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Colombia Colombia · BUCARAMANGA
Voto de LEONDELPLATA:
9
Drama Un joven tuvo un hijo, Rudi, pero nunca supo qué fue de él. A los 17 años, Rudi, tras pasar toda su infancia en un orfanato, sale con la esperanza de encontrar el afecto de su madre y, sobre todo, de conocer la identidad de su padre; sin embargo, no será bien recibido. Casi por azar, Rudi acaba en un casting. El director, fascinado por su inocencia, cree haber encontrado al protagonista de su película. Pero, inesperadamente, la vida de ... [+]
12 de agosto de 2012
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El dolor resbala por las lágrimas invisibles de un joven de 17 años; el invierno congela las expresiones que su infierno aprisiona. Asiste a un casting donde no se busca un actor más que un cúmulo de emociones que satisfagan los requerimientos fílmicos del director; a éste la película de su vida se le sale de las manos, se escapa por la ventana dejando orificios de frías culpas pero, al tiempo, lazos lívidos y débiles, casi imperceptibles, para perseguir la salvación de su más cruda - aunque desconocida- creación.
Tan densa como las anteriores impresiones, se orquesta un des-concierto como obra fílmica. El edificio viejo y destartalado donde se inicia y transcurre buena parte de los acontecimientos se presenta como un teatro fantasmagórico vestido de albergue para personajes ligados por cadenas de ausencia, miedo y por los espantos de una sutil perversión que arropa la psique del muchacho desorientado. Sus gestos quedos delatan la distorsión de su origen negado, de la miseria con que se erigió su tenebrosa aparición en las vidas desencajadas en el entorno donde hurgará las líneas mal trazadas de su orden generacional. El amor, como siempre, se ofrece como refugio de desazones; como trinchera contra lo ominoso y esta vez como paliativo de culpas, como protector frente al crimen. La seducción desatada por lo mórbido, por la curiosidad ante sucesos en los que se entretejen hilos malvados y tiernos, se traduce en el inquietante amor de una joven sobre el extraño en la casona vieja; poco le importa si sus manos todavía presentan señas de sus crímenes. Esos amores redentores orbitan los temores y delirios en los que se mece, desequilibradamente, el vacío de la muerte, el impulso de matar.

Sin que obren dramáticas confesiones, el Director y el muchacho se descubren como Padre e hijo por las sendas espantosas que conducen la trama; sin mediar mayores resentimientos ocupan el poco tiempo que les queda en escalar magnos paisajes para prodigarse amor. Cuando de la boca del muchacho brota el vocablo "padre" se experimenta una sensación calma que lleva indefectiblemente (el tema y la propuesta fílmica) al menos a un suave vuelco catártico, y al más, a la aparición de un lazo subjetivo que sacia la sed espiritual de los personajes en conflicto. El hijo le entrega al padre la mirada perdida de su historia y éste al contra responderle con fragmentos de su vida, al atarlo a su presencia, comienza al fin a crearlo. El film expone un nada pretencioso intento de re-creación de un sujeto perdido tanto como sus orígenes, como su fecha nacimiento, como su irresponsable madre, quien también cae en el abismo en el que hasta el inicio de la redención solían empujarse los miedos. Cuando el padre dice: "hijo mío" enruta su autoridad y ternura, hacia una culpa que debe com-padecer, pero que también puede salvar. El infierno gélido que atraviesa señala la búsqueda de la sanación (la cual urge en el cuerpo accidentado del muchacho) para los tormentos de su descendiente.

La vitalidad de la segunda parte del trabajo, riñe con la opacidad de la cadencia en la primera; la composición fotográfica y la construcción escénica están dispuestas para servir a al desarrollo de las personalidades superando una simple necesidad decorativa. Del terror enclaustrado de la introducción se pasa a un viaje liberador del encierro de los vacíos físicos que amenazan constantemente la seguridad de los personajes. Pese a la innecesaria dilación narrativa que en no pocos tramos distancia al espectador de la tensión propuesta al principio, se logra vincular elementos vívidos a una historia tan sombría. La corporeidad de las sensaciones se presenta como una forma actual de explorar lo inconsciente; las aparentes poses inexpresivas de los protagonistas en realidad hablan lo suficiente, logrando estructurar un lenguaje que a su vez aporta vigor a la presencia de cada quien. Para lamento de teclas, está la sobriedad excesiva de la película, porque sin enredarse en entelequias y posturas intelectualoides, se torna un tanto difusa para que pueda ser disfrutada en toda su extensión y en todo tipo de cinematecas.
Tras esta crítica, es menester anotar que aunque Tender Son adolece de ritmo, se inscribe muy bien en momentos irregulares que permiten bordear la temática sin abandonar al primer intento de descubrirla y disfrutarla. La insistencia en tomas aéreas posibilitan la vista de la fragilidad de los sujetos que habitan la obra; lo ínfimo que resulta lo humano, potencia a su vez la idea central de una creación, de un padre, que pugna por recrearse a sí mismo en época de crisis de la paternidad. No en vano, el Director embala al padre de este film en el personaje de un Director de cine, un re-creador de guiones, un hacedor de vínculos subjetivos: un director que comienza a.crear un hijo en un casting. La figura paterna de Geppeto pareciera donar madera para el film: el director no se sabe padre y al percatarse de su mala siembra decide re-construir "un hijo en su hijo", al comprender su ánimo que el muchacho es un monstruo creado a sí mismo al no conocer siquiera el nombre del Padre. Del padre creador se pasa al constructor; del Frankenstein al Geppeto.
El director que produce al director de la ficción no se ocupa en demasía de hallar la perfección artística; es la razón de los desconciertos psíquicos a los que da forma esta hermosa pieza sobre lo siniestro. El lenguaje propuesto trasciende la fuerza de la palabra para instalarse en las miradas y los olores. El descubrimiento del padre llega al hijo con el olor de una camisa olvidada por éste, y el re-conocimiento del padre llega al hijo con el calor de un abrigo impregnado del olor y la agitación contenidas en su tejido...así se arropa al hijo Rudi frente al camino que las luces del Director tiernamente le señalan.
LEONDELPLATA
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