mismo y ensalzar la figura de aquellas personas que dieron todo, hasta su vida, por ayudar a salvar la de otros.
Si ésta fuese una película corriente, no dejaría de ser una convencional historia de policías, bomberos y héroes americanos con esposas desesperadas en sus hogares sin tener noticias de los mismos. Pero es una cinta que relata desde las más buenas intenciones los momentos más trágicos que aquel fatídico día se dieron cita. Ese maldito 11 de Septiembre en el que las Torres se vinieron abajo a causa del impacto de dos aviones cargados de pasajeros que fueron secuestrados por terroristas islamistas, siendo derribadas las dos y quedando enterradas entre sus escombros las vidas de miles de personas.
(Sigue en SPOILER sin desvelar detalles del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Oliver Stone no consigue hacer una gran película y no exprime esta tragedia por culpa de un guión corriente que es el principal culpable de que el film no llegue a los corazones de prácticamente nadie. Intenta ser correcto a más no poder y se nota su respeto por la tragedia. Repasa lo que hemos visto muchas veces en televisión y lo ofrece desde el punto de vista de dos policías portuarios que quedan atrapados entre los escombros de las Torres tras su derrumbe. Cuenta con unos buenos minutos principales pero después todo es más de lo mismo. Se pueden reprochar muchas, muchas cosas a esta película. Tantas cosas como a los que han escrito centenares de críticas hablando de cosas que no existen en esta cinta (apología a las políticas de Bush: ¿en qué momento se habla de política?) que, a pesar de los pesares, no deja de ser un documento interesante y bienintencionado que por momentos sabe acercar bien el dramatismo de aquel día que desgraciadamente tuvo como secuela el 11 de Marzo en Madrid.
Nicolas Cage, junto al resto del reparto, logra hacer un papel correcto. Dicen que la cinta es patriótica ¿se imaginan que fuera lo contrario?. Muy liviana en términos generales. Pero no deja de ser entretenida e interesante. No olvidemos que ante un hecho así, la historia no se puede cambiar por que le dé la gana a un director. Es lo que pasó, contado basándose en las historias reales de los matrimonios McLoughlin y Jimeno, y no puede cambiarse, si se quiere ser fiel a lo que éstas personas relataron y a los acontecimientos que todos conocemos. Sólo puede contarse con estilos diferentes. Esta cinta es un retorno al pasado a modo de tributo para contemplar lo que pasó ofrecida desde las agónicas vidas de dos personas y la preocupación de sus familiares. Si esto no les parece emocionante o interesante, les parece tedioso y reprobable, simplemente espero que no existan más películas similares, puesto que eso significaría que un nuevo gran atentado habría hecho presencia en nuestras vidas.
Nicolas Cage, junto al resto del reparto, logra hacer un papel correcto. Dicen que la cinta es patriótica ¿se imaginan que fuera lo contrario?. Muy liviana en términos generales. Pero no deja de ser entretenida e interesante. No olvidemos que ante un hecho así, la historia no se puede cambiar por que le dé la gana a un director. Es lo que pasó, contado basándose en las historias reales de los matrimonios McLoughlin y Jimeno, y no puede cambiarse, si se quiere ser fiel a lo que éstas personas relataron y a los acontecimientos que todos conocemos. Sólo puede contarse con estilos diferentes. Esta cinta es un retorno al pasado a modo de tributo para contemplar lo que pasó ofrecida desde las agónicas vidas de dos personas y la preocupación de sus familiares. Si esto no les parece emocionante o interesante, les parece tedioso y reprobable, simplemente espero que no existan más películas similares, puesto que eso significaría que un nuevo gran atentado habría hecho presencia en nuestras vidas.

5,2
4.600
7
15 de noviembre de 2013
15 de noviembre de 2013
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
En La huida de Stefan Ruzowitzky (Los falsificadores, 2007) esperaba un argumento más tópico y acorde con el título que le ha sido impuesto en España, viniendo inmediatamente a mi cabeza otras cintas de tramas inmersas en nevadas como En la niebla (2012) o Infierno blanco (2012), en las que la supervivencia de sus protagonistas es la base sobre la que reposa su historia. También me he acordado de la excelente Fargo (1996), apunte muy difícil de guardarse debido a una determinada escena que guarda un descarado parecido con el trabajo de los hermanos Coen. No son pocas las películas en las que podemos encontrar los ingredientes de supervivencia frente a condiciones climatológicas extremas, personajes al límite y lugares infinitos cubiertos por un amenazante manto blanco que promete arropar peligros. Pero en “Deadfall” más que ser esto un ingrediente principal, es la guarnición de un plato cuyo sabor quiere sorprender con algo diferente. Y a veces, lo consigue.
