Clint Eastwood, tras LA MULA y con 89 añazos, vuelve a lasa salas de cine, contando nuevamente una historia basada en hechos reales con herocidad verídica de por medio.

Pero en éste caso, la cosa es algo diferente -- si bien es cierto que en largos suyos recientes como SULLY había cierto antagonismo injusto, lo de aquí es ir al cuello. Agentes del FBI que no hacían su trabajo mientras un obeso y aparentemente no muy avispado tipo del servicio se seguridad sí o periodistas trepas intentan acabar con la imagen de un tío tal vez no muy avispado, pero metódico y atento en su trabajo. Lo cual acabó salvando vidas, por cierto.

¿Y saben qué? Que en una era de fake news y destrucción de imagen injustificada en los medios o incluso a nivel judicial en más de un caso, un largo como el que nos ocupa resulta ser tremendamente relevante. Eastwood acierta de pleno.

Luego está un guión tan engrasado como sólido, un cast que se maneja con el material a las mil maravillas (hay que destacar a Paul Walter Hauser, Kathy Bates o el siempre atinado Sam Rockwell) y un inesperado sentido del humor desoxigenante que le quita peso a parte de la trama en algunos momentos.

En fin. El largo no pasará a la Historia, pero se ve con agrado, toca el zeitgeist actual y se merece unas cuantas nominaciones al Óscar por sus interpretaciones. Que no es poco, oigan.

En cuanto a lo de Clint Eastwood, es alucinante. Una leyenda absoluta.