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Francia Francia · París
Voto de keimus:
4
Thriller. Drama Biopic sobre el matemático británico Alan Turing, famoso por haber descifrado los códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, lo cual determinó el devenir de la II Guerra Mundial (1939-1945) en favor de los Aliados. Lejos de ser admirado como un héroe, Turing fue acusado y juzgado por su condición de homosexual en 1952. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar busquen ustedes en los anales de la historia reciente a un genio incomprendido, que en la pantalla deberá mostrarse como un ser de pocas capacidades sociales; que parece arrogante por no saber acomodarse a los convencionalismos sociales, a pesar de que tiene un buen corazón. Que es sarcástico. Que se gana enemigos que lo quieren ver destruido (sin importar que ello acarree en este caso, una pérdida de vidas humanas que nunca vemos en pantalla), pero a quien nunca pueden derrotar gracias a la fuerza de la amistad. Que está solo en el mundo antes de que llegue una chica a salvarlo, a entenderlo y a ser su medio de comunicación con el resto del planeta. El único problema de este último ingrediente es que si el tipo es homosexual, habrá que torcer la historia de amor (que la debe haber) en pro de una amistad enamoradiza entre chica y chico (que se acerque al amor). Porque sin la chica apoyando al chico, los espectadores se pueden perder, pueden sentirse huérfanos y por tanto querrán ver la película del otro lado de la sala, en donde la mujer sí toma de la mano a su genio para enseñarle el lado oscuro de la luna. Por último, nuestro genio tiene que hacer un descubrimiento importantísimo en un bar, al calor de unas cervezas, a raíz de un comentario banal de alguna de los presentes. Esto es importante, porque si bien aquel descubrimiento pudo haberlo hecho el genio en la soledad de su trabajo, al público no le parecerá creíble si no se gesta de la manera más azarosa posible en un bar (sí tiene que ser un bar), con una chica guapa de por medio.

Así me sentí con The Imitation Game, una película de buenas intenciones que termina cayendo por el camino de lo políticamente incorrecto y por la vía adecuada para ganar un oscar. Sí, podrán hablarme de la buena actuación de Benedict Cumberbatch, de los escenarios, de la cuidada fotografía, pero la historia se me hizo otra copia de una mente brillante que no le hace tributo a un genio como Turing. Puras escenas de lagrimilla fácil y reflexión a lo Paulo Coehlo (sí eres diferente, tú puedes; es mejor ser amado que temido y por eso se atrapan más moscan con miel que con hiel sin importar si éstas son mediocres) que a mí personalmente no me gustan de a mucho. Además, considero que el personaje de Keira Knightley es uno de los más banales que me he encontrado en películas recientes. Sí, yo sé que Joan Clarke no es ninguna don nadie, pero aquí Keira no aporta mucho.

En todo caso, todos aquellos hechos son pequeñeces al lado del tema de fondo que es el que más debería tener fuerza en la historia: la homosexualidad de Turing. Ésta es mostrada por los bordes, de forma blanda como si fuera un hecho más en la vida del matemático (a pesar de los letreritos del comienzo y final). Nunca lo vemos con su amante, nunca sabemos de Arnold Murray (personaje importante para saber del robo), nunca vemos la dimensión exacta de qué magnitud era la injusticia contra Turing, ni tampoco la fuerza con la que combatió este matemático contra los prejuicios (sí, porque él no era un llorón que se quedaba en su habitación lamentándose de su situación, sino le hizo frente hasta la absurda condena de los tribunales británicos). Supongo que a pesar de que en nuestros días muchos de esos tabúes y prejuicios se han caído, el tema sólo da para historias blandengues y no para una verdadera reflexión en la que podamos observar la magnitud de las cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
keimus
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