Y es que a no ser que el hambre sea mucha (el desocupe de la vacación), una quinta cae bastante pesada y haría mal a tu organismo (como la quinta temporada de Élite).

Y es que así se ha concebido esta serie, como la adicción de la parrilla del grande del streaming que curiosa y estratégicamente siempre estrena en épocas festivas, valiéndose de quienes estarán bajo las cobijas tragándose lo que sea con tal de aligerar la época (entre otras cosas, nos condenaremos en el infierno por gula).

Pero ya, entrados en gastos, la quinta temporada de Élite no es más que la reconfirmación de una serie en decenso que después del episodio piloto de la temporada 3 automáticamente ya había concluido, pero no, sus mentores lejos de aprovecharse de su fórmula ya cayeron en el abuso de la misma y ya ni ellos saben qué quieren contar. El hecho que dediquen un episodio entero de 50 mins a una velada de cine o una fiesta interminable donde no pasa NADA habla mucho del bloqueo creativo del que adolece esta tira (vamos, ¿que estos críos no estudian nunca?)

Todo en Élite 5 parece una excusa para que medio elenco eche abajo la ropa, se bese con el uno, tenga sexo con el otro, el otro vuelva con el uno y y el uno sume a un tercero, cuarto, quinto... Escenas de relleno con más harina que relleno, desnudos y sexo gratuito, personajes que van y vienen y se enamoran a los nueve segundos sin que haya un elemento progresivo que los llevó a tal sentimiento y un "misterio" que si bien no parece importar a nadie del elenco no nos debería importar a nosotros. Si acaso soné reiterativo es un tributo a esta temporada 5 de Élite: un despropósito.