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España España · barcelona
Voto de avanti:
8
Drama. Cine negro Aunque el teniente Scott Burnett, del servicio de guardacostas, padece todavía pesadillas durante su convalecencia, está decidido a casarse con su novia Eve y empezar una nueva vida. Un día, se encuentra en la playa con Peggy, la mujer de un famoso pintor ciego. Scott y Peggy se enamoran, pero ella se siente culpable y no quiere abandonar a su marido. Scott, por su parte, cree que Tod finge su ceguera para retener a su esposa a su lado. (FILMAFFINITY) [+]
16 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The woman on the beach (Una mujer en la playa) es una película dirigida por Jean Renoir en 1947, guionizada por Jean Renoir, Frank Davis, y Michael Hogan, sobre la novela de Mitchell Wilson. Director, guionista, actor y segundo hijo del impresionista Pierre-Auguste Renoir, Jean y una treintena larga de películas en su haber, imprimió en la pantalla la herencia visual de su egregio padre, utilizando como pincel sus melodramáticas imágenes impregnadas (desde los inicios en el cine mudo) en el drama y la comedia, entre otros géneros.

En el metraje que nos ocupa, su guión está centrado en la discapacidad y el melodrama psicológico. La precariedad de los personajes principales, consigue unirlos entre las atronadoras olas de una playa donde un barco varado sirve de refugio a la señora Peggy (Joan Bennett), situación de la que se impregna el angustiado por su pasado teniente Scott (Robert Ryan), situación que no se puede completar ni mucho menos ignorar sin la presencia del hermético pintor el señor Tod (Charles Bickford) celoso de todo cuanto sus sentidos pueden percibir.

El entorno, preñado del realismo poético que tanto impregna el cine francés de la época, nos muestra el drama a tres: una joven insatisfecha y sus contradicciones, un hombre que no logra deshacerse de sus pesadillas del pasado, y un pintor que a pesar de sus limitaciones no se resiste a su destino siendo poseedor de su propia razón y su dramático campo de acción creativa que, siendo lo que le queda, no le impide llevar una vida aparentemente soportada desde su frágil e impenetrable estado emocional.

Como el tiempo, la situación evoluciona hacia un dramatismo propio de personajes soportados sobre la perversidad y los egos desencadenados necesarios sacados de sus respectivos pasados, situación que les obliga a encontrarse y dilucidar asuntos que de alguna manera afectan a los tres instalándose la desconfianza, el reproche y la abrumadora realidad que les inunda.

Renoir utiliza las emociones más bravas con los personajes, obligándolos a la confrontación, esclareciendo sentimientos y confirmando realidades derivando en un atormentado caos purgando los fantasmas emocionales que habitan en los ánimos de nuestros tres protagonistas, alcanzando una especie de paz interior más fuerte que el oleaje, más potente que todo dialogo y más real que el tiempo pretérito vivido por Peggy Scott y Tod.
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