La escritora canadiense Wendy Orr escribió y publicó hace casi unos diez años un cuento o libro infantil de un centenar de páginas llamado a ser su obra más reconocida de mismo título que la película de la que hablamos "Nim's Island". Tuvo a bien no vendernos el principio de una saga ni inventarse un mundo fantástico en otra galaxia ni nada por el estilo. Algo que empieza y acaba. Punto. Además de por eso, en parte es un alivio encontrarse con una historia que si bien no huye de convencionalismos infantiloides sí que se desarrolla en un lugar posible y con un toque cuando menos nostálgico y aunque no siempre sea entretenida, sí que deja un poso al menos agradable. El film destinado a luchar en cartelera con otros entretenimientos veraniegos de más caché es un ejercicio en parte entrañable perfecto para llevar a los niños en medio del verano para que se constipen con el aire acondicionado de las salas (ellos son jóvenes y aguantarán las inclemencias). Tiene animales muy listos, aventuras en el mar, paisajes paradisiacos, una niña Abigail Breslin (por siempre y para siempre la Olive Hoover de "Miss Sunshine") con la que da gusto enternecerse. En fín, probablemente la crítica más ñoña que he escrito en los últimos tiempos, y confieso que hacia la mitad de la película me aburría ciertamente, pero luego, en su conjunto, lo ví todo más claro. Objetividad o Subjetividad. Visión de adulto o visión de niño. Harry Potter o esta isla a la antigua. Empate. Una X vamos.