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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
20 de febrero de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Un rara avis dentro del Cine, "La otra tierra" viene a rellenar el vacío de la tradición épica europea y la ortodoxia formal que hasta hace menos de treinta años caracterizó al cine más prestigioso e influyente de nuestro continente. Desde entonces se han hecho algunas obras mayores en este sentido pero debido al cada vez más encorsetado formato comercial americano es más difícil acceder a ellas para el público medio. Me viene a la cabeza la grandiosa, "La mejor juventud" (Giordana, 2003).
Con una duración que presupone una atención y predisposición absolutas para disfrutarla y comprenderla en su plenitud (y yo que me alegro), Edgar Reitz se lanza a por su cuarta parte de la obra por la que va a ser recordado cuando muera. Si bien como precuela de toda la saga y quizá por la que haya que empezar para contextualizar correctamente todo el proceso de desarrollo primero y decadencia social después a la que ha llegado la Alemania actual (aunque con los tiempos, conseguir que alguien vea cualquiera de las partes es en sí mismo un mérito nada desdeñable).
Nos encontramos pues en un pueblo a mediados del XIX, el nexo de unión de casi todos los actos es Jakob, bendita oveja negra, ambicioso y soñador, culto y sensible y por lo tanto, inadaptado e incomprendido, sobre todo en un entorno en el que la mayoría solo piensa en como se las apañarán para seguir un día más con vida mientras son oprimidos y casi asfixiados por unas tiránicas leyes impuestas por los grandes aristócratas de la región.
La obra se divide en dos partes, la primera, al estilo de las novelas de aprendizaje, nos lleva de la mano del propio Jakob, en su proceso de madurez (básicamente el llevarse hostias emocionales, y no tan emocionales) que culmina con un profundo desencanto tanto desde el plano sentimental como desde el político al ver que la realización de estos dos aspectos dependen también de elementos externos no controlables e incluso, constituidas por fuerzas mucho mayores a las que no es posible enfrentarse solo.
La segunda parte empieza con un plano silencioso del cartel del pueblo, prolongación inquieta de las malas sensaciones con la que acaba la primera. La intuición no falla: Se avecinan cosas peores pero de distinta naturaleza.
Desde la individualidad con cierto encanto desmitificador (ahí es nada lo que consigue Reitz) se deja paso a un fresco social deprimente: los personajes jóvenes se ven obligados a madurar, a comprender rápidamente que su lugar en el mundo no se diferencia mucho realmente del que puedan tener un mueble o un arado de su propiedad. Las risas y travesuras de la juventud dejan paso al trabajo sin garantías, a las ilusiones perdidas y por añadidura, a las enfermedades, las primeras muertes de amigos y familiares y los hijos no natos o prematuramente fallecidos.
La hostia existencial está bien medida, y en ese sentido, nadie lo hace tan bien como los alemanes.
Jakob, se convierte en una especie de paria social desde que lo encarcelaron, pero la falta de tiempo de su gente y de sus padres, provoca que, en poco tiempo, se integre en su pueblo otra vez con naturalidad, no hay lugar para los chismorreos y dedos acusadores con los que la cinematografía tradicional nos había mostrado la vida rural clásica. Hay que unirse rápidamente al engranaje mecánico, medio oxidado y aparentemente irreemplazable con el que les ha tocado vivir.
Uno ya comprende que no puede hacer de la vida lo que uno quiera, si no lo que esta le permite. Ya a uno no le pesan los fallos del pasado, el tiempo perdido o las oportunidades desaprovechadas, solo queda mirar para adelante, trabajar y comprender que esto no es culpa de nadie, pero que a la vez es culpa de todos.
No hay fuerzas ni espíritu para lograr un cambio social efectivo, carecen de medios, carecen de palabras para expresar correctamente sus necesidades y sobre todo carecen de tiempo.
Los habitantes del pueblo no pueden, entonces, organizarse contra las clases dominantes, pero todos sueñan en secreto con hacer las Américas, una ambición aparentemente absurda y culturalmente dificultosa pero que surge de la propia desesperación existencial por la falta de autorrealización.
