Estamos ante una de las mejores películas de intriga de los últimos veinte años, indudablemente.
Villeneuve nos engulle en su laberinto cocinando cada ingrediente de su enigma a fuego lento, y así nos hace testigos de los quebraderos de cabeza de sus protagonistas, unos brillantes Jackman y Gyllenhall, inmersos en un duelo interpretativo que no sería de extrañar acabara recibiendo su recompensa en forma de premios en las fechas venideras.
Una dirección muy trabajada, con estilo, nos recuerda el ambiente oscuro y tenso de películas como "Mystic River", con un ritmo también algo similar. Además cuenta con un extenso metraje para nada excesivo, sino que ayuda a definir la agonía de la desesperante búsqueda de sus personajes, luchando todos ellos por controlar sus nervios mientras se adentran más y más en un puzzle de escuetas preguntas pero casi ninguna respuesta. Una sufrida búsqueda a través de la oscuridad, los malos presagios, las propias creencias morales, la esperanza, el horror, la angustia ante la pérdida de unos y el deseo de resolver de otros, todo contrarreloj.
El guión es de lo mejor que haya visto en el cine americano en muchos años. Todos los diálogos resultan necesarios para comprender tanto la actitud de los personajes como para hacernos partícipes de sus miedos.
"Prisioneros" no te deja indiferente, te atrapa en su laberinto, y con muchas menos trampas de las que en un principio se pueden esperar. La calidad de su guión, el estilo de su dirección y el gran oficio de sus actuaciones son sus mayores armas.
Imprescindible visionado, sobre todo para aquellos degustadores de buen cine de suspense, aquí con la particularidad de estar narrado a ritmo de drama.