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Voto de cinedesolaris:
9
2020
Scott Frank (Creador), Allan Scott (Creador) ...
7,6
36.445
Serie de TV. Drama
Miniserie de 7 episodios. Kentucky, años 60. En plena Guerra Fría, la joven Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) es una huérfana con una aptitud prodigiosa para el ajedrez, que lucha contra sus adicciones mientras trata de convertirse en la mejor jugadora del mundo ganando a los grandes maestros, en especial a los rusos.
21 de diciembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walter Tevis publicó su novela, Queen’s gambit en 1983. Es una obra gestada cuando aún coleaba la guerra fría, o particular partida de ajedrez desde hacía más de tres décadas, entre las dos grandes superpotencias, Estados Unidos y la Unión soviética. Los años en que Ronald Reagan ascendió al poder de la presidencia en Estados Unidos rearmando las pilas patrióticas, años en los que como, a principios de los sesenta, fueron frecuentes las películas centradas en la amenaza nuclear, también relevo, o guinda, de las películas de catástrofes que habían predominado en los setenta. El guionista escocés Allan Scott compró los derechos de la novela, y suscitó el interés de directores como Bernardo Bertolucci y Michael Apted, que acabaron decantándose por otros proyectos. Antes de su muerte en 2008, Heath Ledger trabajó con Allan Scott en su adaptación al cine, lo que supondría la opera prima del actor, que no pudo ser por su temprana muerte. Durante una década Scott Frank consideró su adaptación. Tras la exitosa colaboración con Netflix que supuso la realización de Godless, decidió proponerles Gambito de dama como proyecto de serie. Es fácil advertir porque le resultó tan sugerente su planteamiento. Era una oportunidad para desarrollar cuestiones que ya había planteado en su primer guion, El pequeño Tate. El mismo reconoce que era demasiado joven entonces para poder desarrollar con la necesaria complejidad, o los necesarios matices, el conflicto de una sensibilidad singular que siente que no encaja con su entorno o con una realidad que siente que le supera. El contexto de la década de los ochenta se diluye para amplificar su condición abstracta o alegórica con respecto a una vertiente íntima, ya que es el trayecto alquímico de un personaje que aprende a conectar con la realidad, y los otros, en vez de priorizar la necesidad del control.
Esa naturaleza abstracta interior, como una realidad inhóspita que se necesita colorear, se ve reflejada a través de la exuberancia cromática de la dirección de fotografía de Steven Meitzler, su segunda colaboración con Frank tras Godless. En ocasiones, acentúa esa sensación de realidad escénica, como si espacios fueran decorados con telón incorporado, por la relación filtrada que establece Beth a través de un tablero. Por otro lado, no deja de transmitir esa intemperie nublada de la realidad, como un poso en segundo plano (como la elocuencia expresiva de la mirada, o procesos de pensamiento y emociones, de Anya Taylor-Joy conduce la modulación emocional de la narración, lo mismo que en Caminando entre las tumbas y Godless los callos de las sombras que se perciben, respectivamente, en la expresión de Liam Neeson y Jack O’Connell, y en The lookout el desvalimiento que sabe transmitir Joseph Gordon Levitt). El primer episodio se centra en su estancia en el orfanato en el que Beth ingresa, con nueve años, tras la muerte de su madre en un accidente de coche. Se siente desajustada de su entorno y de la realidad porque ya ha entrevisto que la materia de la vida está hecha de brechas, y no sabe cuándo una de ellas puede hacer desaparecer a quien amas, o a ti mismo. En ese entorno conecta, o establece contacto, con quien está al margen, el guarda, Mr Shaibel (Bill Camp). Es un espacio aparte, el sótano, un margen en un espacio (el orfanato) que es margen de la realidad. Es quien le enseña a jugar al ajedrez, que se convierte en pantalla y coordenadas de su realidad. El sótano se convierte en techo, o firmamento, en el que imagina el tablero de ajedrez, como la demiurga que controla el designio de los acontecimientos.
