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Voto de PIERROT:
8
7 de febrero de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Travelling out desde plano detalle de manos cosiendo un vestido, a plano medio del personaje que cose: Valto (Mato Valtonen), quien a su derecha tiene un termo de café (este elemento le perseguirá durante toda la película como una extremidad más de su cuerpo), da los últimos tragos a la última taza. De fondo tenemos a su madre autoritaria fumando un puro y mirándolo por encima del hombro. Valto, que tiene una crónica dependencia a la cafeína, se da cuenta de que la taza terminada era la última taza, enervado aprieta los puños y encierra a su madre en el almacén apagando la luz a su paso, ya que esta no le promete más suministro hasta el día siguiente. Antes de salir, Valto roba un recibo del bolso de su madre, con este recoge una cafetera portátil en alguna especie de oficina de correos; y luego pasa a recoger el coche que está arreglando en el taller de su amigo Reino (Matti Pellonpää). Encienden el coche y arrancan para dar una vuelta de prueba.
Con este arranque tan disparatado, este dúo magnífico de actores (presentes en más de una y de dos películas del director), nos sumerge en una road movie diferente, una road movie que esconde bajo su apariencia ligera de humor absurdo y personajes entrañables, una capacidad innegable para transmitir a su público sensaciones y/o emociones universales de modo muy particular, con matices muy sutiles que la dotan de carácter propio. Además de retratar, como acostumbra en muchos de sus títulos, la atmosfera de incomodidad generada por la poca o nula capacidad de sus personajes para comunicar sentimientos.
Con este arranque tan disparatado, este dúo magnífico de actores (presentes en más de una y de dos películas del director), nos sumerge en una road movie diferente, una road movie que esconde bajo su apariencia ligera de humor absurdo y personajes entrañables, una capacidad innegable para transmitir a su público sensaciones y/o emociones universales de modo muy particular, con matices muy sutiles que la dotan de carácter propio. Además de retratar, como acostumbra en muchos de sus títulos, la atmosfera de incomodidad generada por la poca o nula capacidad de sus personajes para comunicar sentimientos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Todo esto se intensifica o se hace más evidente cuando llegamos al inicio del segundo acto, pasado el primer cuarto de hora, y de película (su duración está casi clavada en los 60 minutos), cuando estos dos silenciosos rockeros de pueblo se cruzan con Tatjana (Kati Outinen) y Klavdia (Kirsi Tykkyläinen), dos treintañeras extranjeras que entienden muy poco el idioma. Estas, siendo un poco más despiertas y un poco menos infantiles, sólo quieren usarlos como vehículo gratuito para llegar al puerto de Tallin, en Estonia. La barrera del idioma ayuda a generar aun más distancia entre personajes y a generar multitud de situaciones cómicas.
Pero como hemos advertido antes, la película no sólo es una leve comedia que nos saca alguna carcajada con los “cuatro” gags que estratégicamente salpican el film (ejemplo súmmum de estos: Cuando Reino intenta equiparar su rebeldía a la de un rocker de Helsinki; respondiendo a un escupitajo de este, con uno suyo que no llega mas lejos que a su cazadora, patetismo medido), sino que es capaz de hacernos sentir emociones de mayor nivel.
En este sentido esta orquestado por el director un despliegue de recursos, que a primera vista nos es difícil detectar, así, la aparente austeridad de los decorados, los escasos y fútiles diálogos, los tiempos muertos apoyados en un montaje de cadencia lenta (que por algún motivo no llega a lastrar la fluidez con la que se suceden las escenas), aparte de hacernos palpar esa atmosfera de incomodidad cómica generada entre ellos, son todo su conjunto, una estrategia que hacen mantener el umbral de estímulos del espectador a un nivel muy bajo, de modo que cuando llega un mínimo ademán de humanidad a la historia, el espectador es capturado//catapultado a una sincera empatía con los personajes. Cuando esto ocurre nos sorprende el elevado nivel de ternura, amor o soledad que irradia la película, sin llegar por esto ni mucho menos a la sensiblería fácil.
En esto, el uso de la música juega un papel fundamental, ya que a diferencia de el uso que se le da a los temas de rock (siempre diegéticos, ya sea en el coche o en los bares, cumpliendo un papel más ligero, dinámico y de forma), las piezas clásicas apoyan inteligentemente estos instantes sin llegar a anegarlos. Es en estos momentos de especial intensidad en los únicos o casi únicos momentos donde podemos encontrar música sin justificar diegéticamente.
Así todos las sutiles conexiones entre Rino y Tatjana adquieren un tono casi romántico, desde el primer encuentro cuando ella posa la cabeza sobre su hombro hasta la escena de la cubierta del barco donde parece que se reafirman esos tímidos acercamientos en la distancia.
Por otro lado y por contraste el mismo tema sirve para remarcar la soledad en la que queda sumergido Valto en las últimas secuencias.
La música sólo se detiene en el plano idéntico al primero de la película. Él, que cose y la cámara que se acerca cerrando el ciclo en un inquietante travelling in.
Pero como hemos advertido antes, la película no sólo es una leve comedia que nos saca alguna carcajada con los “cuatro” gags que estratégicamente salpican el film (ejemplo súmmum de estos: Cuando Reino intenta equiparar su rebeldía a la de un rocker de Helsinki; respondiendo a un escupitajo de este, con uno suyo que no llega mas lejos que a su cazadora, patetismo medido), sino que es capaz de hacernos sentir emociones de mayor nivel.
En este sentido esta orquestado por el director un despliegue de recursos, que a primera vista nos es difícil detectar, así, la aparente austeridad de los decorados, los escasos y fútiles diálogos, los tiempos muertos apoyados en un montaje de cadencia lenta (que por algún motivo no llega a lastrar la fluidez con la que se suceden las escenas), aparte de hacernos palpar esa atmosfera de incomodidad cómica generada entre ellos, son todo su conjunto, una estrategia que hacen mantener el umbral de estímulos del espectador a un nivel muy bajo, de modo que cuando llega un mínimo ademán de humanidad a la historia, el espectador es capturado//catapultado a una sincera empatía con los personajes. Cuando esto ocurre nos sorprende el elevado nivel de ternura, amor o soledad que irradia la película, sin llegar por esto ni mucho menos a la sensiblería fácil.
En esto, el uso de la música juega un papel fundamental, ya que a diferencia de el uso que se le da a los temas de rock (siempre diegéticos, ya sea en el coche o en los bares, cumpliendo un papel más ligero, dinámico y de forma), las piezas clásicas apoyan inteligentemente estos instantes sin llegar a anegarlos. Es en estos momentos de especial intensidad en los únicos o casi únicos momentos donde podemos encontrar música sin justificar diegéticamente.
Así todos las sutiles conexiones entre Rino y Tatjana adquieren un tono casi romántico, desde el primer encuentro cuando ella posa la cabeza sobre su hombro hasta la escena de la cubierta del barco donde parece que se reafirman esos tímidos acercamientos en la distancia.
Por otro lado y por contraste el mismo tema sirve para remarcar la soledad en la que queda sumergido Valto en las últimas secuencias.
La música sólo se detiene en el plano idéntico al primero de la película. Él, que cose y la cámara que se acerca cerrando el ciclo en un inquietante travelling in.