Stephen Sommers dirigía hace ya unos años un par de películas muy dignas sobre la momia. Aquellas tenían un aire a lo Indiana Jones, con sus momentos de acción, de aventuras e incluso de humor. Eran palomiteras sí, pero muy entretenidas.
Pero resulta que Nick, el personaje de Tom Cruise, no es ni Indy ni Rick O'Connell, si no un sosainas metepatas. Si a esto le unimos una historiadora pánfila y una momia con menos carisma que un muñeco de trapo, lo que obtenemos es una película aburrida, sosa, cansina y sin substancia.
Si este es el comiendo del Dark Universe y el primer eslabón de una cadena de películas vinculadas, vamos apañados, porque si no han sido capaces de mostrar una historia digna con un personaje que podría haber dado mucho de sí, ¿qué vendrá después? Además tienen la osadía de dejar más o menos claro que esto no es más que el comienzo, y se quedan tan anchos.

MS1 tiene bastantes fallos. Algunas frases del guión son vergonzosas, reúne bastantes clichés del género y tiene alguna que otra escena de acción que da pena. Aún así, y si no teneis algo mejor a mano para ver, MS1 puede ser entretenida.

El argumento ya lo sabéis, unos presos se amotinan en una prisión espacial y tienen rehenes. Entre ellos, mira por dónde, la hija del presidente, aunque al principio ellos no lo sepan. Obviamente, la hija del "presi" es la prioridad, hay que salvarla. Y ahí entra Pearce en plan héroe (graciosillo y chuleta), con sus propios problemas y motivos para ir a la prisión.
A partir de ahí, y aunque los clichés son obvios y muchos de los diálogos un tanto manidos, la película resulta entretenida, pero nada más.
No esperéis una gran película con estupendos giros de guión, con una trama enrevesada, con grandes personajes y estupenda dirección, fotografía, banda sonora, etc. No. MS1 es lo que promete, una película sin demasiadas pretensiones.

Llevo viendo esta serie desde su estreno y nunca quise hacer una crítica, no hasta el final al menos.
Y ese final llegó. Y con él, todo el maravilloso mundo de GOT se desmoronó ante nuestros ojos, aunque para ser justos, llevaba desmoronándose desde la temporada 7.

No, yo no era de las que ansiaban un final a lo Disney, esto es GOT, cuya premisa desde la primera temporada siempre fue sorprender, girar y hacer que te encariñases con personajes solo para matarlos de forma cruenta ante tus ojos. Así que no, no esperaba un final adorable con todos felices y comiendo perdices. Solo esperaba una cosa: coherencia. Y no me la han dado, ni a mí ni a millones de fans en todo el mundo.

Pero volvamos la vista atrás. Allá por el 2011 se estrenaba la primera temporada, una serie muy esperada por los que, como yo, habíamos leído los libros publicados hasta el momento por G.R.R. Martin. Y no decepcionó, era lo que se esperaba de ella y aún más. La mano de Martin estaba tras los guiones y eso se notaba. Siguió notándose mientras estuvo en el equipo de guionistas. Pero un buen día Martin decidió que no iba a continuar con los guiones, el material de sus libros había llegado a su fin, él se iba a casa a escribir los libros restantes y los guionistas debían apañárselas siguiendo su propio camino.

Fue por aquel entonces cuando la serie empezó a tomar unos derroteros distintos a lo visto hasta entonces, pero aún teníamos la confianza en que las temporadas restantes estarían a la altura de las anteriores. No fue así. Benioffy y Weiss, sin el mando de Martin estaban un tanto perdidos.

Se dice en los mentideros, que HBO propuso a B y W hacer 9 o 10 temporadas con sus correspondientes 10 capítulos cada una. Se dice también que les dieron cheque en blanco de presupuesto, no en vano GOT era su serie estrella, no importaría cuán caro fuese cada capítulo, lo recuperarían con creces. Y se dice por último que ellos fueron quienes limitaron a 8 las temporadas, asegurando que podrían terminar de forma épica. Sabemos todos que habían sido contratados para una gran saga, así que las prisas por terminar empezaban a ser evidentes. No obstante, creo que los fans seguíamos teniendo la esperanza de que el final fuese uno de los mejores, si no el mejor, jamás visto en una serie de televisión. Máxime cuando se anunció que se tardarían dos años (el doble de tiempo que temporadas anteriores) en rodarse y estrenarse.

Si bien en la séptima temporada ya hubo algunos despropósitos, todavía con una última temporada excepcional, podría recuperar su esencia. Sin embargo, GOT, una serie épica desde sus inicios, algo innovador en televisión, incluso para los que somos seriéfilos acérrimos, caía en desgracia en su última temporada.

Y diréis ¿tanta puntuación si estás poniendo verde la última temporada? Pues sí, porque valoro la serie en su conjunto. Que la última temporada sea un despropósito, que las temporadas 6 y especialmente la 7 perdieran fuelle con respecto a las 5 anteriores, no desmerece lo anterior, tan magníficamente hilado, ni la magnífica puesta en escena al margen de la historia durante todos estos años.

Vamos a los spoilers

Por más que queramos dar mérito al guionista por intentar dar una visión distinta del deporte con unos diálogos bastante aceptables, si no te gusta el baseball la película se puede convertir en algo bastante tedioso.
Aunque Pitt perfila un personaje bastante bueno, y con una actuación sobresaliente, no hay duda de que la historia no acaba de cuajar, al menos para el público profano en el susodicho deporte. Y es que si no somos entendidos en el mismo, no nos llaman la atención las escenas donde se discuten los puntajes de los jugadores, o en las que Pitt intenta conseguir el equipo que quiere debatiendo con unos y con otros las estadísticas y los precios, por no hablar de las escenas de los partidos.
La película está bien ejecutada técnicamente, pero no es suficiente para atrapar en la historia a los poco entendidos en baseball.
Llama más la atención la historia secundaria del personaje de Pitt, y de ahí que haya subido la puntuación a un 5.

Quizá sea un poco precipitado hacer crítica con solo haber visto el primer capítulo, pero por ahora la serie promete. Es Prison Break con la esencia de la primera temporada.
Aquellas cuatro temporadas fueron de más a menos, propiciando un final necesario. La serie cayó por su propio peso, de haber continuado entonces probablemente se habría convertido en un absoluto desastre, pero al menos le dieron un final más o menos digno a tiempo.
Ahora, Prison ha vuelto, y con ella la emoción de esperar con ganas el siguiente capítulo. Aquella sensación que dejaba en ascuas a los espectadores entre capítulos, esa forma en que dejaba pistas y tramas que se iban hilando poco a poco. Todo lo que se perdió en la tercera y cuarta temporadas vuelve a estar presente. Vuelven los interrogantes, las ganas de que todo vaya encajando poco a poco. ¿Cuál será el plan de Michael en esta ocasión? ¿Con qué va a sorprendernos? Hay mucho que contar y mucho que resolver. Habrá que verlo en siguientes capítulos, pero la emoción ya está servida. Esperemos que continúe.