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Voto de John Giraldo:
7
6,5
40.526
Animación. Fantástico. Comedia
Mike Wazowski (Billy Crystal) y James P. Sullivan (John Goodman) son amigos inseparables, pero no fue siempre así. Cuando se conocieron en la Universidad, no se podían soportar, pero acabaron superando sus diferencias y se convirtieron en los mejores amigos. Precuela de la exitosa "Monstruos, S.A.". (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2013
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Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]
Docente universitario y periodista
Las películas para niños y que nos divierten a los grandes, gozan de una serie de encantos: son películas familiares, donde se transponen las ideas del mundo, además cuentan con el elemento esencial de la diversión, no hay película para los niños en las que uno deje de gozar, como también ofrecen un banquete de relatos diversos con drama, acción, aventuras, mucho color y sobre todo siempre en el fondo son fabulescas, es decir, cuentan con mensajes para pensar y observar cómo es que hemos construido nuestro mundo y cómo nos relacionamos con aquellos que nos rodean.
Cuando salió la primera versión de esta zaga, una idea bastante sugestiva permitió que muchos niños con ciertas ansiedades y temores hacia los monstruos, los asumieran con más naturalidad: esos monstruos no asustan, son tiernos, decía mi hijo y de repente esos monstruos engendraron en los niños mucha afabilidad, pues trabajaban en conjunto, de algún modo eran bonachones y arriesgados.
Con la nueva versión, y al hacer un retroceso: ir a la vida de jóvenes de los monstruos, de Mike Wazowsky y Sullivan, antes de ser amigos y toparse en la universidad, el foco central es el de insistir, persistir y nunca desistir de los sueños. Y ahora, el trabajar en equipo permite que hasta los que aparentan ser los de menos, los rechazados, pongan en prueba sus habilidades y juntando sus fortalezas logren superar sus propios miedos y auto-rechazos.
Si uno mira en detalle a los monstruos universitarios y consigue divertirse, lo transversal es la manera cómo cada cual de estos amigos extremos se conectan y consiguen lo que desean. El contexto los agrede. Un minúsculo sujeto como es Mike, cuyos sueños son más enormes que él y basados en su apariencia, lo más seguro es que lo que consiga sea derrotas y múltiples estigmas. En cambio el otro, Sullivan es arrogante, su fuerza dice que es el más asustador, pero se verá como el fuerte puede caer tan fácil. En cada uno de ellos, se nota como hay mucho por aprender.
Sigo en Spoiler
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Docente universitario y periodista
Las películas para niños y que nos divierten a los grandes, gozan de una serie de encantos: son películas familiares, donde se transponen las ideas del mundo, además cuentan con el elemento esencial de la diversión, no hay película para los niños en las que uno deje de gozar, como también ofrecen un banquete de relatos diversos con drama, acción, aventuras, mucho color y sobre todo siempre en el fondo son fabulescas, es decir, cuentan con mensajes para pensar y observar cómo es que hemos construido nuestro mundo y cómo nos relacionamos con aquellos que nos rodean.
Cuando salió la primera versión de esta zaga, una idea bastante sugestiva permitió que muchos niños con ciertas ansiedades y temores hacia los monstruos, los asumieran con más naturalidad: esos monstruos no asustan, son tiernos, decía mi hijo y de repente esos monstruos engendraron en los niños mucha afabilidad, pues trabajaban en conjunto, de algún modo eran bonachones y arriesgados.
Con la nueva versión, y al hacer un retroceso: ir a la vida de jóvenes de los monstruos, de Mike Wazowsky y Sullivan, antes de ser amigos y toparse en la universidad, el foco central es el de insistir, persistir y nunca desistir de los sueños. Y ahora, el trabajar en equipo permite que hasta los que aparentan ser los de menos, los rechazados, pongan en prueba sus habilidades y juntando sus fortalezas logren superar sus propios miedos y auto-rechazos.
