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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Drama Una mujer acaba de dar a luz a una niña. Todavía no lo sabe, pero ella y su hija están ya marcadas. A su vez, tres mujeres salen de prisión con un permiso temporal. La necesidad de dinero para huir les llevará a tomar decisiones desesperadas. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay razones para pensar que un ser libre, aunque presionado, encarcelado y perseguido, como Jafar Panahi no cuenta lo que ve. Y lo que ve, cuando mira dentro del mundo de la mujer en el mundo fundamentalista islámico, es, sin ambages: DANTESCO.

El círculo en el que se desenvuelve parte de la población femenina iraní está poblado de rejas que brotan por todas partes, las de la cárcel solo son unas pocas más. El patriarcado, la religión, los desiguales y rancios protocolos...; y, como consecuencia, la devaluación "per secula seculorum" del concepto hembra, han llevado a estos seres, no se nos olvide: madres, hermanas, hijas, esposas, a una resignada existencia oscurantista; a un perpetuo castigo por la osadía de repetir cromosoma (XX); aunque no hace falta ser muy inteligente para saber que una de esas equis pertenece al padre (XY).

Por fechas parecidas a las del estreno de Panahi, circulaba por las carteleras una ficción japonesa, con vocación de saga, con el mismo título. Recuerdo que cuando la pusimos en el Cineclub El Gallinero, algunos jóvenes entraron despistados. Era una historia de miedo psicológico que estaba llenando las salas. El pánico para nuestros muchachos vino cuando hubieron de enfrentarse a los subtítulos y huyeron de la sala con urgente prontitud. ¡Lástima!, si lo hubiesen intentado, si la impaciencia no hubiera triunfado, si al menos la curiosidad les hubiera pegado a la butaca, habrían asistido al auténtico terror, el que condena a algunos seres a morir y seguir caminando.

La manera en que el realizador persa nos relata con su cámara el deambular, como pollo sin cabeza, de estas "delincuentes" de cuna, es otro de los grandes logros técnicos. El espectador, sin necesidad de las 3D, sufre en carne propia los acosos, agobios e incomodidades de las criaturas enterradas bajo una montaña de sayos, tocas y pañuelos. Persigue sin tregua, filmadora al hombro, por las calles de la gris ciudad, a unos entes que, de tenerla, parecerían escapar de su propia sombra.
Sinhué
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