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Voto de cinedesolaris:
10
Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Jennie (Portrait of Jennie, 1948), de William Dieterle, con guion de Leonardo Bercovici y Peter Berneis, que adaptan la homónima novela de Robert Nathan, la mirada se enhebra en un espacio intermedio donde la realidad se revela porosa, en donde lo incierto y lo posible se entretejen en esa frágil línea del deseo y su proyección o materialización donde se hace sentir que quizá los limites sí puedan transgredirse, lo que hace de ella una de las cumbres del género fantástico (y del melodrama romántico). Quizás ninguna obra ha materializado de forma tan lírica y elocuente el pulso del amor enfrentado a los límites del espacio y del tiempo. La experiencia es como internarse en una pintura animada, o de modo más preciso en sus invisibles recovecos. Los primeros encuadres están cubiertos de una película reticular, como si fueran pinturas que cobrarán movimiento. Muchos de los encuadres disponen de una remarcada cualidad pictórica (amplificada por el uso de unas lentes que se utilizaban de modo habitual en la era silente) que acentúa esa sensación de que se habitara otra realidad, la de los sueños y los deseos que aspiran a lo sublime.

En 1934, Eben (espléndido Joseph Cotten) es un pintor en cuyos cuadros no se aprecia el amor, o la ilusión, como le señala Miss Spiney (Ethel Barrymore), la dueña de la galería a la que él lleva sus cuadros por si le interesara comprar alguno de ellos. Ella percibe que tiene talento, pero sus pinturas carecen de cualquier fulgor de pasión o singularidad, como si fuera una mera mirada neutra, o quizá más bien neutralizada, desprovista de vida, de entusiasmo apasionado, por sentirse agostado en su preocupación por ganar un dinero para poder llegar a fin de mes y, sobre todo, por el desánimo que corroe su actitud (como se percibe en su hosquedad inicial). Ya no parece confiar en lo posible, y se comporta como quien espera una reacción nada receptiva. Su mirada se arrastra a ras de suelo, como si la erosión de la vertiente prosaica de la vida se hubiera enquistado, con la amargura de la desilusión, en su potencial capacidad de percibir lo distintivo. En la inmediata secuencia, como si se correspondiera con la emulsión de su sensibilidad arrinconada y entumecida, Alan conocerá en un parque nevado, solitario y nocturno, a Jennie (Jennifer Jones), una niña con ropa de principios de siglo, hija de acróbatas. No hay nadie más alrededor, como si sólo ellos habitarán el mundo (o fuera el interior desolado de Eben, que acaba de recibir una brizna de ilusión con la venta de uno de sus dibujos). La niña entona una triste canción (compuesta por Bernard Herrmann) que insufla de una conmovedora magia al momento (ambos encuadrados en un travelling que corporeiza esa conjunción de movimientos interiores que ya empieza a unirles, como si se gestara la sintonización de una conversación íntima sin parangón). Ella canta, ‘no sé de dónde vengo, y voy a donde las cosas van, el viento sopla, el mar se mueve… nadie lo sabe’. La incertidumbre que Eben siente, como desolación, se corporeiza en la tristeza desamparada de la canción, como si la niña la dotara de voz y a la vez su presencia encarnara el impulso de acción vital y creadora que comienza a renacer en él.

Alan tendrá otros cinco encuentros con Jennie, en los que cada vez ella tiene más edad, como si sus tiempos fluyeran en distintas dimensiones, como si la materialización de un amor sublime se correspondiera con el incremento gradual de su motivación creadora, encarnándose en ese amor la fuerza de la ilusión en su más amplio sentido (con el asombro como dinamo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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