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Voto de coronel kurtz:
8
Thriller. Drama Moisés (Gael García Bernal) y otros indocumentados cruzan a pie un estrecho camino fronterizo entre México y Estados Unidos. Buscan nuevas oportunidades y reencontrarse con sus seres queridos. Desgraciadamente, el grupo es descubierto por Sam (Jeffrey Dean Morgan), un "vigilante" demente que disfruta eliminando a los inmigrantes. En medio de las enormes dificultades del desierto, Sam persigue implacablemnente a Moisés. Se trata de una ... [+]
19 de octubre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largometraje del mexicano Jonás Cuarón, titulado “Desierto”, aunque huérfano en el palmarés del reciente Festival de Sitges, fue de lo mejorcito que se pudo ver en esta última edición.

Se trata de una indisimulada fábula política en forma de thriller psicológico, muy austero en medios, pero con suficientes recursos cinematográficos para conseguir una tensión ambiental en continuo crescendo, bajo una premisa argumental tan aparentemente manida como la del cazador y la presa. El papel de cazador corresponde a Jeffrey Dean Morgan, que interpreta a un redneck racista dispuesto a acabar sin contemplaciones con todo cuanto inmigrante ilegal ose cruzar las sacrosantas fronteras que dan paso al paraíso terrenal USA (con la inseparable compañía de un perro tan sanguinario como él). El papel de presa colectiva recae, por ende, sobre esos humildes mexicanos a la búsqueda de un futuro mejor, personificados en un Gael García Bernal con el que el cazador entabla un desigual tour de force. Pero es esta condición de parábola política (en la que hasta los protagonistas tienen nombres tan simbólicos como Moisés en el caso del migrante y Sam en el caso de su perseguidor) donde la película flaquea ligeramente, al caer en el maniqueísmo, el esquematismo y la unidimensionalidad, por muy pertinente que se nos antoje la soflama, que lo es, máxime con un malnacido como Trump optando a regir los destinos del país más poderoso del mundo. Por eso hubiera sido más eficaz ampliar la paleta de matices y apostar por una mayor sutileza a la hora de colocar la carga de profundidad.

En cambio, el film funciona perfectamente como thriller cercano al terror y perfectamente encuadrable en el subgénero survival, incorporando el desierto de Sonora como un personaje más y dotando a este imponente escenario de múltiples posibilidades para el desarrollo de la acción, con unos condicionantes físicos que refuerzan y pertrechan la trama, facilitando un bagaje dramático que no hubiera sido posible en otra localización menos característica.

La recepción por parte del público de Sitges no fue especialmente fervorosa, salvo en escenas muy puntuales, pero podemos hablar de un más que convincente ejercicio narrativo y de denuncia con profunda vocación de estilo, que anticipa lo que bien podría acabar derivando en una fértil carrera de su joven director y aleja (por si alguien había caído en esa tentación) el indeseado e inmerecido estigma de “hijo de” para un director que se ha ganado sus galones.
coronel kurtz
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