Esa naturaleza abstracta interior, como una realidad inhóspita que se necesita colorear, se ve reflejada a través de la exuberancia cromática de la dirección de fotografía de Steven Meitzler, su segunda colaboración con Frank tras Godless. En ocasiones, acentúa esa sensación de realidad escénica, como si espacios fueran decorados con telón incorporado, por la relación filtrada que establece Beth a través de un tablero. Por otro lado, no deja de transmitir esa intemperie nublada de la realidad, como un poso en segundo plano (como la elocuencia expresiva de la mirada, o procesos de pensamiento y emociones, de Anya Taylor-Joy conduce la modulación emocional de la narración, lo mismo que en Caminando entre las tumbas y Godless los callos de las sombras que se perciben, respectivamente, en la expresión de Liam Neeson y Jack O’Connell, y en The lookout el desvalimiento que sabe transmitir Joseph Gordon Levitt). El primer episodio se centra en su estancia en el orfanato en el que Beth ingresa, con nueve años, tras la muerte de su madre en un accidente de coche. Se siente desajustada de su entorno y de la realidad porque ya ha entrevisto que la materia de la vida está hecha de brechas, y no sabe cuándo una de ellas puede hacer desaparecer a quien amas, o a ti mismo. En ese entorno conecta, o establece contacto, con quien está al margen, el guarda, Mr Shaibel (Bill Camp). Es un espacio aparte, el sótano, un margen en un espacio (el orfanato) que es margen de la realidad. Es quien le enseña a jugar al ajedrez, que se convierte en pantalla y coordenadas de su realidad. El sótano se convierte en techo, o firmamento, en el que imagina el tablero de ajedrez, como la demiurga que controla el designio de los acontecimientos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero la vida está tejida también de contrariedades. Y se enamora de quien no la corresponde, ya de entrada porque es homosexual. Su recorrido en ascensión como jugadora de ajedrez implica una sucesión de lances amorosos de distinta índole con sus principales contendientes. En sus primeros lances como jugadora, conoce a Townes (Jacob Fortune-Lloyd), de quien se enamora. En su primer torneo importante vence en la final a Harry (Harry Melling), con quien más adelante establecerá amistad, pero también fugaz relación sentimental. En el torneo más importante a nivel nacional vencerá a Bennie (Thomas Brodie-Sangster), con quien también establecerá amistad, y ocasional relación sentimental. Es ella siempre la que interrumpe o trunca las relaciones, como si más bien contrarrestara, aun no de modo consciente, la frustración de su decepción sentimental. Como si las relaciones fueran el escenario de una partida de ajedrez que, en ocasiones, puede ser la reescritura de una previa partida sentimental perdida. No se juega solo con el contendiente presente, sino también con un pasado, con las narrativas no realizadas. Su principal rival, el campeón mundial, ruso, Borgov (Martin Vocorinsky), no deja de ser también una trasposición del padre ausente, o en otro sentido, de la vida que siente que la controla más que ella a la realidad, por eso tiende al consumo de pastillas o de alcohol como acicate o como forma de entumecimiento cuando siente que sus emociones la desbordan, como si fueran las cuerdas rotas de una marioneta. Esa condición errática emocional es la que determina que se desenfoque, que pierda partidas como, precisamente, la partida con Borgov, con cuyo previo se inicia, significativamente, la serie (que luego se desarrolla mayormente en un largo flashback). Será una partida que perderá. No será el climax de la narración pero sí el significativo umbral, por eso la narración se inicia en ese punto previo, un momento de confusión y desorientación. Elocuente resulta que en la posterior partida en la que se enfrentará a Borgov, en la que sí resulte ganadora, se reencuentre previamente con Townes. En la conclusión camina por las calles con un traje blanco, sobre prendas negras. Es ya un tablero de ajedrez armónico, una reina blanca a la vez que negra. Es la reconciliación o asunción de que la vida está definida por inevitables contrariedades, pérdidas y abandonos. Las cualidades singulares solo se afinarán si se es consciente de esa vertiente de la vida.
Alexander Zárate
Fragmento Estudio de Scott Frank
http://elcinedesolaris.blogspot.com/2020/12/gambito-de-dama-y-el-cine-scott-frank.html
Alexander Zárate
Fragmento Estudio de Scott Frank
http://elcinedesolaris.blogspot.com/2020/12/gambito-de-dama-y-el-cine-scott-frank.html