Hay veces en que me cuesta poner título a mi crítica.
Normalmente pongo lo primero que me sale, o hago en primer lugar la crítica y luego entresaco una frase de la misma, la más "impactante", hablando en términos "publicitarios".
Esta vez el título es Emma. AL principio le iba a poner Emma Thomson, pero creo que con poner Emma es suficiente.
En esta película conocí a Emma. La encontré tan fascinantemente familiar que me recordó a una familiar, aunque no sabía a quién. La vi decenas de veces, trataba de saber a quién me recordaba exacatamente, y cada vez que veía a una pariente más o menos cercana le decía "¿sabes a quién me recuerdas? a Emma Thomson", y esperaba a ver qué cara ponía. Normalmente me respondían con una mueca de asombro, o de extrañeza, como diciéndome: "¿quieres ligar conmigo o qué?"

Tras fracasados intentos volví a mi ensimismamiento, viajé por mis recuerdos, primero a la madurez más cercana, tratando de encontrar la semejanza de ese rostro; luego a la segunda juventud, después a la adolescencia, a la infancia, a los primeros meses de vida... traté de viajar al útero materno... esa cara, esa sonrisa, esos gestos eran de alguien. Y no podía conseguir saber de quién.

Ahora tengo Film Affinity para seguir interrogando a las almas que vagan por las ondas electromagnéticas: ¿a quien os recuerda Emma Thomson? ¿No os resulta a vosotros también enormemente familiar su rostro?

Dicen que Kate Winslet está muy bien. Dicen que quizá mejor que la Thomson.
Pero no creo, no creo porque Emma no es una actriz. Emma es esa mujer, hija y hermana, que es desheredada, que tiene que ir a vivir a una casita en el campo, que conoce a Hugh, que se enamora de él pero tiene que disimular. Que no se sabe si tiene tristeza, que no se sabe si su alma está anegada en llanto, en desesperación, en preocupaciones...

De repente sobreviene la explosión.
Y me voy a la cama pensando que hoy he vuelto a aprovechar bien el tiempo.