Cuento de horror atmosférico que por desgracia no mantiene el tipo más allá de su espeluznante comienzo. Un hombre es contratado para pasar unos días, en un lugar aislado e incomunicado, al cuidado de una joven con aparentes problemas mentales. Pronto empezará a percibir una conexión entre la casa donde están, sucesos acaecidos allí y su propia persona.

Como decía, el comienzo es más que prometedor. La puesta en escena es abrumadora, sucia y mugrienta como ella sola, muy trabajada. La omnipresente banda sonora, de estilo drone tétrico, se mete bajo los poros y supone otro pilar más de inquietud y desazón. De la historia te cuentan lo justo, lo suficiente para no saber si es una de casas encantadas, de psicópatas, de horror cósmico o vaya ud. a saber qué.

Pero llega el punto en que el guión tiene que sostener todo el armatoste argumental que una cuidada estética y una música ambiental perturbadora no pueden hacer por sí solos, no durante hora y media. Y no es capaz. Según avanzan los minutos esa sensación de congoja desaparece y van asomando las costuras y las incongruencias. Nos quedamos navegando entre una trama bastante terrenal pero sin renunciar a lo sobrenatural, y esa inconsistencia, ese no saber a que carta quedarse, descoloca y hace que pierda energía. Una lástima.