Un viaje de ferrocarril, desde Austria, con destino a Roma, es la excusa perfecta para que tres reputados cineastas de distintas nacionalidades se suban y escriban sobre celuloide las experiencias de varios pasajeros que cruzarán sus vidas en los andenes, el bar del tren y los pasillos de los vagones de primera y segunda categoría; sin que falte el recorrido interior al que tanto invita la música de los raíles.

Como en cualquier desplazamiento compartido coincidirán personas de distintas edades, estratos sociales diferentes y caracteres diversos, conformando un adecuado caldo de cultivo para que surjan erróneas interpretaciones, simpatías o antipatías visuales, accidentes engorrosos e imaginarias posibilidades. Los directores se van relevando tras la cámara perdiéndose, cada cual, tras la estela de aquellos compañeros de traqueteo que consideran más sugestivos.

El experimento resulta evocador y fructífero y apenas sentimos los cambios de aguja.