Una más que correcta película de época. Gran ambientación, guión muy cuidado y actores en estado de gracia. Nigel Hawthorne está soberbio, y el resto del elenco (la película es muy coral) no desentona. En cuanto al fondo, esta obra permite lecturas rabiosamente actuales, en el sentido de que refleja las miserias de un sistema político corrupto en sus entrañas y marcadamente oligárquico, aunque formalmente esté basado en estructuras supuestamente democráticas. La película muestra continuos juegos de ambiciones, alianzas e infidelidades, en una especie de “culebrón” entre poderosos, en el que cómo viva el pueblo es lo que menos importa. Algo huele a podrido en el país que hace del parlamentarismo su bandera… En ese sentido, la película se sigue con interés, ya que refleja con credibilidad las luchas maquiavélicas y arribistas por ganar un hueco en las esferas del poder, a costa de lo que sea, incluso de lazos paterno-filiales.

Eso sí, ante tal escenario, llama la atención la mirada excesivamente amable y condescendiente con la figura del “Rey Granjero”. La película termina desprendiendo un tufillo monárquico y conservador que resta fuerza al conjunto. El autor ensalza la idea romántica de la identificación del protagonista con el Lear de Shakespeare, y no lleva a sus últimas consecuencias la mordacidad de una historia a la que se le podía haber sacado más jugo.

De todos modos, “La locura del Rey Jorge” es una película entretenida, muy bien contada, y muy bien interpretada, que engancha con facilidad, aunque le falte un plus para llegar a la genialidad.