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España España · madrid
Voto de pela:
6
Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
5 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay veces que una película puede estar lastrada porque el director tiene demasiado talento. Para mi el ejemplo más claro de esto es Sonata de otoño, la película de Ingmar Bergman. Su primera media hora es tan buena, tan profunda, tan certera que el resto de la película tiene un aroma a historia ya sabida, todo parece un poco repetitivo después de haber asistido a todas las miradas, frases entrecontardas y desencuentros que acontecen en esta primera media hora. No es que crea que el comienzo del lobo de Wall Street esté a la altura de esto, ni mucho menos, pero no se puede poner en duda la maestría de Scorsese de meterte en el mundo del protagonista de una manera directa y repleta de sabiduría cinematográfica, en media hora ya sabes de su protagonista y la jungla en la que habita casi todo lo que tienes que saber. Después de esto esperas con ansia cualquier cosa que les pueda pasar a este grupo de hombres absolutamente enloquecidos por la codicia. Y el metraje avanza, y sigues viendo lo mismo que has visto antes, asistes a su superficial decadencia envuelta en unas imágenes brillantes que no pueden ocultar la oquedad de la historia, no hay emoción en lo que ves, no hay una evolución en los personajes, todo se reduce a asistir a sus desmanes, a su loca perdición, todo se convierte en una orgía que roza el surrealismo, y todo esto dura la friolera de 2 horas y media. La sucesión de disparates es tan cansina que convierte casi en anecdótica esta historia verdadera, haciendo imposible establecer un paralelismo entre el comportamiento de los protagonistas y la insoportable codicia que partiendo de Wall Street ha llegado a infectar hasta los más recónditos lugares de la tierra. Porque ¿quién puede creer que este descerebrado drogadicto y adicto al sexo puede ser un espejo en el que se miren los lobos actuales de Wall Street? Nadie, y de ahí viene parte de la polémica que ha suscitado la película, que ha sido acusada de prácticamente glorificar este tipo de comportamiento. Si no hay un ser humano auténtico al que vemos como lo devora la codicia, si no vemos un mundo corrompido donde no cabe la felicidad si no el devorar para no ser devorado, lo único que tenemos es una caricatura de persona e historia que puede hacer suya la muy española frase de “que le quiten lo bailao”. Este es el gran defecto de la película, un defecto que aplasta sus muchas virtudes. Porque el pulso de Scorsese sigue ahí, se puede ver en el deslumbrante arranque Matthew Mcconaughey, en las escenas donde Di Caprio da auténticas lecciones de como se tiene que vender, en el uso deslumbrante de canciones como parte de la banda sonora y auténticas dinamizadoras del montaje, en la corta pero intensa escena con un maravillosos plano fijo panorámico donde se derrumba el primer matrimonio del protagonista y en las grandiosas escenas donde di Caprio arenga a sus tropas, el único momento verdaderamente profundo de la película donde sientes las pulsiones humanas que motivan al protagonista: el sentirse el líder absoluto, el amo del universo, el auténtico macho dominador de la manada. Sientes como sus acólitos se entregan a él, toda la secta a los pies de su chamán, Scorsese filma sus caras, filma su cubículo elevando la cámara con travellings imposibles, sentimos su sudor, su agresividad, la absoluta perdición a la que se ven arrastrados por su admirado líder. Una pena que todo esto quede sepultado por el excesivo metraje entregado a las excesos disparatados del lobo de Wall Street. Es como si a uno de los nuestros le añadimos una hora de metraje jalonada por todas las barbaridades que pueden hacer un grupo de mafiosos, hundirían la película sin remedio. Ese es el resultado final, la mayoría del metraje te deja esa sensación multiplicada por diez que se siente con Sonata de otoño, todo parece que ya ha sido contado y es por tanto sabido. De todas maneras merece la pena verla, como merece, por supuesto, la pena ver Sonata de otoño, aunque solo sea por la escena de la interpretación del preludio de Chopin por madre e hija. Con dos primeros planos de los rostros de ambas comprendemos todo lo que pasa en su interior. Y todo sin necesidad de voz en off, a ver si toma nota Scorsese
pela
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