Ver esta película teniendo siete o diez años tiene que ser una gozada (por ejemplo, un niño de siete años no es capaz de darse cuenta de que el majestuoso león o los amenazadores lobos son “de mentira”), ya que tiene un tono más infantil que otras películas fantásticas recientes, de hecho no pocas opiniones la califican como un El señor de los anillos para niños. Para el espectador de más de quince años quizá resulte un poco lenta… y si una película de aventuras resulta lenta, mal empezamos. Las escenas de batalla se quedan un poco en paños menores tras Señores de los anillos, Bravehearts y Bruckheimers varios. Quizá el motivo sea la falta de experiencia de su director con actores de carne y hueso. A Andrew Adamson, codirector de las sobrevaloradas Shrek 1 y 2, le falta brío tras la cámara, y por ello, casi exclusivamente, el resultado final se resiente. Pero repito, me encantaría haberla visto cuando tenía siete años.