Para mí, esta cinta tiene varias cosas buenas y varias malas. Sin duda lo peor del film es su aparatosa estruendosidad. Constantemente, sobre todo durante la primera hora de metraje, se trata de asustar al espectador con trucos de cámara, alguna que otra criaturilla extraña sin mucho interés, y sobre todo con gritos, muchos muchos gritos. Las actrices de esta película juraría que debieron de acabar con afonía severa.
Además, todo este arranque produce sensación de pesadez y no resulta demasiado intrigante. En este caso, el director lo que intentó buscar eran golpes de efecto para atraer la atención a base de sangre fácil y todo lo anteriormente comentado, pero creo que la vía de la atmósfera de misterio habría sido la buena. También da la sensación de ser demasiado improvisado y titubeante.
Pero sin duda lo mejor para mi gusto es la polémica y denostada media hora final, sobre todo los últimos 10 minutos, que componen un inmenso final, escalofriante y sobrecogedor (como diría Pedro Piqueras jeje). Con su cadencia pausada, vemos el horror más puro; el espectador siente auténticamente el martirio de la chica y queda helado ante el resultado de todo el proceso.
A veces juego a imaginar qué podría pasar si lo que acabo de ver en una película ocurriera en la realidad, o si me ocurriera a mí, pero en este caso, creo que no hace falta que lo imagine, dado lo cruento, directo y explícito de lo mostrado en Martyrs. Además creo que esa noche tendría pesadillas jaja.
Cabe destacar la inmensa labor del equipo de maquillaje. ¡Las pobres actrices debieron darse miedo y pena a sí mismas al mirarse al espejo después de ser maquilladas!
La música pasa con discreción y sin alardes, algo reguleras, pero pasable. La ambientación sí es buena, y las actuaciones en general, también, contribuyendo bastante en el buen hacer de la película.