La joven Adela viaja a la India para reunirse con su prometido, un importante cargo de la administración colonial británica. No está muy convencida de sus sentimientos hacia el que va a ser su marido, pero se ha aventurado a realizar el viaje espoleada por su curiosidad hacia la cultura india. Lo que ignora Adela es el carácter sensual de esta, que colisionará con su reprimida sexualidad, fruto del puritanismo de la sociedad victoriana en la que ha crecido. En su última película, David Lean adapta brillantemente la estupenda novela de E.M. Forster, recuperando el encanto de sus anteriores superproducciones (participan habituales colaboradores como Ernest Day y Maurice Jarre). La sabia combinación de lo iniciático con lo crepuscular, la magnificencia de la puesta en escena y la excelente labor de los actores (salvo Alec Guinness, que pasaba por allí y le pusieron un turbante) redondean el resultado final.