Después de ser una de las mejores películas del pasado festival de Sitges, Green Room ha llegado a España, tenía muchas expectativas con ella y me ha gustado, pero esperaba algo más.

Protagonizada por el tristemente fallecido Anton Yelchin (Star Trek), una irreconocible y brutal Imogen Poots (Need for Speed) y un genial Patrick Stewart (X-Men) que solo con la voz impone respeto.

La película busca el realismo constantemente, pero hay ciertas acciones que cantan un poco por parte de la banda punk como no ayudar a alguien del grupo que está en problemas o salir por la puerta principal cuando saben que hay un grupo más numeroso y violento de nazis que están esperando acabar con ellos. Pero bueno, podemos decir que todos los personajes que aparecen tienen pocas luces y resuelven las situaciones de forma estúpida.

La fotografía es buena y cuando explota la película, nos muestra una violencia seca y cruda, aunque algo contenida, con escenas rápidas y que duran un par de segundos, pero, lo suficientemente desagradables para que no se te olviden durante un tiempo. Sobretodo durante la primera parte de la acción, que van a base de cutter y machete , luego ya, se pasan a las armas y la tensión de presenciar muertes violentas disminuye.

Lo mejor sin lugar a dudas, es la imprevisibilidad del film, aparte de que no son muy espabilados y desconoces lo que van a hacer, es que, nunca sabes cuando va a morir alguien del grupo y lo hacen de una manera tan rápida que te coge desprevenido totalmente y no bajas la guardia durante todo el metraje.

Casi todo lo que pasa transcurre en tres habitaciones del bar (la habitación verde, la sala principal y otra habitación) aparte de algún exterior. Me ha faltado algo más de imaginación en alguna escena y algún escenario más para darle el cuenco grande de palomitas, tal vez, por las expectativas que tenía. Mejor, así os lleváis mejores sensaciones que yo después de leer esta reseña.

Entretenida y violenta.

https://cinefalos.com/2016/08/14/green-room-critica/