Esta película es como un postre que no termina de cuajar, y acaba quedándose en un buen intento. Tenía varias cosas a su favor: unos actores competentes (el pobre Thure Lindhart está recibiendo unas críticas muy variadas, pero tiro más por el bando de las positivas), una trama llena de autenticidad (no hace falta leer ninguna nota de prensa para percibir claramente que esto está lleno de situaciones vividas personalmente por el director y guionista), un puñado de escenas interesantes... En pocas ocasiones he visto retratado el sexo homosexual de una forma tan real y descarnada. No conozco la orientación de los actores, pero sea cual sea, un diez en este aspecto por el arrojo que le echan.

Pero el caso es que la masa del postre no sube, y finalmente sales del cine que ni fu ni fa: la típica peli que a los quince minutos ya estás hablando de otra cosa. Muchos críticos apuntan a que nunca se llega a mostrar la verdadera intimidad de los dos personajes (excepto cuando tienen su primera y fantástica escena de sexo), que no se percibe por qué se quieren... Y la verdad es que es muy posible que sea esta una de las razones principales. Yo además tengo otra problema, que quizás sea personal: el personaje de Paul me cae como una patada, no le entiendo, no me gusta nada como trata a Erik y no consigo sentir ningún aprecio por él. Y así, es difícil que me importe la historia, ya que me dan ganas de abofetear a Paul y gritarle a Erik que abra los ojos y busque a alguien que le merezca.

En fin, dejando de lado la historia de ambos, un detalle curioso de la película es que, sin haber vivido nunca allí, tengo la sensación de que refleja muy bien un tipo de ambiente neoyorquino, el los grupos de amigos de clase alta de ideas tirando a la izquierda, con sus cenas y sus "intervenciones" que forma una pequeña familia sustituta. A esta sensación de realismo contribuye esa fotografía poco sofisticada de cámara de bajo coste, en plan Dogma muy descafeinado.

Monté al tren y al sentarme en el asiento, ví que había una película con pinta de acabar de empezar. Pensé que sería el típico bodrio que te encasquetan en trenes y aviones: alguna cutre-comedia de Adam Sandler y su troupe, a lo mejor alguna comedia romántica de saldo, quizá una de esas pelis raras que no se sabe de dónde han salido donde los personajes no hacen sino hablar y hablar, siempre en planos medios y donde no ocurre nunca nada durante una hora y tres cuartos... Pero entonces apareció la primera escena en el bosque, donde unos enanos en zancos asaltaban a un noble y su lacayo en medio de piruetas circenses coreografiadas con gracia y energía. Y fue ahí que conecté los auriculares.

¿Qué era esto?

Pues esto es el cuento de Blancanieves contado con humor, desparpajo, mucha fantasía, estética barroca y ganas de juguetear con los personajes. Y los actores se prestan a ello: Julia Roberts roba la función con su autoparódica interpretación de una Reina "malvada" que en realidad produce más simpatía que nada, con su ácida personalidad y sarcástico sentido del humor. Lily Collins no tiene sus tablas ni su carisma, pero también le echa humor al asunto y compone a una Blancanieves mucho menos ñoña y con más iniciativa y humor del habitual. Sí, tiene las cejas gruesas, como muchos usuarios de Filmaffinity se han apresurado a dictaminar, y eso no la hace dejar de ser guapa, de hecho la distingue de las guapas-fotocopiadas-de-Hollywood. En fin, es el precio que hay que pagar cuando uno comete la osadía de no someterse completamente al canon estético de turno. ¿Qué será lo próximo, una negra que no se blanquee la piel para parecer lo más clara posible y no ahuyentar mucho al target comercial blanco suburbano? La película, en una de las escenas más inspiradas y socarronas, hace precisamente una crítica bastante divertida a la esclavitud y la tortura que supone mantenerse bella: el "tratamiento", con bótox cortesía de escorpiones incluída.

