La película se produjo en su día para lucimiento de un maduro Robert Redford y una siempre deslumbrante Daryl Hannah. El guión está bien desarrollado, con sus sorpresas, sus golpes de humor y su suspense final. Expresamente desarrollado para gustar a todos los públicos, hasta a los adolescentes. Un agradable paseo por el cine de los años 80 en una ciudad, Nueva York, que cuando la visitas tienes la sensación de haber estado allí anteriormente, quizá por películas como esta.

La película empieza fuerte y así sigue hasta el final, con sus giros y todos los atractivos para considerarla una buena comedia de acción, con malos, buenos y muchos efectos y sobresaltos. Además, es una trama muy viajera que nos transporta desde el sillón a varios escenarios muy atrayentes. Si quieres pasar un buen rato, esta puede ser una de las películas elegidas. Sobre las interpretaciones, poco que añadir excepto que son correctas, destacando especialmente la simpatía de Kate McKinnon.

Se trata de una entretenida película que se podría encuadrar en el género policíaco-aventuras-comedia. Uno de los atractivos de la trama es que nos lleva por la América profunda de los años 70, con sus acertadas localizaciones y sus tipos, extravagantes y con personalidades muy acentuadas. La interpretación de Jeff Bridges es de Óscar pero no como actor de reparto sino como de lo que es, actor principal junto a Eastwood.
El director, Michael Cimino realiza en esta película un ejercicio de engaño con el espectador ya que jamás podríamos imaginar que esta película y "El cazador" tengan el mismo padre cinematográfico. El ritmo cómico de esta contrasta radicalmente con el que nos marca en la que rodó cuatro años después, que le valió un Óscar, y esos diferentes registros solo los consiguen los grandes directores.
Para completar el cuadro de actores ya adelantado, tenemos a George Kennedy, un hombre tosco, carente de modales, como tanto en esta como en Charada, pero que sí alcanza cotas de ternura como en Aeropuerto.
"Un botín de 500.000 dólares" nos entretendrá y será difícil que defraude a algún tipo de público.

Todos sabemos que una cosa es tener una idea sobre la que ponerse a trabajar y otra muy distinta desarrollarla con acierto y dar una resolución satisfactoria. Y eso le pasa a esta película. Sobre una buena base, el director desarrolla una trama con un profundo desarrollo psicológico de un protagonista en un mundo impersonal sobre un entorno espacial igual de impersonal. Inquietante por lo posible. Como he dicho, el desenlace no defrauda y se mantiene coherente con la brillantez del desarrollo de la historia. Una película para ver con tranquilidad, para introducirse en el ambiente y forma parte de él.

A pesar de los muchos años que hace que se rodó en España, en Las Rozas, 55 días en Pekín sigue inalterable al paso del tiempo, quizá será porque los valores que nos trae son consustanciales al ser humano y atemporales. La camaradería, el amor, la lealtad a unos principios, la generosidad, los deseos de emancipación, la resistencia... forman parte de la vida y los legendarios protagonistas de esta soberbia película nos los muestran en toda su extensión.