Nada hay nuevo bajo el sol, tampoco esta historia que se ve con mucho agrado y que habla de sentimientos entre hombres y mujeres y de situaciones que se desencadenan sin pretenderlo demasiado.
La soledad empuja a Olof a poner un anuncio laboral, no sin una intencionalidad que, aún partiendo de cierta inocencia e ignorancia, busca el contacto con una muchacha joven. Ellen responde a la oferta de trabajo seguramente huyendo de algún incendio pero llevando a cabo con diligencia su tarea. Erik, el amigo del granjero será el elemento desestabilizador que lejos de admitir los lazos espirituales que podrían unir a ambos, luchará por no perder su estatus y sus ventajas materialistas.
Son días nuevos para la pareja y los viven como adolescentes que acaban de abrir los ojos a un mundo desconocido en el que todo es más limpio y esplendoroso. Pero la condición humana está carcomida por las sospechas que eclosionan de forma natural o forzada.

Colin Nutley sabe trasladarnos la relación amorosa con una sutilidad acariciadora y pone al espectador de parte de un proyecto que se aprecia mejor desde fuera y en el que no nos importaría colaborar como consejeros.