Decir algo nuevo de 'Ladrón de bicicletas' sería toda una afrenta a la inteligencia.

He ido, como la mayoría de las personas más jóvenes, ciertamente condicionado respecto a la fama y la gloria de la película, bajo avisos de 'es la mejor película neorealista de su época', o 'todo un clásico'. Suelo enarcar una ceja a lo alto y disentir útlimamente cada vez que escucho tales comentarios.

Empero, esta vez llevaban razón. No me ha parecido que sobresaliera más o tanto que el resto de las de su género, de las que algunas tengo ya vistas, pero sí que denota un mayor realismo, un naturalismo atroz, unos personajes que sin duda conmueven y que se guarecen del olvido.

Poco hay más que decir de una película breve, con unas historias ya tratadas por otros colegas de Filmaffinity.

La primera, pese a que por lo que leo es de las que más ha gustado, me ha parecido aburrida, sosa, aunque con una buena intención. El abuelo y la joven, la nostalgia y el encantado de los sueños de última hora. A pesar de ello, insisto, creo que la han sobresaturado de interpretaciones propias.

La segunda, a pesar de desligarse del estilo de Kiarostami, recurre nuevamente al agobio, a la incomprensión del ser humano y el tedio por unos personajes atados, no se sabe por quién, contra un destino que los mueve.

La tercera, aunque en principio es la más sencilla y rasa historia de Ken Loach, es la que más me ha emocionado, por su sencillez, su realismo y su naturalidad. Es la que de verdad me ha hecho sacar una sonrisa al final de la película, y recordar que estamos para pasar el rato.

Coppola retoma el tema de la Guerra de Vietnam. Ahora sin disparos, sin muertos, sin una música sobrecogedora en un contexto demencial. La historia de un joven militar entusiasmado por ir lo antes posible a primera línea de combate y subir rápido de rango a capitán choca con la visión pesimista de los altos cargos que deben instruirle en la academia militar.

De manera tendencialmente poco entusiasta, algo descafeinada y en ocasiones un poco ñoña, la visión anti bélica que intentan hacer aparecer en esta película tiene sentido como redención de una sociedad que tardó décadas en darse cuenta de lo ocurrido bajo el nombre de la democracia.

La intención no es mala, pero después de verla queda la impresión de que podía haberse hecho mucho mejor con un poco más de esfuerzo.

A pesar de ser técnicamente perfecta, en tanto que montaje, luz, color y densidad de la imagen, y una historia presumiblemente redonda, el conjunto no ha hecho sino aburrirme.

La intención del guión es buena e incluso honesta, pero creo que se alarga demasiado para contar y repetir continuamente una misma idea desde diferentes formas y escenarios. Después de 50 o 60 minutos, llega a aburrir, cansar y a deslucir el conjunto de la obra.

Lamentablemente, creo que la película ha entrado en la conocida y horripilante categoría 'de culto', por lo que cualquier crítica negativa a la misma conlleva a ser tachado de inculto o inmaduro.

Algunas cosas bien, y otras mal.

Las que bien: engancha desde el minuto uno sin que exija mucha atención por parte del espectador. Las escenas de la primera media hora son espectaculares y el acontecimiento de los hechos que se van sucediendo son imprevisibles. Un Kevin Bacon soberbio, como suele acostumbrar.

Las que mal: otra película de las que tanto gustan en EEUU. Cuando la justicia estatal y establecida no cumple contigo, tienes el derecho a buscarte la ley de tu propia mano. Estos héroes 'anónimos', ciudadanos que podrían identificarse con cualquier estadounidense medio encarnan el ideal más 'sano' de los EEUU. A pesar de que empieza muy bien la película, al final termina degenerando, creándose una suerte de tragicomedia donde algunas escenas resultan realmente absurdas.

A pesar de todo, muy entretenida.