En fin, los que conozcan a Tarsem Singh ya sabrán de su gusto estético por el barroquismo estético y a fantasía visual, y aquí sigue en su línea, aunque sin llegar a los extremos de La Celda, que si bien fue también bastante vapuleada por la crítica en su momento, era asombrosa desde el punto de vista visual. Ahora que Tim Burton parece haber perdido un poco el brillo y no sorprende tanto como solía, me parece que este hombre también merece ser reinvidicado como un narrador de gran potencia visual.

Si te puedes tomar el cuento con humor y te dejas llevar por la fantasía y el humor burlón pero nunca condescendiente con la fuente original, dale una oportunidad a esta peli, que la merece.

Las críticas están siendo tirando a demoledoras, y la mayoría insisten en un tema: es pretenciosa, el mensaje místico de la reencarnación y la conexión entre todos los seres es simplón y está demasiado subrayado, y es vacía y ridícula.

Pues yo te propongo que pases un poco de los críticos oficiales (recientemente leí a uno afirmando agriamente que cierta película estaba hecha "con el mimo con el que se hace una patata frita del Burger King"; posteriormente supe que tanto el director como los actores llevaban AÑOS preparando el guión y sus interpretaciones... y lo peor es que bastaba con ver la película para notar el enorme cuidado puesto en cada detalle; se trata de la maravillosa "Blue Valentine"). Entra al cine olvidando los juicios previos tanto como te sea posible, siéntate en la butaca y déjate llevar.

Y quizás llegarás a emocionarte y disfrutar con seis o siete historias entrelazadas sutilmente, unidas por el tema común de la búsqueda de la libertad personal frente a las convenciones sociales y los intereses materialistas. ¿Hay filosofía barata? Sí, mucha, y desde luego el nivel de profundidad no pasa de la contracubierta de cualquier libro new age con una flor en la portada de la tienda del aeropuerto, pero no está tan subrayada ni es tan sectaria como los medios afirman, ni impide en absoluto disfrutar del relato.

Cada una de las historias tiene una estética e incluso un tono bastante particular (desde la entrañable comedia alocada de los abuelitos en su huida, hasta el cyberpunk en plan Blade Runner de la empleada clónica del McDonalds del futuro, pasando por la aventura romántica histórica del intrépido compositor separado de su amante por las normas sociales de la época). Sin embargo, el montaje y la dirección le dan a todo ello una extraña cohesión, y a lo largo de casi tres horas que sin embargo se pasan con bastante fluidez, todo va lenta pero firmemente subiendo en intensidad... Acabando en un clímax que tengo que reconocer que no llega a alcanzar esa explosión aboluta que le habría puesto la guinda. Los actores en general cumplen bien sin hacer nada muy reseñable, destacando Jim Broadbent, que en su encarnación principal compone un personaje simpático y entrañable.

De resto, una música hermosa, unos efectos especiales bastante interesantes de ver en las secuencias futuristas, unos cuantos agujeros de guión innegables que a poco que relfexiones empiezan a salir a la luz, y un cariño puesto en todo ello que es bastante palpable. Vale la pena.

Desde luego no es una película fácil ni accesible ni generosa con el público. La metáfora básica está bastante clara: la clase alta, los empresarios, están completamente aislados del mundo que les rodea, si bien entran en contacto con él de forma oblicua pero decisiva (todos esos datos crípticos que maneja el protagonista en sus pantallitas), y en ocasiones de la forma más directa: el tartazo.

El personaje principal, bastante dignamente interpretado, muestra un exterior frío, como de figura de cera, que sin embargo deja entrever un interior turbulento e inseguro: su hipocondría, su tendencia a la autodestrucción, su obsesión con la asimetría, la suya propia y la de las cosas y personas con que se rodea, ese tacto rectal al borde del orgasmo frente a su asesora y su botella de agua colocada entre las piernas...

