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España España · MADRID
Voto de Laura:
8
Comedia. Drama Marco, un entrenador profesional de baloncesto, se encuentra un día, en medio de una crisis personal, entrenando a un equipo compuesto por personas con discapacidad intelectual. Lo que comienza como un problema se acaba convirtiendo en una lección de vida. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un prejuicio según la RAE es un juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma inmotivadamente de antemano y sin el conocimiento necesario. Por muy modernos y de ideas avanzadas que nos consideremos, siempre hay algún prejuicio al acecho y hoy en día con crisis humanitarias como la de los refugiados, desgraciadamente parecen más de actualidad que nunca. Sin embargo, no hace falta viajar mucho para detectarlos y en Campeones (Javier Fesser, 2018) nos presentan una historia muy cercana con gente que nos podemos cruzar diariamente en el metro. Gente que sufre una discapacidad intelectual, pero que no por ello desea ser invisible para la sociedad. En ese sentido es una historia arriesgada, ya que se trata un tema sensible, pero después de disfrutar de sus dos horas de metraje se puede decir que consigue disipar muchos prejuicios instaurados respecto a las personas con discapacidad intelectual.
Una de sus primeras metas que consigue cumplir es la de presentar a unos tipos autónomos y muy capaces, para los que su discapacidad es una característica y no una limitación. Así vemos como uno de los personajes vive solo y tiene su propio trabajo y otro de ellos comparte piso con otros compañeros. Sin olvidar que desde una primera secuencia de presentamiento entre entrenador, (Javier Gutiérrez) y el equipo, vamos a ver como estos chicos hablan con un lenguaje coloquial a cerca de preocupaciones universales. Es verdad, que alguno tartamudea un poco y otros no se aclaran con el color de las camisetas, pero en definitiva están preocupados por las mismas cosas que otros chicos de barrio. Y aquí también hay que destacar el humor del largometraje, que se puede ver como un humor blanco y familiar, con dosis de las mejores comedias de enredo (genial es la secuencia de presentación entre el entrenador y los jugadores). No obstante, Fesser no evita algún golpe maestro más gamberro ya que los chicos, y en especial “la mosca cojonera”, tienen una lengua muy larga y aficionada a los tacos y a la fiesta. Porque los miembros del grupo de baloncesto Los amigos tienen una discapacidad mental, pero también unas tremendas ganas de aprovechar su viaje a Canarias, para disputar la final del campeonato, con una celebración por todo lo alto. Es difícil mantener el nivel de humor durante todo el metraje y a diferencia de otras cintas recientes, como La tribu, ésta sí que es constante en su buena dosis de comedia y moderada en sus recursos lacrimógenos. Quizás chirría un poco una melodía muy repetitiva que acompaña prácticamente cada tránsito argumental y que puede recordar a una cinta de sobremesa y se echa en falta alguna mujer más en el equipo, ya que son todos hombres y la “mosca cojonera” aparece en el segundo tramo de la cinta. Parece que los prejuicios hacia las mujeres con discapacidad intelectual tendrán que esperar a ser disipados un poco más.
Y otro de los temas que vertebra la trama es el de la normalidad. ¿Quién es normal? ¿Son menos normales los chicos o el entrenador que ha sido condenado por conducir borracho y tiene una estatura extremadamente corta? Esta pregunta la expone muy bien el director del polideportivo que va a actuar como un guía para Marco (Javier Gutiérrez), durante sus meses de condena. Un personaje, el de Marco, que presenta un arco argumental increíble, ya que en las primeras secuencias le vemos definir a los chicos de “mongólicos”, para finalmente emocionarse con sus enseñanzas. Es curioso como lo que al principio parece una terrible condena, va a ser finalmente casi un regalo para Marco, que gracias a sus meses entrenando al equipo va a conseguir un trabajo en la selección española, va a recuperar a su mujer y va a aprender a llevarse mejor con la vida. Sí, porque Marco es un tipo que tiene una relación de amor-odio con la vida. No quiere comprometerse con nada, ni con nadie y es incapaz de asumir las derrotas. Al final de su viaje, Marco se abre y reconoce que fue abandonado por su padre y que por eso no soporta perder nada. Sinceramente resulta un poco simplista esta justificación para la forma de actuar del personaje, pero no debe por ello desmerecer un guion repleto de buenos puntos de giro. El más importante de ellos es ese final con un clímax a cámara lenta que primero te desbarata todas las expectativas, para después hacerte comprender que ese partido entre Los amigos y Los enanos no se reduce a una simple victoria o a una derrota. Este grupo de jugadores que compite en el campeonato tienen unos niveles de compañerismo, esfuerzo e ilusión demasiado grandes, como para que un partido de baloncesto les vaya a amargar el día o les vaya a proporcionar el mejor momento de sus vidas.
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Laura
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