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2
4,5
3.940
Ciencia ficción. Drama
Una fábula épica romana ambientada en una América moderna imaginada. La ciudad de Nueva Roma debe cambiar, lo que provoca un conflicto entre César Catilina, un genio artista que busca saltar hacia un futuro utópico e idealista, y su opositor, el alcalde Franklyn Cicero, que sigue comprometido con un statu quo regresivo, perpetuando la codicia, los intereses particulares y la guerra partidista. Dividida entre ellos está la socialité ... [+]
18 de noviembre de 2024
18 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía la vaga esperanza de que las críticas negativas a esta película procedieran mayoritariamente de ese adocenado público mainstream incapaz de apreciar propuestas innovadoras y profundas. Pero nada de eso, esta película es un truño sin paliativos.
La estética parece la de una película de serie B de los ochenta o noventa, con una fotografía tirando a cutre, perpetuamente inundada de amarillo y naranja, y con patéticos efectos digitales de segunda fila y a veces totalmente gratuitos (por ejemplo, se ve una escena en una calle, y enseguida te fijas en uno de los edificios de atrás, que llama la atención porque está como mal pintado, un verdadero pegote, y te preguntas por qué los responsables de los efectos digitales lo han metido allí).
En cuanto al argumento, es difícil saber de qué va realmente el asunto, si no te has leído antes la sinopsis. Aunque la cosa, así por encima, es un túrmix ampulosamente shakesperiano mezclado con un rollito grecorromano y con los avatares de un arquitecto visionario al estilo de "El Manantial" de Ayn Rand. Pero todo muy aburrido e incoherente.
En fin, mucha gente dice que ha aguantado hasta el minuto 45 y luego se ha ido del cine. Yo, por suerte, la he visto en casa, y he aguantado hasta el minuto 48. Lo que es seguro es que si esta película la firmara John Smith en vez de Ford Coppola, nadie le pondría más que un aprobadillo raspado. Por mi parte, la puntúo con un dos, y aún estoy siendo generoso.
Tal vez el verdadero mensaje de esta película es que no somos nadie, y que, hasta los grandes artistas, con el paso inexorable del tiempo, pierden sus facultades y la magia que en otro tiempo les hizo grandes.
La estética parece la de una película de serie B de los ochenta o noventa, con una fotografía tirando a cutre, perpetuamente inundada de amarillo y naranja, y con patéticos efectos digitales de segunda fila y a veces totalmente gratuitos (por ejemplo, se ve una escena en una calle, y enseguida te fijas en uno de los edificios de atrás, que llama la atención porque está como mal pintado, un verdadero pegote, y te preguntas por qué los responsables de los efectos digitales lo han metido allí).
En cuanto al argumento, es difícil saber de qué va realmente el asunto, si no te has leído antes la sinopsis. Aunque la cosa, así por encima, es un túrmix ampulosamente shakesperiano mezclado con un rollito grecorromano y con los avatares de un arquitecto visionario al estilo de "El Manantial" de Ayn Rand. Pero todo muy aburrido e incoherente.
En fin, mucha gente dice que ha aguantado hasta el minuto 45 y luego se ha ido del cine. Yo, por suerte, la he visto en casa, y he aguantado hasta el minuto 48. Lo que es seguro es que si esta película la firmara John Smith en vez de Ford Coppola, nadie le pondría más que un aprobadillo raspado. Por mi parte, la puntúo con un dos, y aún estoy siendo generoso.
Tal vez el verdadero mensaje de esta película es que no somos nadie, y que, hasta los grandes artistas, con el paso inexorable del tiempo, pierden sus facultades y la magia que en otro tiempo les hizo grandes.