Si uno mira en detalle a los monstruos universitarios y consigue divertirse, lo transversal es la manera cómo cada cual de estos amigos extremos se conectan y consiguen lo que desean. El contexto los agrede. Un minúsculo sujeto como es Mike, cuyos sueños son más enormes que él y basados en su apariencia, lo más seguro es que lo que consiga sea derrotas y múltiples estigmas. En cambio el otro, Sullivan es arrogante, su fuerza dice que es el más asustador, pero se verá como el fuerte puede caer tan fácil. En cada uno de ellos, se nota como hay mucho por aprender.
Sigo en Spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es así como la misma industria cultural forjadora de los moldes de superhéroes, de los fuertes como los estereotipos a seguir, de los ganadores son los únicos que triunfan, los débiles y desgarbados no tienen cabida, los malos son feos y cosas por el estilo, han venido surgiendo propuestas opuestas: los malos tienen algo de buenos (Ralph El Demoledor), los débiles también tienen espacio, los de menos apariencia pueden triunfar, y así sucesivamente construyen una transposición de valores.
Los monstruos universitarios dan cátedra, permiten congraciarnos con las virtudes del que es excluido: nunca desfallece ni se entrega, y por el contrario lo que puede ser una debilidad lo convierte en su potencia: insiste, se convence de que su camino aunque empedrado, no se puede dejar de recorrer. Los dos personajes nos atrapan, y como tremendos trotamundos cada experiencia le otorga la fuerza. La fábula no deja de ser como las clásicas La tortuga y la liebre, o La bella y la bestia, en fin, pero la sagacidad de este relato, es volver unos asustadores tiernos. Son como dice uno de los eslóganes con el que se promociona la película: son sustos que dan gusto. Al tiempo, el cine, como fábrica de sueños, nos ensancha el mundo y nos permite seguir soñando en otro modo de vida menos ramplón.
Las películas para niños han generado además de mucho dinero y diversión, un legado: más conciencia ambiental, una idea de solventar las dificultades y no dejarse apabullar por nada, una creencia en ese valor de la amistad y de trabajar en equipo, devuelven una confianza sobre el ser, la familia y una serie de circunstancias necesarias para vivir.
Cada vez que voy con mi hijo a disfrutar de las maravillas de Pixar, Dreamworks, Disney, Warner… entre otros tantos emporios de las películas animadas, me pregunto si él en medio de sus sonrisas, preguntas inquietas, sensaciones diversas, entenderá que un modo que hemos venido tejiendo es el de crecer y fortalecernos con la pantalla grande. Por lo pronto, él se sienta conmigo no sólo en las butacas de cine, además, a escribir esta columna cuando son películas que compartimos juntos.
Los monstruos universitarios dan cátedra, permiten congraciarnos con las virtudes del que es excluido: nunca desfallece ni se entrega, y por el contrario lo que puede ser una debilidad lo convierte en su potencia: insiste, se convence de que su camino aunque empedrado, no se puede dejar de recorrer. Los dos personajes nos atrapan, y como tremendos trotamundos cada experiencia le otorga la fuerza. La fábula no deja de ser como las clásicas La tortuga y la liebre, o La bella y la bestia, en fin, pero la sagacidad de este relato, es volver unos asustadores tiernos. Son como dice uno de los eslóganes con el que se promociona la película: son sustos que dan gusto. Al tiempo, el cine, como fábrica de sueños, nos ensancha el mundo y nos permite seguir soñando en otro modo de vida menos ramplón.
Las películas para niños han generado además de mucho dinero y diversión, un legado: más conciencia ambiental, una idea de solventar las dificultades y no dejarse apabullar por nada, una creencia en ese valor de la amistad y de trabajar en equipo, devuelven una confianza sobre el ser, la familia y una serie de circunstancias necesarias para vivir.
Cada vez que voy con mi hijo a disfrutar de las maravillas de Pixar, Dreamworks, Disney, Warner… entre otros tantos emporios de las películas animadas, me pregunto si él en medio de sus sonrisas, preguntas inquietas, sensaciones diversas, entenderá que un modo que hemos venido tejiendo es el de crecer y fortalecernos con la pantalla grande. Por lo pronto, él se sienta conmigo no sólo en las butacas de cine, además, a escribir esta columna cuando son películas que compartimos juntos.