Tras haber visto no hace mucho tiempo, las excelentes Brother (2000) y Zatoichi (2003), me esperaba algo más, bastante más, de "Dolls", sobre todo porque una corriente crítica favorable la adornaba.
Pero, más alla de ser un critico seguidista (eso nunca), debo manifestar y justificar esta decepción; decepción que puede estar en el aquí y ahora y quizá no el ayer o en mañana.
"Dolls" nos cuenta tres historias de amor cuasi imposibles, tres historias paralelas, que discurren entre abruptas elipsis y una lentitud que a veces llega a la exasperación. Y esto es todo en cuanto argumento. Un Kitano ambicioso y pretencioso. Nada eficaz.
La película gana en la "forma", en la puesta en escena, en esos paseos por el campo, por el monte, ese retrato de la naturaleza, polícroma a rabiar (recuerda algo al último Kurosawa)
El hombre "orquesta" Kitano, lo controla todo, cada película es "suya", el es el autor. Su cine es muy variado, lleno de contrastes; unas películas nada tiene que ver con otras (si acaso la fuerza del director, que controla detrás de nuestro cuello).
Aunque es uno de los directores orientales mejor aceptados en occidente, su estética y fondo son profundamente japonesas: la observación (poco se necesitan a veces las palabras), la devoción por el teatro (simbiosis casi sangrante teatro-vida). A veces, sus elipisis complican la vida al espectador.