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Voto de bartleby:
7

Voto de bartleby:
7
2,8
1.401
Terror
Transilvania, 1893. El joven bibliotecario Jonathan Harker llega al pueblo de Passo Borgo para trabajar para Drácula. Inquieto por el extraño comportamiento del conde, Jonathan no tarda en descubrir hasta qué punto representa una auténtica amenaza, especialmente para su mujer. Rodada en tres dimensiones. (FILMAFFINITY)
3 de noviembre de 2013
3 de noviembre de 2013
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo el ensañamiento con este Drácula de Argento. Reconozco tener debilidad por ambos con lo que puede que mi crítica no sea muy objetiva. Pero hay que ser ecuánimes con esta película.
Debo decir que la he visto en 2D y versión original, que seguramente es el modo que más la favorece.
De imagen, rodaje y montaje es perfecta ¡que lección de cine!, luego tiene sus “cosillas” de interpretación y guión, pero tampoco es para tanto y es, en mi opinión, la crítica iconográfica más interesante que he visto de lo que se ha hecho sobre Drácula en el cine.
Homenajea, recorta, pega. Sí, claro que lo hace, pero con un criterio con el que no puedo estar más de acuerdo, donde ridiculiza lo que debe y ensalza muchas cosas ensalzables de otras películas.
La ambientación es magnífica, los espacios, la luz… Lo que peor llevo es el castillo del conde, del que podrían salir Capuletos o Montescos a recibirnos, mejor que Drácula. Lo cierto es que resulta muy poco carpatiense, carpatiano o como se diga, que no lo sé bien.
Debo decir que la he visto en 2D y versión original, que seguramente es el modo que más la favorece.
De imagen, rodaje y montaje es perfecta ¡que lección de cine!, luego tiene sus “cosillas” de interpretación y guión, pero tampoco es para tanto y es, en mi opinión, la crítica iconográfica más interesante que he visto de lo que se ha hecho sobre Drácula en el cine.
Homenajea, recorta, pega. Sí, claro que lo hace, pero con un criterio con el que no puedo estar más de acuerdo, donde ridiculiza lo que debe y ensalza muchas cosas ensalzables de otras películas.
La ambientación es magnífica, los espacios, la luz… Lo que peor llevo es el castillo del conde, del que podrían salir Capuletos o Montescos a recibirnos, mejor que Drácula. Lo cierto es que resulta muy poco carpatiense, carpatiano o como se diga, que no lo sé bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué digo que por fin se ha hecho justicia? Pues porque ¡por fin! alguien se ha atrevido a cargarse a Jonathan de una vez ¡Por Dios! Qué ganas tenía de que se muriera desde la primera película, la de Murnau, y no la pobre Mina. Por no hablar de Keanu Reeves, que dan ganas de matarlo desde el primer fotograma en la de Coppola. Cuando por fin Van Helsing (Rutger Hauer) lo mata, el pobre idiota sale del ataúd sin un ápice de dignidad de vampiro, como un adolescente que la noche anterior se ha pasado de rosca y, cuando se levanta, no sabe ni quién es. Bien muerto. Gracias Argento.
Las imágenes de las travesías a caballo por el bosque, con la luz pasada de contraste, son un maravilloso homenaje a las secuencias en negativo de la de Murnau. Y esos pobres lobitos, que dan más pena que otra cosa, son idénticos a las pobres hienas que salen en el Nosferatu de Murnau. Lo deja idéntico. Homenaje entrañable a la difícil realización de la primera película sobre Drácula.
El personaje de Tania y la música son su homenaje a la Hammer y a los dráculas de Christopher Lee. Esas mujeres de enormes pechos, desconcertantes siempre en ese ambiente que debería ser tan gótico por el tema. Parecían raptadas de una discoteca en la que seguramente estarían bailando tranquilamente con su sesentera/setentera minifalda. Y Tania es genial. La típica ligera de cascos que ¡pobre! siempre se enamora, hasta del conde, y llora desconsoladamente porque a Drácula realmente le gusta Mina. Y cómo se venga Argento del idiota que se acuesta con ella, pero no la quiere, y la deja tirada la noche de Valpurgis. Justísimo hachazo en la cabeza.
No he visto en mi vida, y va muy en serio, un Drácula mejor elegido e interpretado. Donde Coppola ponía al bichito de turno para sustituir la forma humana del conde (o sea Gary Oldman), con una enorme valentía, Argento le deja a él, morder, chupar y ser a vez tan repulsivo y salvaje como elegante y seductor. Me parece dificilísimo y Argento y Kretschmann lo consiguen.
