Comedia familiar típicamente americana –americana de U.S.A– con todos los tópicos que en ellas se encierran: valores familiares, golpes a gogo, más golpes a diestro y siniestro, bueno no, sólo a siniestros, argumentos pueriles, ternura casi hasta la náusea, espíritu navideño y niños prodigios que brillarán con fulgor para llegar a ser sólo otro juguete roto. Pero que quieren que les diga; ésta, a pesar de todo, a mí me gustó, por qué; tal vez por Joe Pesci y otros buenos actores, quizá porque tiene un buen ritmo, quizá porque, a pesar de su simplicidad, tiene un buen guion y una más que pulcra realización o sólo tal vez porque quien no ha deseado estar alguna vez solo en casa (sobre todo por Navidad). La verdad que para este género, subgénero o lo que sea, es sin duda una de las mejores; y una de las pocas que se dejan ver, así; que aunque sigo avergonzándome cada vez que me vuelvo a sorprender viéndola a hurtadillas, me digo que existen atenuantes.

Sinopsis:

De viaje hacia el París esplendoroso,
verás a una familia numerosa,
pero algo han olvidado, mas qué cosa:
¿la brocha de afeitar?, ¿el gel poroso…?

¡…Oh no!, fue Kevin, su hijo revoltoso;
quien solo en casa está de forma ociosa,
con la cara feliz y maliciosa,
contento de brincar y hacer el oso.

pero la soledad no es como espera,
y más; cuando la noche oscura llega,
cuando hay cacos que están rondando fuera.

Él defiende el castillo en ardua brega,
con ingenio, ardid y alma de fiera,
tiene clavos, martillos, llama griega.