Si intentamos profundizar más en los cientos de mensajes que lanza la peli, tengo que admitir que los diálogos son terriblemente crípticos y durante todo el rato tienes la sensación de estar entendiendo una pequeña parte de todo ello. Está claro que hay mucha ideas sobre el estado del mundo, el sentimiento de alienación, la dificultad para conectar con los demás y muchas cosas más, y quizás con muchos visionados más se desentrañarían un poco mejor... o quizás no.

Los actores en general cumplen perfectamente, y me imagino que para Robert Pattinson ha sido un soplo de aire fresco hacer un personaje tan torcido y complejo después de pasarse tanto tiempo poniendo caritas de sufrimento y mirando al infinito. No sé si Cronenberg pretendía con su elección provocar al público, mandar un mensaje, o quizás verdaderamente pensó que era el actor apropiado (quizás las tres cosas a la vez), pero en todo caso creo que ha sido un acierto.

Y en la sección de spoilers, la mayor pega que personalmente le pongo:

En la carrera de casi todos los actores "no serios" (cómicos, repartidores de hostias...) llega ese momento en que se cansan y deciden que quieren demostrar que también saben actuar: Redención es evidentemente el intento de Jason Statham de salir del molde de Transporter, Crank y todas sus demás repeticiones de básicamente el mismo personaje.

Pero finalmente la cosa no sale a flote.

Para hacer un drama interesante, es crucial dejarse de clichés y tratar de infundir realismo y honestidad a los personajes y a las situaciomens en las que se encuentran... todo lo contrario de esta esta peli, que se queda en un corta y pega de un lugar común tras otro: el ex-soldado traumatizado, la monja redentora con un pasado, el ajuste de cuentas...

El pobre Statham se nota que lo intenta, y en determinadas escenas demuestra que sí tiene mucho más talento como actor del que parecía, pero para dar de verdad el campanazo lo que necesita es un guión que no esté hecho para idealizarle y hacerle la pelota, vamos, el "efecto vehículo" en toda regla. No me puedo tomar demasiado en serio la peli cuando el guión por ejemplo procura justificar que lo antes posible Statham abandone su aspecto de vagabundo, se rape y se ponga un traje de corbata. Ejem. Ya sabemos que es muy guapete y que, como hemos visto en otras MUCHAS pelis suyas, los trajes le quedan como un guante, pero ¿no habíamos quedado en que aquí se trataba de actuar y no de quedar bien? El "oscuro pasado" y los "actos inmorales" están reflejados de forma tan blanda y poco arriesgada que finalmente no hacen sino darle más glamour y realzar su rol de antihéroe-más-bien-héroe.
Extraoficialmente, a este tipo de personajes se les denomina a veces Gary Stu, Mary Sue cuando es una chica: un personaje idealizado, con defectos que en realidad son virtudes, hecho más bien para cumplir la fantasía del autor. Aquí, el objetivo es que Statham sienta que hace un film serio y demuestra su talento, mientras que la realidad es que hace un personaje idealizado y superficial.

Para completar la mediocridad de la peli en general, nos encontramos con que su motivación central a lo largo de la peli, la cual no revelo para no hacer spoiler, pero que se basa en su amiga vagabunda, no tiene nada de gancho. Hay un principio básico de guión, y es que para que nos importe lo que le pase a un personaje, tenemos que conocerle un poco y cogerle al menos un poco de cariño. Pero si dicho personaje apenas tiene tiempo en pantalla y su relación con el protagonista principal apenas está esbozada, ¿cómo nos vamos a implicar en su búsqueda?

La peli pese a todo es entretenidilla, tiene sus golpes cómicos (algunos por la ridiculez de los diálogos: "¿Eres sólo gay?") y algún momento impactante (el recuento de esclavos en el autobús, un apunte inquietante sobre el mundo de la trata de personas) y como digo sí que deja vislumbrar en algún momento que JS es capaz de algo más que de poner caras serias y dar hostias.

La próxima vez a ver si pasa de de los trajes de chaqueta y de las misiones de venganza, y se pone en manos de un director y guionista que se atrevan a llegar hasta el final, y entonces quizá dé en el clavo.