Lo consigue porque lleva su historia de fugitivos y perseguidores más allá de la mera sucesión de secuencias por las que los personajes deberán resistir ante lo imposible. Y es que la dirección apuesta por dividirlos -separándolos por diferentes situaciones que después pretenderán unirse- para que no nos cansemos de un excesivo relato de supervivencia en pantalla, ni caigamos en una historia que sólo muestra dos bandos. Aquí los protagonistas se dividen en varias facciones: fugitivo uno, fugitivo dos, fugitivo tres (y que nada tiene que ver con los anteriores puesto que él huye de otra causa), oficina del Sheriff (con sus propias intríngulis internas) de un recóndito condado fronterizo de Michigan y una familia feliz que sólo quiere celebrar una buena cena de Acción de Gracias. Desde cada parte se nos muestran unas personalidades muy interesantes, cada rol con unas preocupaciones y una determinada profundidad relativamente bien construida, y fusionándose todos estos enfoques para constituir en su conjunto una completa maraña que analiza un puñado de personajes desgraciados.
Los problemas, más allá de la previsibilidad de algunos desenlaces y lo incompleto o forzado de ciertas subtramas, salen a la superficie cuando intentan convertir una bien ideada historia de dos desconocidos que sienten una repentina tensión sexual -y que bien pudiera haberse llevado por ese camino, dándole juego a una trama más pícara, madura y desvergonzada-, en un romance idiota tan lleno de inocencia como de tomadura de pelo. Que en el 80 % de las películas, sea cual sea el género, tengamos que mamar sí o sí una historia de amor, vale. Que en el cine parezcan no existir las relaciones entre gente físicamente normal o simplemente, fea., vale. Que sólo pueden valer aquellos romances en los que ambos, además de actores, también pueden ser -o ya lo son- modelos, también okey. Pero ya que tragamos con esto, al menos que la realización se moleste en unirlos de una manera creíble.
Pese a ello, de lo que estoy muy seguro es de una cosa. Ni me he aburrido, ni he mirado el reloj, y cuando me he tenido que levantar para irme de la sala lo he hecho satisfecho por la sensación de haber visto una película que me ha ofrecido muy buen entretenimiento, gracias a la tensión de ciertas escenas, a la diversidad de sus personajes, a los admirables parajes en los que se desarrolla su historia y a sus flecos más cercanos a las road movie . De su reparto, me quito el sombrero ante Kris Kristofferson (lamentablemente, muy desaprovechado) y Sissy Spacek, ambos conscientes de que son capaces de emocionar hasta sin pronunciar una palabra: y es que sus miradas penetran, embelesan, enamoran. Eric Bana también me ha resultado muy atractivo en su papel. Charlie Hunnam lo único que ha hecho ha sido cambiar su moto de Sons of Anarchy por una SuperCab (una camioneta Ford F-250), no necesitando ni esforzarse para cumplir con un rol cuya personalidad parece calcada de la de su personaje en la célebre serie televisiva. Olivia Wilde hace de la sensualidad su bandera, pero su rol está bastante difuminado.
Lo consigue porque lleva su historia de fugitivos y perseguidores más allá de la mera sucesión de secuencias por las que los personajes deberán resistir ante lo imposible. Y es que la dirección apuesta por dividirlos -separándolos por diferentes situaciones que después pretenderán unirse- para que no nos cansemos de un excesivo relato de supervivencia en pantalla, ni caigamos en una historia que sólo muestra dos bandos. Aquí los protagonistas se dividen en varias facciones: fugitivo uno, fugitivo dos, fugitivo tres (y que nada tiene que ver con los anteriores puesto que él huye de otra causa), oficina del Sheriff (con sus propias intríngulis internas) de un recóndito condado fronterizo de Michigan y una familia feliz que sólo quiere celebrar una buena cena de Acción de Gracias. Desde cada parte se nos muestran unas personalidades muy interesantes, cada rol con unas preocupaciones y una determinada profundidad relativamente bien construida, y fusionándose todos estos enfoques para constituir en su conjunto una completa maraña que analiza un puñado de personajes desgraciados.
Los problemas, más allá de la previsibilidad de algunos desenlaces y lo incompleto o forzado de ciertas subtramas, salen a la superficie cuando intentan convertir una bien ideada historia de dos desconocidos que sienten una repentina tensión sexual -y que bien pudiera haberse llevado por ese camino, dándole juego a una trama más pícara, madura y desvergonzada-, en un romance idiota tan lleno de inocencia como de tomadura de pelo. Que en el 80 % de las películas, sea cual sea el género, tengamos que mamar sí o sí una historia de amor, vale. Que en el cine parezcan no existir las relaciones entre gente físicamente normal o simplemente, fea., vale. Que sólo pueden valer aquellos romances en los que ambos, además de actores, también pueden ser -o ya lo son- modelos, también okey. Pero ya que tragamos con esto, al menos que la realización se moleste en unirlos de una manera creíble.
