Apruebo a "Autómata" porque no siempre se ve a actores consagrados de Hollywood arríesgándose en empresas como ésta, apostando por proyectos de bajo presupuesto y enfrentándose a la realidad que supone tener que tirarlos para adelante.

Lo bueno de "Autómata" es que es honesta, no pretende engañar al público. Lo malo, que difícilmente entusiasmará a nadie.

La primera parte funciona decorosamente. Banderas interpreta un personaje complejo, de matices, que combina los ademanes funcionariales de un agente de seguros con el heroísmo de quien busca una salida digna a su vida en una civilización que se está yendo al traste. El paisaje postapocalíptico de ciudad bañada de lluvia ácida, tipo "Blade Runner", está muy visto, pero resulta aceptable como escenario de la historia que se quiere contar, y con un mensaje trillado pero en cualquier caso muy actual. La película sigue patrones del cine clásico de ciencia-ficción, tan evidentes que casi la convierten en una obra innecesaria y redundante. Sin embargo, el film también atesora la riqueza que le proporciona la reflexión sobre la necesidad de poner límites al progreso y, sobre todo, las aristas de su personaje principal, un ser humano que se enfrenta a las expectativas de una vida sin futuro con la angustia que le produce el hecho de ser padre.

En la segunda mitad, sin embargo, la película descarrila. La estética de paisajes desérticos recuerda en exceso los productos del cine americano más comercial, y mejor no hablar del diseño y comportamiento seudohumano de los autómatas. Falta originalidad, y en esta parte del film no hay un relato con el interés suficiente como para sostener el conjunto. El argumento desemboca en una lucha "bueno contra malos", con un tratamiento animalizado y casi ecologista de los robots, y todo como materialización de un mensaje de crítica a la sociedad postindustrial que termina sonando tan manido que parece rancio.