“Bon appétit” es una película fresca, agradable (pese a sus momentos de amargura), joven y dinámica que refleja la juventud e inquietudes de su director, que podrían ser las de una generación, los nacidos en los 70, anterior a la Ni-Ni.

La trama se centra en un trío de jóvenes treintañeros que trabajan en un restaurante de alta cocina en Zurich. Hannah, una joven sumiller (estupenda Nora Schirner), Hugo, el apuesto e íntegro jefe de cocina italiano (entrañable Guilio Berruti) y Daniel, el español recién llegado con ganas de demostrar su talento (el encantador Unax Ugalde). No es, como puede aparentar, una comedia romántica sino más bien un drama gastronómico agridulce.

Más elegante que “Soul kitchen” y más sofisticada que “Fuera de carta”, “Bon appétit” propone una rica receta de variados ingredientes: cocina internacional, amistad, carrera por el éxito profesional y amor.

David Pinillos da el salto desde el montaje a la dirección para ofrecernos toda una historia de búsqueda personal. A través de una dinámica puesta en escena, con unas fabulosas imágenes de Zurich (difícil no enamorarse de esta ciudad) y algún que otro secreto de cocina, disecciona la vida de Daniel, un ambicioso cocinero con ganas de llegar a ser un importante chef, interpretado por Unax Ugalde, un actor que no deja de sorprender y progresar, con amplio margen de mejora aún, y que está llamado a triunfar internacionalmente.

Cosmopolita, entre Zurich y Bilbao, con el tono de comedia romántica y el poso de melodrama, cuenta con unas convincentes interpretaciones del joven trío protagonista, una dirección muy equilibrada (una cámara excitada entre fogones, pausada en los momentos más íntimos) y una destacada banda sonora que refleja el estado de ánimo de los personajes. David Pinillos propone con “Bon appétit” una receta digna de saborear por los paladares más intrépidos.