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Voto de PADRE FLANAGAN:
5
6,0
1.262
Ciencia ficción. Drama. Bélico
En Dresde vive Billy Pilgrim (Michael Sacks), un joven tranquilo, sin pasiones ni curiosidad por el mundo que lo rodea, a pesar de que le ha tocado vivir la Segunda Guerra Mundial. Vive tan absorto, tan fuera de la realidad, que ni siquiera se percata del terrible bombardeo de su ciudad... Adaptación de la novela de 1969 de Kurt Vonnegut.
26 de febrero de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he leído la célebre novela de Kurt Vonneguth, pero estoy convencido de que ha de ser mucho más sustanciosa que su traslación al cine. No dudo que George Roy Hill fuese un notable director que nos dejó algunas muy buenas películas (DOS HOMBRES Y UN DESTINO y EL GOLPE) pero sin duda no era la persona adecuada para esta adaptación. No la he visto hasta fecha reciente, pero tengo la impresión de que debió causar mucha más sensación en su tiempo que la que pueda causar ahora. Al verla, parece la clásica película que ha envejecido mal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y eso que es una cinta entretenida y que se deja ver, sobre todo por lo insólito de la propuesta que nos plantea. El desfase mental-temporal del protagonista, aún quedando bastante claro, no está muy logrado desde el punto de vista fílmico y narrativo. La parte presuntamente fantacientífica (la situada en el zoológico extraterrestre) es la más floja; estaría bien para una obra de teatro, en cine queda muy artificiosa. Tampoco el final es digamos de los antológicos. Lo mejor, las escenas de la guerra, a pesar de que el actor protagonista (ni casi ninguno de sus compañeros de reparto) resulte convincente (y aún menos caracterizado de señor de mediana edad).
Y aún ahí la película vuelve a fallar, en el momento en el que prisioneros y guardianes salen del refugio y contemplan Dresde reducida a escombros tras el bombardeo. Pues Roy Hill se limita a rodar unos incendios en un descampado con los restos de algunos edificios en ruinas y montones de cascotes por todas partes. Falla el presupuesto, pero también la imaginación, y la recreación de lo que fue uno de los episodios más trágicos y tremendos de la 2ª Guerra Mundial brilla por su ausencia. Las escenas posteriores apenas nos recuerdan muy vagamente aquellas fotos terribles de los carretones cargados de montañas de cadáveres carbonizados, tomadas tras el infausto bombardeo (a este respecto queda mucho más convincente la mini serie televisiva alemana DRESDEN, con más presupuesto y con efectos especiales generados por ordenador). Con lo que, además de defraudar al espectador, resta impacto al suceso y por tanto resulta más incomprensible el trauma del protagonista, que es precisamente lo que ocasiona su posterior desfase temporal.
Para acabar, no quisiera dejar de referirme a lo dicho en otra crítica publicada por otro usuario en esta misma web, en la que se viene a relativizar (o a justificar de alguna manera) la destrucción de Dresde por la aviación aliada, alegando que fueron los alemanes los que empezaron al bombardear salvajemente a la población civil británica, y que Dresde (pese a lo que se ha dicho y se ha escrito tantas veces) sí tenía un importante valor estratégico y militar.
Creo que es lamentable que a estas alturas del siglo XXI, en que nos preciamos de vivir en una sociedad democrática regida por la ética, la justicia y la defensa a ultranza de los derechos humanos, sigamos considerando que el fin justifica los medios.
Poca importancia tiene, en mi opiniòn, si en Dresde murieron más o menos personas que en Hiroshima, si fueron 250.000 o sólo 25.000, como si tenía o no importancia estratégica o militar. Y tampoco niego el derecho (e incluso el deber) de ingleses y americanos a defenderse y a luchar contra el nazismo, pero incluso la guerra tiene sus normas, y la más básica de todas es el respeto a la población civil. Da igual que el enemigo no la cumpla. Si tú no lo haces, da igual por qué causa luches, eres igualmente un criminal de guerra.
Y aún ahí la película vuelve a fallar, en el momento en el que prisioneros y guardianes salen del refugio y contemplan Dresde reducida a escombros tras el bombardeo. Pues Roy Hill se limita a rodar unos incendios en un descampado con los restos de algunos edificios en ruinas y montones de cascotes por todas partes. Falla el presupuesto, pero también la imaginación, y la recreación de lo que fue uno de los episodios más trágicos y tremendos de la 2ª Guerra Mundial brilla por su ausencia. Las escenas posteriores apenas nos recuerdan muy vagamente aquellas fotos terribles de los carretones cargados de montañas de cadáveres carbonizados, tomadas tras el infausto bombardeo (a este respecto queda mucho más convincente la mini serie televisiva alemana DRESDEN, con más presupuesto y con efectos especiales generados por ordenador). Con lo que, además de defraudar al espectador, resta impacto al suceso y por tanto resulta más incomprensible el trauma del protagonista, que es precisamente lo que ocasiona su posterior desfase temporal.
Para acabar, no quisiera dejar de referirme a lo dicho en otra crítica publicada por otro usuario en esta misma web, en la que se viene a relativizar (o a justificar de alguna manera) la destrucción de Dresde por la aviación aliada, alegando que fueron los alemanes los que empezaron al bombardear salvajemente a la población civil británica, y que Dresde (pese a lo que se ha dicho y se ha escrito tantas veces) sí tenía un importante valor estratégico y militar.
Creo que es lamentable que a estas alturas del siglo XXI, en que nos preciamos de vivir en una sociedad democrática regida por la ética, la justicia y la defensa a ultranza de los derechos humanos, sigamos considerando que el fin justifica los medios.
Poca importancia tiene, en mi opiniòn, si en Dresde murieron más o menos personas que en Hiroshima, si fueron 250.000 o sólo 25.000, como si tenía o no importancia estratégica o militar. Y tampoco niego el derecho (e incluso el deber) de ingleses y americanos a defenderse y a luchar contra el nazismo, pero incluso la guerra tiene sus normas, y la más básica de todas es el respeto a la población civil. Da igual que el enemigo no la cumpla. Si tú no lo haces, da igual por qué causa luches, eres igualmente un criminal de guerra.