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Voto de Alonsoquijano:
9
Thriller Un cazador inglés que está de vacaciones en Baviera, se adentra en un bosque y desde lo alto de la colina descubre una residencia. Con la mira telescópica divisa casualmente al mismísimo Hitler en una terraza y simula darlo caza, desde ese momento será implacablemente perseguido por agentes de la Gestapo. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quisiera insistir en el original planteamiento y en el conflicto ético que entraña. Un cazador que tiene ante sí la posibilidad de liquidar, eliminar, al principal autor del mayor genocidio de la Historia. ¿Es lícito? Pero sin duda el gran acierto es el personaje que interpreta Joan Bennet, Jerry. Este personaje fue censurado pero, y eso es lo mejor, cualquiera adivina en todo momento que se trata de una prostituta con un corazón enorme y de una belleza y transparencia en la mirada que tan sólo puede generar ternura. Y ya nos anticipa que será destruida por esa terrible maquinaria humana que es la intransigencia, por la soberbia, apisonadora implacable que destruye todo lo hermoso. La genialidad de Lang, su sensibilidad como director sitúa en una escena a Jerry como una niña acurrucada en su cama, rodeada de sus pequeñas cosas casi infantiles, femeninas, como en un bordado de sombras, llorosa porque no entiende la falta de deseo de quien ama, porque intuye la marcha del único hombre que la ha tratado con respeto. Esto es algo que hemos visto en el cine pero nunca de un modo tan bello, con menos énfasis y mejor iluminado. El corazón del espectador sensible se encoge hasta extremos en los que falta el aire, como se encoge ese pequeño espacio que es la cama de Jerry, como la propia Jerry convertida en niña desconsolada, virginal. Genial, Lang.

Pero la separación final en el puente, la entrega de Jerry y su sacrificio, en una tarde(?) de niebla en la que sólo parece haber tres seres en el mundo y están en ese puente, únicamente son posibles y van en la mano y habitan en el corazón de las verdaderas pero humildes heroínas que han hecho de nuestra vida algo soportable. No es sino el envés de la escena final de Casablanca. Pero aquí el sacrificio no es triunfal sino de entrega, derrota y fracaso. Un heroísmo sordo, injusto. No hay orquesta, ni primeros planos. Hay soledad, distancia, silencio y sequedad, pero es todo mucho más genuino. (Man Hunt 1941, Casablanca 1942) La figura del Capitán Alan Thorndike (Walter Pidgeon) queda eclipsada o al menos reducida a un héroe menor. Es tal el poder de Jerry, su fuerza y su magnetismo que cualquier personaje por importante que sea, y en este caso lo es, parece un vulgar patán persiguiendo quimeras al que finalmente despertarán las pesadillas sobre la única verdad importante: ella ya no está, ya no existe. Hacía muchos años, quizá me tenga que remontar a la extrema sensibilidad de Chaplin o Murnau para llegar a recordar una composición femenina semejante.

En Lang sólo puede haber un componente de compromiso frente a la crueldad. No es un narrador impasible. Hoy estamos acostumbrados a percibir incluso en el cine la fascinación de algunos directores por seres abominables (véanse a los Hnos. Coen, Scorsese, Tarantino…, o quizá mejor olvidarlos). Lang responde a una época en la que el humanismo no admite las trincheras del "voyeur" ni su cobardía. Él, como genio y como hombre, carga la escopeta y se arroja al campo enemigo, a la caza del monstruo. Y solo, sin compañía si es necesario. La simple muerte de Jerry lo justifica. Responde así al interrogante inicial, porque no hay otra respuesta individual posible frente a la atrocidad y el horror. No se caza al animal, sino a la bestia, a la barbarie. Eran otros tiempos. El tiempo de las verdades que a todo ser humano competen, y no el de las ambigüedades de todo tipo. Gracias Lang.
Alonsoquijano
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