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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Intriga. Bélico. Drama El Coronel Franz Von Waldheim se encuentra destacado en París con una misión muy concreta: hacerse con las modernas pinturas francesas, las mismas calificadas de "degeneradas" por los nazis, y cargarlas en un tren con destino a Alemania para el Tercer Reich. Eso sí, ha de tener mucho cuidado de no dañar la carga y, además, tiene de tiempo límite lo que tarden los aliados en reconquistar la ciudad, es decir, poco margen ya que cada vez están más cerca. (FILMAFFINITY) [+]
2 de junio de 2010
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precioso homenaje el que brinda Frankenheimer a los trabajadores ferroviarios franceses, a la resistencia francesa y al mundo del ferrocarril en general.
Mil quinientos días después de la ocupación alemana, allá por el mes de agosto de 1944, se vislumbra la liberación de París. Un terco general nazi (un impresionante Paul Scofield), amante del arte, se empeña en sacar de Francia sus mejores pinturas, antes de que su ejército sucumba ante los Aliados. Autores tan importantes como Picasso, Cezanne, Matisse, Renoir, Degas… lo que los franceses llaman “la gloria de Francia”. El medio para sacarlos: el ferrocarril.

La realización de la película es de un esfuerzo titánico. Cuenta con el apoyo del estado francés, su red ferroviaria y el ejército, sin cuya colaboración la película no habría sido posible. Explosiones de vagones, bombardeos, destrucción de vías, locomotoras que descarrilan, toda una exaltación y épica de los trenes. El tren es casi un personaje más, sobre el que recae gran parte de la acción. El tren y sus ocupantes sufren toda clase de vicisitudes y penurias en su travesía. Una andadura muy peligrosa, con gran riesgo y muchas vidas en juego.

La realización técnica es de un nivel extraordinario, desde su puesta en escena, su excelente fotografía en blanco y negro, el manejo de planos con grúa, la planificación, las secuencias de masas y un largo etcétera.
Pero no desmerece en absoluto el factor humano, conformado por un gran reparto.
Jeanne Moreau, «La mejor actriz del mundo», según declaró una vez Orson Wells, tiene un pequeño papel.
Pero es Burt Lancaster quien lleva el mayor peso, y la baza principal del film. Encarna a un ferroviario, maquinista, mecánico y líder del movimiento de la resistencia. Demuestra que es un fantástico actor y que se mueve como pez en el agua con los papeles que requieren un gran físico. Hace él mismo (sin ayuda de dobles) las escenas arriesgadas, como subirse al tren en marcha o la caída por un barranco. Ningún actor lo podría haber hecho mejor.
Le da la réplica el general Von Waldheim, un Paul Scofield que está de Oscar. Sobrio, serio y con un rigor que llega a dar miedo, con muy mala leche, su empeño personal en sacar el tren adelante con las famosas pinturas no tiene parangón. Los primeros planos de su rostro son impresionantes.

Muy recomendable, especialmente a los aficionados al tren y a la II Guerra Mundial, desde un punto de vista diferente del conflicto, no tan bélico (de trincheras) pero sumamente interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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