Jakob es el primero que sueña con ello, es el primero que sabe, gracias a los libros y a la cultura, lo que le puede esperar al otro lado del charco, pero será el último en irse, obligado por el trabajo de herrero, alma y verdadero sustento (mal que le pese) de la familia y por la delicada salud de su madre, quien a su vez sueña con cumplir al menos el deseo universal de no morir sola y abandonada, una tregua personal con el mundo que Jakob comprende a medida que crece y que acepta a regañadientes mientras se cartea con científicos de la capital.
Es admirable la evolución psicológica de los personajes, especialmente del propio Jakob y de su eterno amor Henriette, ambos son víctimas del sistema déspota que les rodea, que refina su sadismo otorgando nuevos "beneficios" y comodidades a las familias pero como simple estrategia para que puedan producir más y no presenten tantos problemas (la escena de la rebelión por los toneles de vino y la claudicación por parte del conde es un ejemplo claro). Pero a la vez, son víctimas de su propia condición, que se revela al final como hermosa por ser pura, humana, la falta de realización en el plano afectivo-sexual es una constante latente en toda la obra y culmina con una intensa y deseada escena sexual que sin mostrar nada ya dice más que la mayoría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El silencio cómplice de los protagonistas es el sello que marcará para siempre su unión espiritual, simbolizada en este caso a través de la unión de la carne, fruto de sarpullidos para el catolicismo más rancio y que sorprendentemente está ausente. Algo que puede ser interpretado como: No meter más leña al fuego. Símbolo contemporáneo de que la religión ya se ha convertido en ese pesado mosquito que a pesar de revelar su naturaleza de insecto aparece de vez en cuando para dar por culo, pero cuyo impacto se ve como fuera de lugar en la sociedad actual.
En este sentido, "Heimat - La otra tierra", puede funcionar también como excusa para representar las carencias de nuestro tiempo, en una segunda lectura donde se observan incongruencias históricas.
Esas carencias son representadas fundamentalmente por dos problemas, como siempre: El dominio de una clase dominante minoritaria pero tremendamente influyente y la problemática de la incomunicación humana, derivada en parte de la opresión social externa pero también de la falta de experimentación y de conocimiento de nuestros semejantes. Del anhelo de unión espiritual y sensorial que autores como Dostoyevski o Tarkovski ya nos advirtieron en su día. Algo que solo ocurrirá cuando el individuo se libere de sus cadenas internas, verdadero proceso de crecimiento existencial y que implica un desarrollo puro, ajeno a presiones sociales y económicas.
El hombre que plantaba árboles
MediometrajeAnimación
Canadá1987
7,7
3.923
Animación
10
17 de agosto de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
"El hombre que plantaba árboles" es una sorpresa para el común de los cinéfilos, título relativamente desconocido, supone sin embargo una de las mejores (si no la mejor) película que se ha hecho en Canadá en toda su historia. Humilde pero peleona, se trata de un film evocador. Evocador de la esperanza en el ser humano como motor último del cambio. El hombre es el responsable de nuestra propia deshumanización, pero en su mano también está el cambiar esto. Volver a una forma de pensar pura, sin ataduras, en conexión con la naturaleza, pero con la experiencias de los tiempos pasados.
Esta obra supone salir de la oscuridad, ver la luz donde aparentemente no había, crear la luz. Imprescindible.
31 de diciembre de 2012 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda ópera prima de Grunberg quien ya trabajó como asistente de dirección con Mel Gibson en la decadente y adrenalítica "Apocalypto". El filme es un cruce entre el cine de Ritchie y la película "Very Bad Things". Apoyado en una variada puesta en escena con noches decadentes y multicolores que recuerda a esa obra surrealista con la que debutó Von Trier allá por 1984 "El elemento del crimen" y un día de colores blancos y bullicio incesante de personas que personalmente me retrotrae a la multigalardonada "Gomorra" de Garrone, aunque también se nota la inspiración en la antes mencionada "Apocalypto", de hecho la fotografía es del belga Benoît Debie quien ya se encargó del aspecto visual de esa paranoia alucinógena que es "Enter the Void"... Si a eso se le suma las magníficas interpretaciones de Gibson (cada día me gusta más este actor) y el descubrimiento de esa perla que es Kevin Hernández el film acaba convirtiéndose en un entretenido, violento y a la vez humorístico (eso sí, muy negro) ejercicio redondo en cuanto a narrativa que dejará un muy buen sabor de boca a aquellos que buscan un cine de acción rápido, ingenioso y con pocas fisuras.
