Media votos
7,8
Votos
27
Críticas
5
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de ChristianBlanco:
7
7,0
3.048
Drama
Después de sufrir un grave accidente de coche, una mujer comienza a percibir la ciudad en que vive, Rávena, como un desierto tanto en el plano físico como en el de las relaciones personales. Las secuelas psicológicas le impiden llevar una vida normal y relacionarse con la gente que la rodea. (FILMAFFINITY)
20 de mayo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que destaca por su frialdad y reflexión, muy anticonvencional e inesperada, y que es otro de los tantos intentos de denuncia laboral, y existencial de la terrible década de los 60.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Con Deserto Rosso (1964), Antonioni demuestra una vez más que en su carrera la monotonía no es leitmotiv de reconocimiento. El ex-director italiano ha demostrado la variedad a través de muchísimas películas, cada una con su forma y personalidad: Nadie negará que de Cronaca di un amore (1950) a Il Mistero di Oberwald (1980) hay una distancia incalculable, y no sólo porque se traten de épocas distintas. Con Deserto Rosso, consigue sincronizar la psicología del personaje con la del espectador, de manera seria y frustrante. Sin embargo, debido a su sobriedad, hay que tener la suficiente entrega y conciencia para enfrenarse ante un filme tan poco entretenido, espectacularizado. Desde una bella pero inestable mujer, Monica Vitti encarna la mente de un personaje (Giuliana), que es incapaz de soportar la rutina de una vida industrializada. Así, la narración se desarrolla a través de esa mente patológica, que no refleja otra cosa que el "sin vivir" de la era industrial, en una ciudad moderna como Rávena. Sus elementos, son el testimonio no sólo de la diferencia y la crisis económica, del contraste del avance tecnológico y del rediseño urbanístico, sino también de una confusión o anulación de la emoción y el entendimiento; una reacción instantánea al ruido interminable, la suciedad abrumadora, el cielo grisáceamente trágico, y una pertinente sensación de que la vida carece completamente de utilidad. Una utilidad, que se aferra a una esperanza que la llaman “progreso”, y que no es otra cosa la patraña más utilizada desde segunda mitad de siglo, a modo de secuel, de la Revolución Industrial. El plano psicológico pues, es el volante que conduce todo un filme reflexivo y perturbador, intentando “esclarecer” esa mirada del ciudadano ante tanta maquinaria y contaminación, una mirada que parece no existir. En una escena, Giuliana le comenta a Corrado: “No puedo mirar el mar por mucho tiempo (…) lo odio. No puedo mirar al mar y eso me preocupa (…) Me preocupa no tener ojos para ver “, a lo cual Corrado responde, “A mí me preocupa no tener un modo de vivir”, nada más y nada menos, que el reflejo del pensamiento del desnaturalizado y enajenado trabajador prototipo, en plena reflexión existencial. Es la dicotomía del siglo XX: Comer y trabajar dejándose la piel, o quejarse y no comer. El sexo, el alcohol, o el cigarrillo entonces, surgen en el argumento como únicas esperanzas a las cuales aferrarse, a sazón del no caer en el para qué de la vida. Sin embargo, “estas alas, no son suficientemente grandes como para poder volar”. Una película fría como el hielo y neurótica por su desviación, pero una forma diferente de defender al ciudadano y al trabajador, (La classe operaia va in paradiso. Elio Petri, 1971), de manera silenciosa y sugerente. Si uno no soporta el filme, es porque en su cabeza ha percibido el "no puedo más”, y ha percibido la décadence. Uno de los pocos filmes, que no deben verse de principio a fin. Magnífica obra de Antonioni.