Pese a ello, de lo que estoy muy seguro es de una cosa. Ni me he aburrido, ni he mirado el reloj, y cuando me he tenido que levantar para irme de la sala lo he hecho satisfecho por la sensación de haber visto una película que me ha ofrecido muy buen entretenimiento, gracias a la tensión de ciertas escenas, a la diversidad de sus personajes, a los admirables parajes en los que se desarrolla su historia y a sus flecos más cercanos a las road movie . De su reparto, me quito el sombrero ante Kris Kristofferson (lamentablemente, muy desaprovechado) y Sissy Spacek, ambos conscientes de que son capaces de emocionar hasta sin pronunciar una palabra: y es que sus miradas penetran, embelesan, enamoran. Eric Bana también me ha resultado muy atractivo en su papel. Charlie Hunnam lo único que ha hecho ha sido cambiar su moto de Sons of Anarchy por una SuperCab (una camioneta Ford F-250), no necesitando ni esforzarse para cumplir con un rol cuya personalidad parece calcada de la de su personaje en la célebre serie televisiva. Olivia Wilde hace de la sensualidad su bandera, pero su rol está bastante difuminado.

4,8
6.569
7
15 de marzo de 2010
15 de marzo de 2010
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea de libertad a la francesa en los años en los que España estaba inmersa en el franquismo, sólo era conocida por Andrés (Carlos Hipólito) a través de los comentarios que departía junto a sus amigos en las partidas de cartas que realizaban. Un día y con motivo de sus vacaciones, viaja hasta Francia hospedándose allí en el hogar de un matrimonio español, recomendado por su amigo Armando (Enrique Villén). La idea de Andrés, recién aterrizado en la tierra de la Torre Eiffel y el río Sena, es conocer el país, relacionarse con chicas y vivir intensamente los quince días que pasará en Francia, aunque sus planes finalmente no saldrán como planea al casi no salir del piso después de conocer a la más que sensual y bellísima Ninette (Elsa Pataky), hija del matrimonio dueño del piso en el que se hospeda.
Entre ellos nacerá una relación apasionada que mantendrán viva a espaldas tanto de los padres de Ninette como de Armando, quien se tragará las mentiras piadosas de Andrés para escaquearse de los planes de su amigo y permanecer en la casa con Ninette. Y es que desde luego sería muy difícil no renunciar a cualquier cosa a cambio de poder disfrutar de la compañía tan exquisita, sensual y elegante del personaje encarnado notablemente por Elsa Pataky, flanqueada por Carlos Hipólito en el papel de Andrés, desarrollando un gran trabajo y entre ambos, sumándose a éstos la siempre agradecida presencia de uno de los mejores secundarios del cine español, Enrique Villén, salvarán todo el conjunto de la película, grande en su primera parte basada en Francia y pasable en el momento en el que la historia se traslada a Murcia.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
Entre ellos nacerá una relación apasionada que mantendrán viva a espaldas tanto de los padres de Ninette como de Armando, quien se tragará las mentiras piadosas de Andrés para escaquearse de los planes de su amigo y permanecer en la casa con Ninette. Y es que desde luego sería muy difícil no renunciar a cualquier cosa a cambio de poder disfrutar de la compañía tan exquisita, sensual y elegante del personaje encarnado notablemente por Elsa Pataky, flanqueada por Carlos Hipólito en el papel de Andrés, desarrollando un gran trabajo y entre ambos, sumándose a éstos la siempre agradecida presencia de uno de los mejores secundarios del cine español, Enrique Villén, salvarán todo el conjunto de la película, grande en su primera parte basada en Francia y pasable en el momento en el que la historia se traslada a Murcia.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La música corre a cargo de Pablo Cervantes, uno de los fijos contemporáneos de José Luís Garci. Las melodías que suenan suponen un excelente acompañamiento para el argumento, siendo una delicia para los oídos las obras que el joven compositor español ejecuta, como ya le ocurriera en Tiovivo c.1950 o Historia de un beso.
Con todo esto, una buena película machacada por el rechazo popular hacia las obras del incomprendido José Luís Garci que, sumergido en su infinita nostalgia hacia los años en los que se basa la historia de esta cinta, vuelve a hacer gala una vez más de un guión melancólico que es concedido a personajes solitarios y con ideas más clásicas sobre la filosofía de vida. El conjunto del metraje resulta irregular por ser incapaz de mantener la sobriedad inicial hasta el final de la película, pero a mí esto no me ha supuesto ningún inconveniente ya que he podido disfrutar de todas sus escenas sin ningún inconveniente. El argumento está basado en dos obras teatrales de Miguel Mihura, hacia el que se dedica la película a modo de homenaje por el centenario de su nacimiento.
Con todo esto, una buena película machacada por el rechazo popular hacia las obras del incomprendido José Luís Garci que, sumergido en su infinita nostalgia hacia los años en los que se basa la historia de esta cinta, vuelve a hacer gala una vez más de un guión melancólico que es concedido a personajes solitarios y con ideas más clásicas sobre la filosofía de vida. El conjunto del metraje resulta irregular por ser incapaz de mantener la sobriedad inicial hasta el final de la película, pero a mí esto no me ha supuesto ningún inconveniente ya que he podido disfrutar de todas sus escenas sin ningún inconveniente. El argumento está basado en dos obras teatrales de Miguel Mihura, hacia el que se dedica la película a modo de homenaje por el centenario de su nacimiento.
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