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Voto de Capitan Ahab:
4
Drama. Romance En París, en 1971. Delphine conoce a Carole. La primera, hija de campesinos, se muda a la capital para alcanzar la independencia económica y ser dueña de su propia vida. La segunda tiene novio y vive felizmente los comienzos del movimiento feminista. A Delphine, misteriosa y reservada, le gustan las mujeres. Carole ni se plantea esa posibilidad. De su encuentro surge una historia de amor que desequilibrará sus vidas al tropezar con la realidad. (FILMAFFINITY) [+]
7 de noviembre de 2016
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contando un simple ligue de verano se puede hacer una película magnífica que exprese, por ejemplo, lo efímero y limitado de la felicidad, la juventud y el placer que obtenemos en nuestras vidas, como ocurre en la mítica Un verano con Mónica, de Ingmar Bergman. Esta película, en cambio, apenas logra trasmitir más que un paquete de buenas intenciones apenas bosquejadas. El guión tiene importantes deficiencias a la hora de transmitir el personaje de la feminista parisina, tan importante para la credibilidad de todo lo demás. No es que no sea creíble el que alguien que ha vivido siempre entre feministas (donde el lesbianismo es de todo menos raro) pase de la completa heterosexualidad a la completa homosexualidad por conocer a sus treinta y tantos años a una chica de pueblo no especialmente atractiva ni especialmente interesante ni especialmente peculiar. Es, simplemente, que la película no nos transmite los mecanismos que llevan a ese personaje a reaccionar así y no nos queda más remedio que echar mano del tópico de tantas películas de romances convencionales: la supuesta magia del amor. La chica campesina, en cambio, está bien definida como lesbiana exclusiva de toda la vida, pero, a la hora de plantear el dilema que se le presenta entre romper con el papel que su tradicional entorno le tiene reservado y lo que la otra chica propone, olvida matizar que la muerte de su padre ha convertido en un deber e incluso un reto vital proseguir con el trabajo que aquél hacía en la granja. Identificar, como viene a hacer la trama con demasiada simpleza, granja con sumisión y emigración con liberación lleva consigo colocar el deber libremente asumido en la balanza de las rémoras y empañar como ejercicio de cierta irresponsabilidad la búsqueda de realización sexual que se ha colocado en el otro platillo. Si a esto se añade el poco acierto para recrear el entusiasmo del activismo setentero más allá de alguna simpleza casi folklórica, tenemos que la película se queda en méritos parciales, menos consistentes en mi opinión que los errores. Pese a todo esto, es comprensible que este tipo de producciones obtengan aplausos de espectadores sensibles a estos temas, puesto que hay una gran necesidad de que el cine los trate (equivocándose en más o en menos) sin el sensacionalismo ni el paternalismo del que suelen ser presa.
Capitan Ahab
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