Nota:
7'3
30 de agosto de 2015 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de "Secretos de un matrimonio" es sencilla y efectiva: Una pareja empieza a poner en duda la credibilidad más pura de su matrimonio (el amor) a raíz de la discusión de una pareja de amigos que se pelean en su presencia. En este sentido Bergman crea una película sólida, adulta y sumamente entretenida donde iremos viendo la paulatina desintegración de este matrimonio aparentemente perfecto y las posteriores reconciliaciones y sus reiteradas rupturas.
El autor muestra a una pareja acomodada, integrada en la sociedad y por tanto hipócrita. En los grandes momentos emocionales, la pareja deja al descubierto una alarmante falta de madurez emocional, con muestras de cierto patetismo y humillación personal, lo que demuestra, como dice Johan que "apenas sabe nada de la vida, por muchos libros que haya leído". Así es, esta falta de experiencia en cuanto a las relaciones interpersonales es lo que les lleva a no darse cuenta de que su matrimonio ha entrado en declive. Solo Marianne, años después del divorcio se dará cuenta de que sus problemas empezaron cuando hubo una total ausencia de sexo, algo que ambos en su momento no quisieron dar ninguna importancia pero que fue el germen para que posteriormente se empezaran a acumular otros problemas, como los secretos, las pequeñas mentiras y las falsas apariencias.
Bergman, en un aspecto que se intuye, deja entrever varios motivos por los cuales un gran porcentaje de matrimonios quedan en divorcio. Empieza mostrando como la educación que reciben los suecos está alejada de toda espiritualidad, en segundo lugar, la propia Marianne reconoce que fue criada con el fin de satisfacer a los demás lo que generó en ella una constante represión. La escena en la que esta charla con una cliente que se quiere divorciar deja a las claras que también hay personas que se casan entre sí con un fin interesado, para alcanzar la estabilidad económica o social. En este sentido, el amor más puro e incondicional es suprimido con el fin de alcanzar un falso bien mayor que acaba derivando en depresión, amargamiento y desilusión. Vuelve entonces el aspecto de la falta de educación espiritual en pos de un aspecto superficial y completamente banal como es el caché, la imagen.
Se pude decir que su director no pretende que empaticemos realmente con ninguno de los protagonistas, aunque están construidos de esta manera para que nos sintamos identificados con ambos en determinados momentos de la obra, con el fin de que intentemos justificar sus comportamientos. Realmentre, tanto Johan como Marianne son orgullosos, infieles y egoístas, como se puede observar en el hecho de que las hijas apenas aparecen en pantalla y apenas son mencionadas. Cuando sorprendidos, somos conscientes de esto, quedamos enmudecidos ante la capacidad del maestro sueco de hacernos sentir cercanos a sus personajes, demostrando, de manera definitiva, que estos rasgos se encuentran inherentes en cierta cantidad a la naturaleza humana.
14 de julio de 2012 1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los films más memorables de su autor, en el que supo crear una comedia eficaz haciendo para ello un gran uso de la oratoria y el carisma de sus personajes, cuyos comportamientos representan a la sociedad de una manera simplificada e hiperbólica. Partiendo de la premisa ya repetida en el cine de Capra de poner a los ricos como personas ególatras y avariciosas y a la gente más "humilde" (menuda casa que tienen) como simpática y original, consigue convencer al espectador de que el mejor modo de vivir es disfrutar de las cosas que a uno le gustan sin molestar a los demás y dejar de lado afanes materialistas que conllevan la corrupción del alma humana, todo ello hilvanado con unas actuaciones memorables donde todos los personajes parecen gozar de una admirable química entre ellos y un marcado optimismo que alegra el espíritu.
La fotografía es la habitual de su obra, donde importa más la puesta en escena y los decorados que el uso artístico de la cámara, la tendencia a incluir el mayor número de elementos dentro de los planos de un modo muy similar al arte barroco aumenta la sensación de calor humano que desprende la casa en la que viven los protagonistas.
Algunos errores del guión habituales de este director y hechos a posta y lo que le sobra de metraje ( larga y pesada la escena del juicio) es lo que evitan que sea considerada una Obra maestra pero que a pesar de todo se sitúa entre lo mejor del autor

8'8
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