La película está llena de pequeños magníficos detalles, que no voy a contar todos, por supuesto.
Reproduce al conde arrastrándose por la pared del castillo, idénticamente al Drácula de Coppola, pero aquí queda ridículo (a mi juicio completamente a propósito), pues daba miedo, sí, pero no venía muy a cuento que Drácula hiciera eso teniendo esos superpoderes, más poderosos que nunca en la versión de Coppola. Y además, el efecto estaba copiado de El exorcista III.
El artesano van Helsing, especialista en vampiros, se echa un ajo a la boca (como quien pica mientras cocina) cuando saca el jugo a los ajos para untar las balas que matarán a Drácula. Me parece fantástico. A partir de ahí hay un giro interesantísimo en el que todo se vuelve ridículo. Sobre todo la explicación final de Mina, disculpándose de haber dicho que amaba al conde. Cual adolescente (o no tan adolescente) echando balones fuera y diciendo que fue por la hipnosis, que ella no quería. Vamos, que fue el alcohol y que fue sin querer porque estaba borracha.
Y es la parte más ridícula, porque es la muerte de Drácula. Dice van Helsing: “¡Menos mal que le puse suficiente ajo a las balas!” ¡que idiotez más maravillosa! Todo esto hace absolutamente increíble esa muerte ¿por qué? porque Argento sabe, yo lo sé… y todo el mundo sabe también que no se puede matar al conde. Porque Drácula nunca muere. Drácula es mucho más que un personaje, mucho más que una película, mucho más… Es una parte irrenunciable de la vida.
Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien viendo una película.
Las imágenes de las travesías a caballo por el bosque, con la luz pasada de contraste, son un maravilloso homenaje a las secuencias en negativo de la de Murnau. Y esos pobres lobitos, que dan más pena que otra cosa, son idénticos a las pobres hienas que salen en el Nosferatu de Murnau. Lo deja idéntico. Homenaje entrañable a la difícil realización de la primera película sobre Drácula.
El personaje de Tania y la música son su homenaje a la Hammer y a los dráculas de Christopher Lee. Esas mujeres de enormes pechos, desconcertantes siempre en ese ambiente que debería ser tan gótico por el tema. Parecían raptadas de una discoteca en la que seguramente estarían bailando tranquilamente con su sesentera/setentera minifalda. Y Tania es genial. La típica ligera de cascos que ¡pobre! siempre se enamora, hasta del conde, y llora desconsoladamente porque a Drácula realmente le gusta Mina. Y cómo se venga Argento del idiota que se acuesta con ella, pero no la quiere, y la deja tirada la noche de Valpurgis. Justísimo hachazo en la cabeza.
No he visto en mi vida, y va muy en serio, un Drácula mejor elegido e interpretado. Donde Coppola ponía al bichito de turno para sustituir la forma humana del conde (o sea Gary Oldman), con una enorme valentía, Argento le deja a él, morder, chupar y ser a vez tan repulsivo y salvaje como elegante y seductor. Me parece dificilísimo y Argento y Kretschmann lo consiguen.
La película está llena de pequeños magníficos detalles, que no voy a contar todos, por supuesto.
Reproduce al conde arrastrándose por la pared del castillo, idénticamente al Drácula de Coppola, pero aquí queda ridículo (a mi juicio completamente a propósito), pues daba miedo, sí, pero no venía muy a cuento que Drácula hiciera eso teniendo esos superpoderes, más poderosos que nunca en la versión de Coppola. Y además, el efecto estaba copiado de El exorcista III.
El artesano van Helsing, especialista en vampiros, se echa un ajo a la boca (como quien pica mientras cocina) cuando saca el jugo a los ajos para untar las balas que matarán a Drácula. Me parece fantástico. A partir de ahí hay un giro interesantísimo en el que todo se vuelve ridículo. Sobre todo la explicación final de Mina, disculpándose de haber dicho que amaba al conde. Cual adolescente (o no tan adolescente) echando balones fuera y diciendo que fue por la hipnosis, que ella no quería. Vamos, que fue el alcohol y que fue sin querer porque estaba borracha.
Y es la parte más ridícula, porque es la muerte de Drácula. Dice van Helsing: “¡Menos mal que le puse suficiente ajo a las balas!” ¡que idiotez más maravillosa! Todo esto hace absolutamente increíble esa muerte ¿por qué? porque Argento sabe, yo lo sé… y todo el mundo sabe también que no se puede matar al conde. Porque Drácula nunca muere. Drácula es mucho más que un personaje, mucho más que una película, mucho más… Es una parte irrenunciable de la vida.
Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien viendo una película.