Las adaptaciones de videojuegos al mundo del cine nunca acaban de funcionar. Títulos como Resident Evil: bienvenidos a Raccoon City, Tomb Raider o Warcraft: el origen demuestran que la crítica –y los jugadores– no perdonan ninguna incongruencia. En este caso, Uncharted navega en un territorio neutral, con una propuesta que probablemente no guste a todo el mundo, pero que cumple con su propósito.

Dirigida por Ruben Fleischer (Venom, Bienvenidos a Zombieland), comienza siendo una película de un robo que, después, evoluciona a un plano aventurero al más puro estilo cazatesoros. Con esto, Fleischer se mantiene fiel al videojuego, representando algunas de las historias que aparecen a lo largo de las diferentes entregas de la saga.

Sin embargo, el ritmo y el desarrollo dejan mucho que desear, pues no alcanza esa sensación de lucha contrarreloj que se vive como jugador. Este factor se relaciona directamente con la debilidad del guion, que parece no encontrar su lugar y acaba por ofrecer una trama confusa.

En cuanto a los personajes, la relación entre Nathan Drake (Tom Holland) y Victor Sullivan (Mark Wahlberg) se lleva todo el protagonismo, con diálogos fluidos y divertidos que recuerdan a los de la franquicia plataformas de Sony. No obstante, sorprende que, tratándose de un Nate Drake joven –a diferencia del Nate adulto que protagoniza los juegos de PlayStation–, este sea capaz de vencer cualquier obstáculo sin margen de error significativo.

El resto del elenco lo conforman un tridente de villanos. Entre ellos, Tati Gabrielle, que interpreta el papel de antagonista a la perfección y destaca en las secuencias de acción más físicas; Sophia Ali como la cazadora de tesoros Chloe Frazer; y un Antonio Banderas que encarna a un despiadado millonario español, también en busca del tesoro.

Hablando de españoles, resulta decepcionante (aunque no raro) que gran parte del tiempo en que el relato transcurre en Barcelona esté ocupado por tópicos españoles como el flamenco, el jamón o el vino. A pesar de todo, el argumento lo compensa mostrando espacios como el Barrio Gótico, la Sagrada Familia y la basílica de Santa María del Pi y la de Santa María del Mar, entre otros.

Otro rasgo que destaca en Uncharted es la acción. A medida que se acerca al final, las escenas más dialécticas se multiplican y el espectador se encuentra con diferentes combates muy bien rodados. El punto álgido llega con la imitación directa de la secuencia de Uncharted 3: la traición de Drake, con un Holland luchando contra diversos enemigos en un avión de carga rumbo al agua. Cabe que decir que, en estas secuencias, los efectos visuales no acaban de estar del todo logrados.

En conclusión, teniendo en cuenta que el proyecto se anunció en 2008 y que, desde entonces, ha rondado por los despachos de Hollywood, sorprende que el resultado final no vaya más allá de unas peripecias ridículamente entretenidas. El film se salva gracias a que consigue lo que pretende con una combinación de humor, acción y referencias al producto original.

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