Una de las sorpresas del 2009 fue la película "12 Trampas" donde el artesano Renny Harlin utilizaba la excusa de una modesta película de serie B para ofrecernos un divertimento que cumplía su objetivo de entretener por encima de las expectativas. Era buen cine, con un ritmo endiablado y un entretenimiento de primera calidad. Ahora nos llega "12 Trampas 2" que poco tiene que ver con su predecesora a excepción del título y de un inexpresivo protagonista (como en su predecesora, una estrella de la lucha libre en la vida real). Si la primera parte se tomaba su misión de entretener con ambición de película de gran presupuesto y conseguía magnificas escenas de acción, esta secuela no puede evitar su condición de paupérrima serie B, intenta ser trepidante y, por momentos, lo consigue, pero aquí la dirección es plana, sin la originalidad ni la frescura de su predecesora. El guión es unidimensional y poco creíble. La dirección hace lo que puede imprimiendo constantes movimientos a la cámara, poco más. No hay mimbres para un buen cesto. No es "12 Trampas 2" una mala película de acción pero, comparada con su predecesora, es decepcionantemente vacía.