Bien realizada y capaz de conectar con el espectador, la película evoca la solución final contra los judios durante la segunda guerra mundial sin llegar a desgranarla más allá de unas cuantas imágenes metafóricas. Un tanto sensiblera y quizás demasiado edulcorada para no hacer pasar un mal trago al espectador, El niño con el pijama de rayas deja su hueco y es capaz de agradar en esa amistad imposible entre un niño judío y otro alemán en tiempos tan tumultuosos. Bien interpretada en el reparto general, con una banda sonora que consigue su objetivo narcotizante ante las barbaries que ocurren al otro lado de la verja. Lo mejor es el final que nos depara un guión firme aunque poco comprometido, una historia delicada que deja ese punto de resquemor ante las atrocidades de la segunda guerra mundial y que llega a todos los públicos.

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