Que a los estadounidenses les gustan las armas no es ningún secreto, y por supuesto, el que tiene un arma quiere usarla así que si no hay un motivo real bueno es inventarse uno para conseguirlo.
Esto es lo que hacen algunos ciudadanos del lado norte de la frontera con Méjico; jugar a salvadores de su país disparando a pobres inmigrantes a su paso por el desierto que conecta ambos países.
El único problema es que esos inmigrantes son personas y cada uno tiene su historia detrás, normalmente dura ya que nadie deja atrás su mundo arriesgándolo todo solo por un capricho.
En Frontera, la que resulta disparada no es una inmigrante sino una ciudadana americana que al pasear por sus tierras ayuda a dos pobres mejicanos que acabarán siendo considerados culpables del asesinato.
Con una actuación soberbia tanto de Ed Harris como de Michael Peña que hablando con acento mejicano consigue que apenas se le entienda.
La película desaprovecha un poco la fotografía que esos inmensos y desolados parajes brindan rozando a veces la producción televisiva. Eso junto con un guión solvente pero un poco previsible hacen que no suba más puntos en su conjunto.
Recomendable