Wes Anderson lleva su cine hacia aguas profundas y retrata una zoología concreta y vinculada con el amor por el cine y su público, reflejado en la otra parte de la sala, suponiéndose en todo momento como espectador activo en esta historia tan singular y humorística en su argumento, aunque no sea su intención pero sí derrocha momentos socarrones y esperpénticos.

Su teatralidad permanece bajo un ritmo lineal y prosigue con un tono singular de forma constante, su dramática exhibición en diferentes personajes importantes de la trama y su inesperado plot twist convierten esta obra de Anderson en un ejemplo de cine de puro entretenimiento, si se logra encajar al filme de una ristra de situaciones esporádicas mientras la embarcación del carismático Steve Zissou atraviesa una odisea personal a través de kilómetros de superficie marina para completar su venganza.

Realmente es una película que posee giros narrativos bruscos e inesperados, pero no es algo descalificador sino una muestra de lo trivial y azarosa de esta tripulación, un ejemplo más del cine que emplea Anderson, aquí más centrado en desarrollar un guion de múltiples adjetivos y con la mínima expresión de entretener a su público, sin dejarse llevar tanto por sus obsesiones técnicas o por una escala de planos más diversa.

"Life Aquatic" (Wes Anderson, 2004) es una de esas obras que pasan sin pena ni gloria por la filmografía de Anderson, sin embargo, su tierna compostura, su sincera historia y la transmisión de que cada vida es valiosa, única y vivida a cámara lenta es el mejor tipo de documental que uno puede realizar.