La trayectoria cinematográfica del director neoyorquino Paul Mazursky (1930-2014), se engloba básicamente en la comedia con pinceladas conflictivas de las relaciones en pareja: “Bob, Carol, Ted y Alice” (1969), “Una almohada para tres” (1980), o “Un loco suelto en Hollywood” (1986) entre otras tantas realizaciones de corte desenfadado y comprometido con los pequeños conflictos domésticos de pareja y sus entornos. En “Escenas en una galería” (1991) Mazursky vuelve al conflicto de pareja con la premisa de la clase social acomodada a la que pertenecen nuestros personajes.

Un día de compras es el motivo por el que Deborah (Bette Midler) y Nick (Woody Allen) deciden pasar el día entre las tiendas de una enorme galería comercial y hacer parte de la compra para la celebración de aniversario. Los usuales conflictos generados desde el momento que deciden aparcar para dedicar el resto del día a las compras cambiarán las cosas.

Por motivos de engaños confesados se pretenderá cancelar la cena y convocarla repetidamente debido a las disputas surgidas de sendas confesiones de infidelidad declaradas y reconciliaciones posteriores a lo que contribuyen un coche mal aparcado, un mimo insufrible, música mariachi a toda pastilla, unas cuantas copas espiritosas, una inseparable tabla de surf, y la sobria caja de sushi para la cena, caviar, champagne y algún oportuno baile.

Tras unas cuantas disputas, algunos arrebatos y una buena dosis de comprensión por parte de ambos, se perdonan ignoran infidelidades regresando la armonía entre los dos. Vemos a un Allen se muestra básico, correcto y recogido en su interpretación, limitado si lo comparamos con el Allen de sus personales películas, posiblemente por exigencias de guión. Algo más liberada en la interpretación Bette Midler, actriz con grandes dosis de expresivos gestos y recursos fluidos en sus papeles resulta convincente, hecho a su medida donde siempre se ha movido bien en personajes de carácter tanto en comedia como en drama.

Escenas en una galería supone un correcto trabajo para su director, dispares interpretaciones de sus protagonistas, recargado de extras cual insoportables animadores y un fondo temático que no va más allá de alguna discusión, un acalorado beso de reconciliación y un final feliz, a pesar de las infidelidades.