Este es el cine que no se debe hacer. Si bien parte de una historia real rica en materia prima, no deja de ser ultra típica y ampliamente vista, con el agregado que el director elije el camino más simple, plano y chato para narrarla.

Encima si a eso le agregamos el sello Disney tenemos un combo mortal. Ah, me faltó agregar que actúa el hermano de Affleck, tipo más de madera e inexpresivo sobre la Tierra. En fin, un bodrio de dimensiones oceánicas.

El verdadero puntaje debería ser 5/10, tal vez 6 siendo generoso, porque sinceramente la cinta presenta fallas garrafales de continuidad, verosimilitud y en lo que respecta al ´´drama-comedia´´ tiene escenas de humor negro de muy baja calidad y, sobre todo, desubicadas e injustificadas.

Pero, dejando de lado la dirección de Bay (que para mí está bastante bien, estéticamente hablando), la historia real de la que se nutre la película es dantesca y bizarra a más no poder, con lo que en la cinta se ha jugado mucho con esto, logrando escenas que rozan lo surrealista, pero aparentemente así sucedieron.

Creo que a la mayoría no le gustó porque esperaban ver otra cosa.
En mi caso comparto que en ciertas escenas se vuelve densa y repetitiva logrando aburrir, pero si le tienes paciencia, se puede disfrutar.
La clave está la atmósfera subjetiva de opresión y desesperación que vive el personaje, y de la forma en que está filmada radica su ´´´éxito´´, aparte de ser original el recurso, está justificadamente utilizado.

Entretiene de entrada y te vas compenetrando paulatinamente en la historia. El personaje principal se roba todas las escenas con muy poco, construyendo un atracción permanente sobre su actuación.
Tal vez daba para algo más como tal vez no, creo que la decisión del director no estuvo mal al definir cerrar la historia del modo que lo hizo.

Hasta ahora es el mejor Lynch que vi y el que más me gustó, las otras que vi de este director son: Blue Velvet (1986) Lost Highway (1997) The Straight Story (1999). La película está hecha al detalle, con muy buen uso de los planos, tiempos, luces y ritmos, junto a actuaciones soberbias de Hopkins y Hurt.
La ambientación es destacable también pero, por sobre todo, la sutiliza del director en cada escena deja plasmada una marca genuina de maestría disfrutable.